Gabriel Sanabria, el joven agente de la Policía Motorizada que la noche del pasado 27 de mayo fue atacado a tiros en la zona sur de la ciudad cuando intentó identificar a los ocupantes de un auto, “evoluciona favorablemente y en las próximas horas dejará la sala de terapia intensiva” donde se encuentra internado desde entonces para ser “derivado a una sala de cuidados intermedios”, según confiaron autoridades del Hospital de Emergencias Clemente Álvarez.
Sanabria, de 26 años y oriundo de la ciudad de San Javier, volvía al mando de una moto oficial hacia la Jefatura de la Unidad Regional II tras participar de un operativo de tránsito en el barrio Saladillo cuando junto a un compañero se toparon con un Peugeot 206 blanco que les pareció sospechoso a la altura de avenida Arijón y San Martín. En su interior se veían cinco personas y lo primero que hicieron fue transmitir por radio la patente del auto (FOJ451) a la central del 911 para saber su estado de dominio. Desde la central operativa les informaron que tenía pedido de captura por haber sido robado el 24 de abril pasado en Centenario y Andes, en inmediaciones del Parque Regional Sur.
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Entonces Sanabria puso su moto a la par del vehículo cuando circulaban por Arijón al 400 y tras ordenarle al conductor que detuviera la marcha una lluvia de balas perforó su cuerpo aunque llevaba puesto su chaleco antibalas. Mientras los agresores huían a toda velocidad para abandonar el vehículo en Hungría y Ayacucho, el compañero de Sanabria pidió asistencia y el joven suboficial fue trasladado primero al Hospital Roque Sáenz Peña y de allí al Hospital de Emergencias Clemente Álvarez, donde fue sometido a una extensa intervención quirúrgica. Desde aquel día permanece en terapia intensiva y fue sometido a otras dos operaciones por las distintas lesiones que le provocaron al menos ocho proyectiles de grueso calibre.
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Lo cierto es que este jueves, autoridades del Heca aseguraron a La Capital que el joven “ha evolucionado favorablemente” y que se prevé su traslado a una sala de cuidados intermedios. En ese marco Vicente Sanabria, hermano del agente y quien se encuentra en Rosario desde el mismo día del ataque, confió que Gabriel “volvió a ser mi hermano”.
“Dios lo tocó con la varita al Gaby”, aseguró Vicente Sanabria antes de agregar: “Decimos con mi mamá que Dios nos escuchó”. Y recuerda que durante este largo mes que ha pasado “vivimos días muy complicados como el 15 de junio, cuando un terapista nos dijo que el cuadro que tenía se había agravado y sugirió que lo visitemos en cualquier momento porque su vida estaba en serio riesgo”.
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Ahora Vicente parece estar un poco más tranquilo después de que los médicos le dijeran que Gabriel pasaría a una sala de terapia intermedia porque necesita del contacto con sus afectos para comenzar con la rehabilitación. “Mi hermano volvió a ser mi hermano. Los médicos dijeron que él evoluciona bien pero él se despierta temprano y se ve solo en la sala. Analizan pasarlo a una sala intermedia para que esté acompañado y que haga kinesiología”.