Un ladrón que en el vértigo de un asalto se toma licencias de hasta una hora para conversar
animadamente con sus víctimas no es un ladrón común. Qué decir si asiste como paciente a un
consultorio psicológico durante varias sesiones hasta que un día decide entrar en acción. Si ese
ladrón es además un hombre que está preso, ejecuta sus andanzas durante salidas especiales de la
cárcel y encima participa de una estruendosa toma de rehenes en una clínica del macrocentro, sus
chances de salir airoso se vuelven ínfimas.
Ricardo Albertengo lo constató en su piel de 42 años ayer a la mañana. A
ocho meses del fallido asalto a una clínica de bulevar Oroño al 700, aceptó ser condenado a 17 años
de cárcel en un juicio abreviado. La pena es por siete robos a consultorios médicos y estéticos
ocurridos entre agosto y octubre del año pasado, cuando gozaba de salidas transitorias de la cárcel
de Riccheri y Zeballos. Sumada a una sentencia anterior por un homicidio, se le unificó la pena en
37 años de encierro.
Ese monto fijaron la defensora oficial Estrella Galán y el fiscal
Eduardo Valdés Tietjen al firmar un convenio de juicio abreviado. Se trata de un acuerdo que, al
ser convalidado por un juez, suprime el juicio convencional y resuelve la causa en menos tiempo.
Albertengo no tenía mucho para discutir en esos siete procesos penales,
en los que irremediablemente fue reconocido por las víctimas. Quizás por eso prestó su
consentimiento al acuerdo de ayer en Tribunales. Se confesó autor de los delitos y fue declarado
reincidente por tercera vez, lo que le impide acceder a la libertad condicional. El convenio fue
remitido al juez de Instrucción Hernán Postma, quien controlará si es admisible. En ese caso el
escrito irá a un juzgado de Sentencia para que otro magistrado dicte la pena.