Si hay un aspecto que caracteriza al presente del barrio Tablada, aunque no tenga que ver con su historia pero sí con sus últimos años, es el miedo con el que viven los vecinos de algunas cuadras de este sector del sudeste de la ciudad. Es tanto el temor que incluso lo sienten aún cuando se viven días de calma. "Acá estaba tranquilo, pero si está tranquilo hay que prepararse porque va a pasar algo", sintetizó este lunes un vecino a partir del asesinato de Mariana Cristal Rodríguez, la joven de 27 años baleada la tarde del domingo en Ayacucho al 4000. Por esa calle, en tan solo 300 metros, desde 2020 hubo diez homicidios.
El vecindario de los alrededores de Ayacucho al 4000 está acostumbrado a vivir bajo las consecuencias del narcomenudeo, instalado allí hace más de 20 años como una problemática social y de seguridad pública. Los allanamientos vinculados a investigaciones por comercio de drogas o hechos violentos que incluyen ese trasfondo son tan habituales como los homicidios o las balaceras. Un contexto que obliga a que las calles queden vacías cuando cae la noche o que los vecinos queden paralizados de temor cuando ocurre algún hecho violento.
El sentido comunitario de un barrio nacido al calor del movimiento obrero, como es Tablada, fue deteriorado al punto de que el silencio se volvió un lenguaje corriente tanto como la desconfianza entre pares que habitan una misma cuadra. Por el contrario, se impuso una lógica violenta que genera una tensión permanente.
A Mariana Cristal Rodríguez, de 27 años, la mataron a balazos el domingo cerca de las 15 cuando estaba en la boca de un pasillo que nace en Ayacucho al 4090. Lo que quedó después, a pesar de haber ocurrido a plena tarde, fue la evasiva de los vecinos. No de quienes no pudieron ver o escuchar, sino de quienes eligieron callarse. "Acá nadie te va a decir nada", dijo este lunes de manera contundente un hombre. "Hay que tener cuidado, no se puede hablar con cualquiera", resumió otro.
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Sobre el crimen de Rodríguez la versión difundida por la fiscalía regional indicó que la mujer estaba en la vía pública cuando, cerca de las 15 del domingo, fue atacada a balazos por al menos tres personas que iban en un utilitario. Otras fuentes detallaron que la víctima se acercó a la ventanilla y, luego de un forcejeo, uno de los sujetos le disparó desde el interior del vehículo.
Para cuando los médicos del Sies llegaron al lugar Rodríguez ya había fallecido. Después del hecho la fiscal Carla Cerliani ordenó un allanamiento en una vivienda de la cuadra donde secuestraron estupefacientes, cinco cargadores de armas de fuego y dinero en efectivo.
Acerca de Rodríguez se supo que no tenía domicilio en el barrio, sino en la zona sudoeste de la ciudad. Que tenía registros por visitas en cárceles a personas ligadas a un muchacho que está preso por un homicidio y acusado de ser líder de una banda criminal dedicada a la venta de drogas. Con ese contexto la hipótesis principal del crimen, según indicaron desde la Fiscalía, es la de un conflicto entre bandas criminales.
Diez homicidios en 3 años
Rodríguez cayó herida y murió sobre el pavimento en el lugar exacto donde hace dos años estacionaba un móvil policial que se ocupaba de la custodia de una mujer que estaba amenazada. Esa custodia policial no está más porque aquella mujer ya fue asesinada. Ahí mismo, a escasos metros de distancia de donde ocurrió este crimen el domingo.
La mujer para la cual el Ministerio de Seguridad había dispuesto una custodia era Nélida Susana Benítez, que tenía 45 años cuando el 8 de junio de 2021 fue asesinada a balazos. El juez Mariana Alliau había solicitado esa medida de seguridad luego de que la fiscal Valeria Haurigot imputara a un hombre de amenazar a la mujer para que abandonara su vivienda. El trasfondo de esas amenazas tenía que ver con la intención de un grupo dedicado al narcomenudeo de obligar a la víctima a vender para ellos o bien quedarse con su casa.
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Benítez vivía en un pasillo de Ayacucho al 4000. Desde febrero de 2021 tenía una custodia policial fija que el 7 de junio de ese año se dispuso que pasara a ser intermitente durante el día y permanente por las noches. Un día después, pasadas las 14, dos uniformadas que cubrían la guardia se retiraron tras recibir una comunicación radial. Minutos más tarde un hombre entró a pie al pasillo al grito de "policía" y disparó contra la ventana de la casa de la mujer, que recibió un balazo y murió horas después en el Hospital de Emergencias Clemente Álvarez.
Un año antes de aquel crimen, en junio de 2020, fue asesinada otra mujer en ese mismo pasillo. A Mariana Valeria Espinoza, madre de un joven que está preso acusado de ser un tiratiros de Los Monos, la mataron de 13 balazos cuando se asomó a la puerta tras el llamado de una persona.
Entre estos dos crímenes y el de Mariana Rodríguez hubo varios más en unos 300 metros de Ayacucho entre 3900 y 4100. Todos, en principio, vinculados a disputas relacionadas al narcomenudeo. El más reciente fue el 11 de enero pasado, cuando a Eric John Díaz, de 18 años, lo balearon cuando estaba junto a su amigo jugador de las inferiores de Racing Club de Avellaneda.
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Tres de los asesinatos registrados en ese tramo de Ayacucho ocurrieron en 2022: las víctimas fueron Bartolomé Blanco, de 65 años; Bibiana Alejandra Guevara, de 28, y Maximiliano Fabián Gauna, de 26. En 2021, además de Nélida Benítez, fueron asesinadas Rocío Abril Romano, de 20 años, y Mariel Soledad Lezcano, de 21. Mientras que en 2020, además de Mariana Espinoza, la víctima fatal fue Sergio Pastori, de 42 años.
"El barrio de Alan Funes"
Estos diez homicidios ocurridos en tres años tienen relación con una trama de violencia que se extiende a otros sectores de Tablada. El 21 de julio pasado fue asesinado Adrián Guazzaroni, de 32 años y baleado en un pasillo donde había ido a comprar droga. Como en la mayoría de crímenes ocurridos en la zona, tuvo que ver con los distintos peligros latentes en un sector donde predomina la violencia ligada al narcomenudeo.
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Un marco en el cual distintas investigaciones judiciales ubican a varios nombres de peso: Alan y Lautaro Funes, René Ungaro, Chucky Monedita, Lucas Smith. En el barrio, sin embargo, es siempre el nombre de Alan Funes el que vuelve una y otra vez a escucharse cuando ocurre un crimen. Sobre todo en determinadas cuadras de Ayacucho, una de las calles que hace algunas semanas amaneció con pintadas alusivas a este joven que está preso desde que cumplió 18 años, acusado de homicidios y de liderar una banda narco.
"Bienvenidos al barrio de Alan Funes. Entrá si querés, salí si podés", decían las pintadas que el 10 de julio pasado vieron los vecinos de Tablada en varias cuadras a lo largo de las calles Patricias Argentinas y Ayacucho. Horas antes había sido asesinada Mariela Edit Broin, de 44 años, en un pasillo de Médici al 4600 donde luego apareció una pintada que decía "Atte: La Mafia".
En la misma cuadra donde ocurrió el crimen de Mariana Rodríguez, hace diez días hubo un allanamiento en una vivienda en el marco de una causa por una tentativa de homicidio. El blanco del operativo fue la casa de Leila S., la novia de Alan Funes, donde se hallaron municiones y un cargador. La joven había sido baleada en dos ocasiones: una en mayo pasado y otra a mediados de julio. Los investigadores analizan una posible bronca de Funes relacionada a su intención de expandir su poder hacia otras zonas de la ciudad, o de impedir que lo hagan otras bandas en lo en lo que él considera "su barrio".