El frío de julio podría haber alejado a los clientes que recorrían búnker de Parque Casas y sus barrios conocidos, como La Esperanza y El Churrasco. Pero no fue así, pese a estar derribados siguen generando plata. Un día cualquiera de la segunda semana de este mes en Cavia y Ghiraldo, en el pasaje 1373, en el pasaje Leonardo Fabio y en Uriarte al 1500 sigue el desfile de compradores de coca, marihuana y paco. La policía con sus móviles anda por esas calles hasta las 17, minutos más o menos, y "luego desaparece", dicen los vecinos. No hay patrullajes y entre otras características hay cortes permanentes en las luces de las calles. En la puerta de uno de los búnkeres derribados hace unas semanas se juntan transeros, compradores, se acerca una moto que trae merca y así pasa una noche más por esos andurriales olvidados de Dios pero no de los transeros. En abril murieron en ese barrio cuatro personas en una guerra narco que podría haber sido interminable. Ahora no hay violencia directa, sino transacción. “Hay caras nuevas en la zona, gente que no es de acá. Antes los conocíamos a todos por que eran hijos de los viejos vecinos.Pero hace un par de meses hay caras nuevas”, contó un vecino.
Cavia y Ghiraldo, al salir de una curva paralela al acceso a la autopista, era territorio de los Sandoval. Al menos lo fue hasta hace unos años. Los Sandoval, Ema Pimpi y Lucas cayeron en profunda desgracia, al menos para ellos. En octubre de 2020 Lucas Sandoval, hermano y socio de mala vida de su hermano Emanuel, más conocido como “Ema Pimpi” fue condenado a 11 años de prisión. Ambos estaban acusados como coautores de una tentativa de triple homicidio cometido en junio de 2017. Pero al juicio oral y público por ese hecho solo llegó Lucas, ya que en octubre del 2019 “Ema Pimpi” fue asesinado junto a otros dos jóvenes en una residencia del barrio La Florida donde cumplía la prisión morigerada luego de cursar un juicio abreviado, Con Ema murieron tres personas más, el hecho está archivado. Lucas fue condenado a 11 años de cárcel y su defensa apeló el fallo pero un tribunal de segunda instancia de la Cámara Penal ratificó esa pena.
A partir de ese año -2020- se fue ocupando el lugar. Una de las batallas de este año para comandar esas calles sucedió en abril pasado: el 19 fue asesinado Claudio Barrionuevo, acribillado en el cruce de Cavia y Ghiraldo, a 30 metros de donde dos días antes habían matado a Leonardo Contreras y a Daniel Pacheco. Tanto los vecinos como fuentes de Fiscalía apuntaron estos homicidios a un conflicto entre bandas que manejan dos búnkeres que están en las inmediaciones. Casualidad o no, Gerardo Moreyra, un joven de 25 años acribillado esta semana en la zona de La Lagunita (en el oeste) vivía en Cavia y Gallardo, pleno Parque Casas.
Los nombres que sonaron en estos enfrentamientos para lograr quedarse con el comercio en la zona son los de "el Lauti, Franco e Iván. Ellos están ligados a los melli y cuando ven que hay quilombo un soldadito se va a Larrechea y venden entre los pasillos”, dijo un vecino. Luego de esto se apeló a la extinción de dominio de dos propiedades y así se voltearon los búnkeres. "Uno ya no se usaba de búnker y en el otro ahora esconden la merca entre los escombros”, contó alguien que vive a pocos metros de allí.
Los nombres de los nuevos actores en el mercado de compra y venta son Franco G.; Lauti; los melli; Iván E.; Gordo A., y el de un hombre que estaría preso en una cárcel federal en Chaco; Luis P., quien en su momento le alquiló a parte de esa banda una casa en Ghiraldo y Cavia para que se abriera allí uno de los búnkeres.
Cada calle de esas tiene una historia de agresión y muerte. En el pasaje 1.373, el 1º de mayo de este año fue asesinado a tiros Matías Alberto “Talón” Coria que, tras caminar con al menos dos heridas de arma de fuego, una en la cabeza, se desplomó. “Talón” estaba cerca de la medianoche parado en la puerta de uno de los búnkeres ahora derribado junto a otras personas cuando dos hombres pasaron en moto y abrieron fuego contra él.
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En ese pasaje 1.373 nada ha cambiado. Una guardia policial suele estar durante la mañana y la media tarde, pero cuando se retira la policía, se van sumando chicos jóvenes y muertos de frío en las puertas de los distintos pasillos mientras llegan los clientes: uno en una moto, otro en un auto de media gama, otro es un cartonero que deja su carro y saca del bolsillo unos 3 mil pesos, lo que vale un raviolito de merca.
Otros vendedores se iluminan con celulares o hacen juegos de luces básicos para que que los clientes sepan que están ahí. En la esquina de Cavia y 1.373 hay un mural con la cara pintada de un adolescente: “Iván siempre presente”; “Este pibito no andaba en nada, lo mataron por gil”, sentencia un pibe del barrio.
Entre los pasillos, una suma de casas humildes pero no un asentamiento tradicional, abundan chicos y perros. Es la semana más fría del invierno pero los niños están de vacaciones y la calle para ellos no es cosa rara; andan en bici, corretean, van a los almacenes y los transeros, que no son mucho más grandes que los vacacionantes, los ven ir y venir.
“Se da otra cosa acá. Los policías se dan cuenta cuando hay un auto raro, un auto que podría ser de la Federal o de otra fuerza y entonces los siguen con el patrullero y los cruzan para que se identifiquen y de esta forma los mandan al frente. Hace unos meses andaban dos tipos recorriendo el barrio todos rasposos y los de la 30 los pararon y los identificaron; resulta que los rasposos secaron las placas antes que los requisaran: eran policía encubiertos de la Federal”, contó un antiguo vecino. “Es que acá los policías los conocen a todos los transeros....". Otro cartel en un paredón: "La banda del Churrasco" y otro mural de un chico muerto a tiros: "Por siempre con vos", se lee.
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En cuanto a los viejos proveedores de drogas algunos dicen que los melli y Franco eran abastecidos por gente ligada a Esteban Alvarado. Otros recuerdan a la "Tata" Medina y a su gente (una conocida transera del bario hoy presa) y otros cuentan que “los Monos venían por acá”. Una foto de otro tiempo. “Hoy se ven caras distintas y muchos nos preguntamos por qué, si todos venden en el barrio y en zonas distintas ¿Cómo no se molestan más después de las muertes de abril y mayo?
Muchas las familias están conectadas en esos tres barrios que integran Parque Casas. “Lauti estaba casado con una de las cinco hermanas P. que todos conocemos y a su vez es primo de uno que está transando ahora. En el barrio nadie habla porque todos se conocen. Desde que tumbaron los búnkeres y mataron a esos muchachos uno debería creer que ya pasó, que la cosa iba a cambiar. Pero no cambio nada acá”, contó otro hombre que camina esas calles furiosas.