Aprovechándose del uniforme de la policía santafesina, dos efectivos nativos de San Javier se convirtieron en transeros y, según una investigación del fiscal federal de Reconquista Roberto Salum, montaron un negocio de venta de drogas en la pequeña ciudad ubicada a 320 kilómetros al norte de Rosario. Matías Germán Hernández, uno de los policías acusados por transero prestaba servicios en el destacamento policial ubicado en barrio Rucci, lugar que fue allanado con resultado negativo el pasado martes. Su compinche, siempre según la acusación, era Javier Orlando Nardoni, quien se desempeñaba como suboficial en la subcomisaría 1ª del barrio Centenario de Santa Fe. Ambos fueron indagados el jueves, pero no declararon. La principal línea de investigación es que los policías tenían una red de vendedores barriales en San Javier y se nutrían de cocaína provista por un transa de la ciudad de Santa Fe. En total hubo ocho detenidos que quedaron a disposición del juez federal de Reconquista Aldo Alurralde.
Siguiendo la ruta desde de los policías transas y sus vendedores barriales en San Javier la investigación del fiscal Salum llegó hasta un lavadero de autos ubicado en el barrio Jardín Mayoraz de Santa Fe, en Angel Cassanello al 2.500 a pocos metros de la avenida Aristóbulo del Valle, donde funciona uno de los centros comerciales más grande y concurrido de Santa Fe. El negocio, relativamente nuevo, era en realidad una pantalla para el funcionamiento de una pequeña cocina de cocaína o centro de estiramiento de dicha sustancia. Para la investigación ese es el lugar, con pocos meses en funcionamiento, era de donde salía la cocaína que Hernández y Nardoni ponían en circulación en las calles de San Javier, ciudad que ronda los 20 mil vecinos, en el noreste santafesino.
Al allanar el lugar los investigadores se toparon con una casa rodante o motorhome que era utilizado como laboratorio para estirar cocaína. También encontraron solvente, potes de creatina (aminoácido) vacíos y casi un kilo de una sustancia blanquecina que está siendo analizada pero que también se utilizaría para estirar la droga. Lo que descolocó a los investigadores fue la presencia de una prensa hidráulica, que se utiliza para formatear el ladrillo de cocaína y que suele aparecer en las cocinas de droga. No se descarta que el motorhome tuviera una doble utilidad.
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Breaking Bad a la santafesina
“Para cocinar solo necesitas saber la receta y yo me la sé al pie de la letra” dijo como axioma el actor Bryan Cranston representando a Walter White, el profesor de química de un colegio norteamericano que cocina metanfetaminas y es uno de los protagonistas de la serie Breaking Bad (Sony Picture Television 2008-2013), asegura con esas palabras uno de los costados del mundo de las drogas y su monumental negocio. En la mítica serie Walter White y Jesse Pinkman (personaje interpretado por Aaron Paul) desarrollan la historia de profesor de química con una enfermedad terminal que monta una cocina de metanfetamina en un motorhome, junto a un ex alumno que fabricaba droga en forma artesanal, y se sumergen en el mundo narco buscando generar dinero para pagarse el tratamiento y que su familia no sufra problemas económicos. Pero ese ideal se ve transformado por un sin número de miserias humanas que colocan a Walter White en coqueteo constante y permanente con “El Extraño Caso Del Dr. Jekyll y Mr. Hyde”.
En septiembre de 2021 el fiscal Salum y su gente comenzaron a trabajar sobre denuncias que advertían sobre el accionar de un par de vendedores de droga barriales en la pequeña San Javier. Rápidamente en el radar surgieron dos policías como “los dueños” del negocio: Javier Nardoni y Matías Hernández. Ambos son oriundos de San Javier. El primero prestaba servicios en subcomisaría 1ª del barrio Centenario, en la zona sur de la ciudad de Santa Fe. El segundo, en el destacamento ubicado en en Irma Peyrano y Homero Manzi, en barrio Rucci, en el noroeste de Rosario. El fiscal solicitó la intervención de los teléfonos de los implicados y comenzaron tareas de seguimiento haciendo foco en los uniformados. Así, siempre según la acusación, se llegó a Roque Antonio Cabanqui, un policía exonerado de la santafesina. Los investigadores documentaron que estos tres hombres estuvieron en puntos de venta investigados en San Javier.
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Puede fallar
Para la acusación la organización fue duramente golpeada ya que se desmanteló desde los vendedores hasta el distribuidor. Aunque, como decía el mentalista e hipnotizador Tu Sam, siempre puede fallar. Y en el mundo de la droga eso ocurre demasiadas veces. Según la pesquisa Nardoni y Hernández transportaban la droga en sus autos particulares desde el lavadero de Cassanello al 2.500 en Santa Fe _donde operaban sus distribuidores Rafael Alejandro “Ale” S. y Brisa Ayelén S._ hasta San Javier. Los policías se aprovechaban del sistema de trabajo en el que prestaban servicios 24 horas por 48 horas de franco. Durante el descanso trabajan en la transa. Ellos “bajaban” la droga.
El martes fue el día D para la pesquisa. El juez federal Alurralde dio luz verde a la realización de 19 allanamientos (13 allanamientos en San Javier, cinco en la capital provincial y uno en Rosario) en manos de Prefectura, efectivos de la Dirección de Investigación Criminal sobre Narcotráfico de la Región III, I y IV de la Agencia de Investigación Criminal (AIC) y la Agencia de Control Policial (ACP), que estuvo en sus manos los procedimientos en los lugares de trabajo de Nardoni y Hernández, que dieron resultado negativo. En San Javier fueron detenidos Nardoni, Hernández, Cabanqui, Daniel Hugo D., Cristian Germán B. y Walter Omar Q.; mientras que en Santa Fe fueron capturados Rafael Alejandro S. y Brisa Ayelén S..
En el lavadero de calle Cassanello secuestraron 2,4 kilogramos de cocaína en ladrillos compactos. Uno de los ladrillos tenía la estampa de un delfín y la otra de un león. Marcas que llevan a los investigadores a inferir que los distribuidores compraban a distintos mayoristas. Esos ladrillos estarían destinados al proceso de estiramiento. Vale recordar que un kilo de cocaína de máxima pureza se puede multiplicar por 3 o por 4 en el proceso de estiramiento. En otro sector del lavadero, se hallaron una caja con inscripción “lidocaína” (un anestésico local); dos bidones que tenían un líquido transparente tipo solvente; doce potes de plástico de creatina vacíos; casi un kilo de polvo blanco que está siendo peritado; un horno eléctrico (usualmente se utiliza para el secado de la droga estirada); una licuadora y una prensa hidráulica.
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Fuentes de la investigación confiaron que los distribuidores valoraban dejar una marca en el mercado con un signo distintivo propio. En una escucha los proveedores evalúan ventajas y desventajas de “ponerle color a su droga” para que se distinga de otros productos como estrategia de marketing. El lavadero de calle Cassanello estaba en el radar de otras investigaciones federales.
Los policías Nardoni y Hernández y su ex camarada de armas Cabanqui, fueron acusados por los delitos de comercialización de estupefacientes y tenencia de estupefacientes con fines de comercialización, ambas figuras doblemente agravadas; por la participación de tres o más personas organizadas para cometerlo y por haber sido realizado por un funcionario publico encargado de la prevención y persecución de delitos como el que aquí se le atribuye. Daniel Hugo D.; Walter Omar Q.; y Cristian Germán B., por los delitos de comercialización de estupefacientes en concurso con tenencia de estupefacientes con fines de comercialización, ambas figuras agravadas por la participación de tres o más personas organizadas para cometerlo. Y los santafesinos Rafael Alejandro S. y Brisa Ayelén S., por los delitos de producción, fabricación, extracción o preparación de estupefacientes en concurso con comercialización de estupefacientes y tenencia de estupefacientes con fines de comercialización, ambas figuras agravadas por la participación de tres o más personas organizadas para cometerlo.
Al momento de ser indagados ninguno hizo uso de su derecho a declarar. No se descarta que esta historia derive en alguna precuela de este Breaking Bad a la santafesina.