La balacera contra el complejo educativo Rosa Ziperovich, ocurrido el martes por la noche, no fue la primera ocasión en la que una escuela es el blanco de un ataque armado. Tiros y mensajes amenazantes contra establecimientos educativos de distintos puntos de la ciudad se convirtieron este año, a pesar de los planes preventivos, en una manera más de generar conmoción pública en un contexto de violencia callejera que cada vez acapara más espacios públicos.
"Dejen de verduguear a las visitas de los alto perfil porque vamos a seguir matando gente. Quieren tranquilidad en Rosario ubiquen al personal de ustedes. La mafia", decía el mensaje hallado luego de la balacera a la escuela Ziperovich, del barrio Empalme Graneros. Una señal clara de que la institución había sido utilizada para acompañar de impacto público un reclamo dirigido al Servicio Penitenciario. Un funcionario de esa área explicó a La Capital que sospechan de un preso de alto perfil, como se considera a la mayoría de líderes o pesos pesados de las bandas narcocriminales, a quien le impidieron el ingreso de celulares por medio de una visita.
Por fuera de esta trama, la sensación que quedó es que los organizadores y ejecutores de la violencia en Rosario continúan decidiendo o permitiendo que los límites se superen. La balacera a la Ziperovich, que fue la segunda contra el edificio en los últimos meses, ocurrió en una semana donde las amenazas y el miedo caló hondo en distintas escuelas.
Una semana difícil
El lunes cuatro escuelas del departamento Rosario quedaron en medio de distintas situaciones de amenazas. En la primaria Nº 1117 "Rafael Obligado", de Villa Gobernador Gálvez, la decisión se tomó luego de que varios padres recibieran por WhatsApp una amenaza de balacera y de bomba en el establecimiento.
En la zona sur de Rosario, la Escuela San Martín de Porres se halló un cartel pegado con un mensaje amenazante con componentes de la narrativa narco como el célebre "plato o plomo" importado de las series sobre Pablo Escobar y utilizada en algún momento por bandas criminales rosarinas. En esta ocasión no fue más que una alumna, según ella misma confesó luego gracias a su madre, que lo hizo como una travesura. Por el hecho, la chica quedó demorada varias horas en una comisaría mientras se abría una investigación remitida al juzgado de menores.
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Ese mismo día dos escuelas del centro con edificios linderos en Paraguay al 1200, la secundaria Nº 411 Leónidas Gambarte y la primaria Mariano Moreno, suspendieron las clases debido a amenazas que habían llegado por WhatsApp a la directora de uno de los establecimientos. Concretamente, avisaban que iban a balear a cualquiera que estuviera en el ingreso o en el interior de las instituciones.
Sembrar el miedo
Se trata de situaciones que, además de un contexto de miedo en la comunidad educativa y las familias de los alumnos, genera pausas en el ciclo educativo. Es entonces cuando la violencia llega a lugares impensados, sobre todo en los barrios más afectados, donde la escuela es uno de los pocos refugios.
Tal fue el caso de la Escuela Primaria Nº 1315 Itatí de Corrientes, en La Cerámica. Un barrio que desde el 10 de mayo, luego del asesinato de un chico de 15 años, quedó en medio de una saga violenta que se cobró la vida de dos menores más y de un adulto en tan solo 4 días. Luego de esos hechos comenzaron a correr mensajes de audio difundidos por WhatsApp en el que se advertía la matanza de cualquiera que anduviera en la calle por las noches.
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Un hecho que ahora se investiga en la Justicia para determinar quiénes fueron los autores de esos mensajes y en qué marco lo hicieron, pero que en un principio provocó una ola de temor en ese barrio y en otros linderos. Hasta el punto de paralizarlos y dejar a sus escuelas vacías. "El 90 % de los chicos no vienen", dijo en esa ocasión a La Capital una docente de la Itatí de Corrientes.
"Te Acompaño"
Dos semanas antes de estos hechos, el ministerio de Seguridad de la provincia había inaugurado el plan "Te Acompaño", un dispositivo de seguridad o prevención a raíz de una serie de hechos violentos contra distintas escuelas. Entre ellas la Rosa Ziperovich, que antes de ser baleada esta semana había sido blanco de otro ataque el sábado 8 de abril. Lo mismo ocurrió esa noche en la Escuela José Mármol, de Larrea al 300 bis, donde al igual que en la otra los autores del hecho dejaron mensajes amenazantes.
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Días antes, la mañana del 30 de marzo, una portera de la Escuela Primaria Nº 1319 José Ortolani, del barrio Empalme Graneros, encontró al abrir un mensaje amenazante acompañado de una bala. La misiva estaba dirigida dos reclusos que conforman una gavilla vinculada al asesinato de Máximo Jerez, de 11 años, baleado al quedar en medio de un ataque contra una vivienda relacionada a una banda rival. El hecho, que se cobró la vida de una persona ajena a esos asuntos, provocó una fuerte movilización, el derribamiento de puntos de venta de drogas del barrio y la detención de transeros.
Marzo también fue un mes con establecimientos educativos amenazados y baleados. El lunes 6 se suspendieron las clases en la Escuela Nº 6430 Isabel La Católica, ubicada en Grandoli y Ayolas, barrio Tablada, porque su frente había sido baleado. Además de las marcas de los balazos en el lugar quedó un mensaje dirigido a presos sindicados como parte de una de las bandas dedicadas al narcomenudeo en ese sector del sur rosarino.
Tres días después, en la Escuela Tomás Espora, de Superí al 2400, se halló un mensaje con una curiosa leyenda: "Clases o tiros". Los alumnos que ese día habían asistido a clases fueron retirados por sus padres luego de que trascendiera el hecho. El 22 de marzo, en tanto, un mensaje destinado a un preso de la cárcel de Coronda fue hallado en la escuela Nº 61 Juan Galo Lavalle, de Juan Manuel de Rosas al 4000, lo que motivó la suspensión de clases en el turno mañana.
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Desde el Ministerio de Educación y otras áreas del gobierno provincial, así como representantes de distintos sindicatos, manifestaron su preocupación ante esta avanzada de la violencia callejera. Una problemática que afecta en lo cotidiano, con el cierre de escuelas y el temor en la comunidad educativa, y en lo simbólico, generando la sensación de que los límites no paran de superarse.
El motivo por el cual una escuela puede ser baleada dos veces a pesar del plan "Te Acompaño", como en el caso de la Rosa Ziperovich, es tal vez el mismo por el cual en Rosario existen las llamadas "zonas rojas" donde los homicidios se repiten hace años con cuadras, o incluso metros, de distancia. Los problemas de prevención, así como las falencias en las investigaciones, abonan la construcción de una trama de violencia que cada vez acapara más espacios públicos.