América Latina, con Brasil a la cabeza, es hoy el principal foco de Covid-19, con un promedio de más de 2.000 muertes por día, la mitad del total mundial. Las pésimas condiciones de muchos sistemas de salud pública y el hacinamiento de gran parte de la población más desprotegida en los cinturones de miseria que rodean a las grandes ciudades latinoamericanas han creado un escenario perfecto para la expansión de la nueva enfermedad. La CNN publicó un extenso informe sobre el tema.
A finales de abril, en el principal hospital de la ciudad brasileña de Manaus, en el corazón de la Amazonia, aparecieron vídeos de cuerpos alineados en pasillos, víctimas de la repentina oleada del nuevo coronavirus. Al mismo tiempo, la ciudad comenzó a cavar fosas comunes para cientos de personas que ni siquiera habían tenido la oportunidad de recibir tratamiento.
Desde entonces, escenas similares se han desarrollado en toda América Latina, que ha visto una explosiva propagación del nuevo coronavirus. En Guayaquil, la ciudad más grande de Ecuador, los ataúdes se hicieron con cajas de cartón mientras los cuerpos quedadaban sin recoger. En la capital chilena, Santiago, los hospitales públicos se vieron desbordados por el cierre prematuro.
En la última semana de junio, las muertes por coronavirus promediaron más de 2.000 por día en América Latina y el Caribe, la mitad de todas las muertes registradas en el mundo, según un recuento de CNN a partir de datos de la OMS. La mayoría de los pronósticos sugieren que el panorama será mucho más sombrío, con casi 440.000 muertes previstas en toda la región para octubre, según la Universidad de Washington.
La directora de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), Carissa Etienne, dijo que "la región de América es claramente el epicentro actual de la pandemia de Covid-19".
Hay muchas razones que explican el enorme impacto de Covid-19 en América Latina: los altos niveles de desigualdad, la vasta economía de los trabajadores informales, la falta de saneamiento en los barrios marginales, así como las respuestas lentas y desiguales de los distintos gobiernos.
Alejandro Gaviria, ex ministro de salud de Colombia, comentó: "América Latina es muy heterogénea. En algunas ciudades, la infraestructura sanitaria es similar a la de los países desarrollados; en las zonas rurales, la infraestructura es deficiente en general. Es como tener a Europa y frica en el mismo continente".
Esa disparidad existe muchas veces dentro de una ciudad, una de las razones por las que el virus se propagó tan dramáticamente en Santiago de Chile. Los estados de América Latina han tenido experiencias dramáticamente diferentes con el Covid-19. Uruguay, que tiene un sistema de salud pública bien financiado, se embarcó en un agresivo programa de seguimiento y testeos cuando llegó la pandemia. A pesar de un cambio de gobierno en medio de la crisis, tuvo una política consistente de bloqueo. Casi el 20 por ciento de la población descargó una aplicación del gobierno sobre el virus.
Paraguay, que es mucho más pobre que Uruguay, parece haberse beneficiado de una cuarentena anticipada. También aplicó medidas de cuarentena a las personas que entraban al país desde el Brasil, el epicentro de América Latina.
En otros lugares la historia es mucho menos optimista, especialmente en los países que tienen grandes economías informales. En México, Colombia y Perú, casi dos tercios de los trabajadores carecen de una red de seguridad. Y sus ingresos han disminuido hasta en un 80 por ciento durante la pandemia, de acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo.
Las pésimas condiciones de vida en las zonas urbanas más pobres, donde la higiene básica y el distanciamiento social son casi imposibles, amenazan a la región con una creciente marea de infecciones. Como dijo a CNN Marcos Espinal, jefe del Departamento de Enfermedades Transmisibles de la OPS: "En los barrios de Lima va a ser muy difícil hacer el distanciamiento social". Espinal señaló que en algunos países sólo un tercio de la población tiene una heladera, lo que significa que la gente debe salir a hacer compras todos los días.
En los dos decenios anteriores a 2015, muchos países de América Latina invirtieron en salud pública a medida que sus economías crecían. Se logró reducir la mortalidad infantil y la tuberculosis. Colombia multiplicó por diez sus camas de cuidados intensivos. Gaviria dice que hay muchas diferencias entre los países, "pero la mayoría de las personas tienen acceso a algún tipo de atención. En Colombia, por ejemplo, la cobertura es cercana al 100 por ciento". La calidad es un tema diferente, admite. Todos los gobiernos, excepto cinco o seis, están muy lejos de la meta de la OMS de gastar el 6 por ciento del PIB en Salud. Perú, por ejemplo, gasta el 3,3 por ciento.
Las zonas fronterizas suelen estar muy mal atendidas. Algunas ciudades de la Amazonia en Brasil están a más de 500 kilómetros de la cama de UCI más cercana. En 2016, había menos de tres camas por cada 100.000 habitantes en algunos estados del norte de Brasil, pero más de 20 camas por cada 100.000 en los estados más ricos.
La OPS advierte que la región no superará el virus a menos que mejore la atención a las comunidades marginadas, como los pueblos indígenas del Amazonas. La CNN registró un aumento de infecciones en el pueblo Xavante en el estado brasileño de Mato Grosso. Y las minorías étnicas en las zonas urbanas de Brasil también están en mayor riesgo. Una encuesta de la Universidad de Sao Paulo encontró que el coronavirus había infectado 2.5 veces más a los residentes negros que a los blancos.
El coronavirus es solo una de las múltiples crisis de salud en América Latina. Los meses de invierno en el hemisferio Sur traen otras enfermedades, como gripe y neumonía, muy asociadas entre sí.