De la posibilidad de sellar el ascenso a la primera división a la angustia de tener que sufrir hasta la última fecha. Ese fue el tránsito de River ayer en lo que fue un sábado eléctrico en cuanto a resultados. Porque después del triunfo de Instituto contra Deportivo Merlo, que ya le impedía el ascenso, al menos por ayer, más tarde llegó la caída del equipo millonario ante Patronato. Con algunos condimentos importantes, como el penal desperdiciado por el Chori Domínguez a cuatro minutos del final. Lo cierto es que ahora mucho dependerá de lo que suceda hoy entre Central y Chacarita.
River jugó un partido contra sí mismo y perdió. Una imagen constatada sobre todo en el segundo tiempo, cuando apenas llegó en dos ocasiones hasta el arco de Patronato. La primera, a los 39', cuando Cirigliano remató desde fuera del área y la pelota salió apenas desviada. Y cuatro minutos después, cuando el Chori dejó el penal en manos de Bértoli.
El primer tiempo fue intenso y lo tuvo a River prácticamente como protagonista, pero Patronato lo madrugó y a los 7' anotó el gol que luego le serviría para ganar el encuentro, por parte del mediocampista Leonardo Acosta de cabeza, ante la pasividad de la defensa visitante.
Tres minutos antes, David Trezeguet había quedado mano a mano con el arquero paranaense —la figura de su equipo—, y éste le ahogó el grito al apagado goleador francés.
Por un buen rato River sintió el gol tempranero del conjunto entrerriano, pero a pesar de sus dificultades para sostener el orden en el mediocampo y también en la defensa, contó con varias ocasiones propicias para empatar el encuentro.
Las más claras: a los 27' Cavenaghi probó desde afuera del área, la pelota pegó en el palo izquierdo y tras el rebote dio en la cara del arquero Bértoli para irse al córner. Unos minutos más tarde el propio Bértoli, en gran reacción, desvió un remate a quemarropa de Trezeguet. El uno también se lo tapó a Cavenaghi tras un yerro de Bogino.
En ese período River se sostuvo en el empuje de Cirigliano desde el fondo, pero realizado más por ímpetu que por claridad.
El segundo tiempo, lo ya citado, dejó una imagen preocupante del equipo que conduce Matías Almeyda. Porque no creó situaciones de gol, estuvo inseguro en la marca y sin ideas para la creación.
Sobre el final llegó la falla del Chori sobre el final (previa expulsión de Bogino) y la amargura de saber que la presión de la última fecha será terrible.