“Terrible... Cada dos minutos me emociono. Creo que es un reconocimiento a la trayectoria, era algo impensado, pero alguien me lo regaló”. La frase resuena entre Rosario y Lima cinco horas después de que Robertino Pezzota se haya sentado en el banco al lado de una de las canchas de la sede de La Videna y se haya puesto a llorar con las manos tapándose la cara. Y ocurre también un rato antes de la ceremonia inaugural y apertura oficial de los Juegos Panamericanos. La emoción sigue ahí. Es que, el rosarino Pezzota, quien afronta su última competencia a nivel continental le garantizó a Argentina la primera medalla en Lima, al menos un bronce en individuales. El logro es histórico, es el primero de este tipo para el squash nacional y el mismo Robertino se convertirá, cuando suba al podio, en el más ganador de esta competencia, con cuatro medallas.
La realidad es que nadie le regaló nada a Robertino, quien aún a sus 36 años y miles y miles de kilómetros de recorrido encima, tiene ganas de seguir compitiendo. Nadie le regaló nada, aunque lo sienta así. El rosarino llegó a Lima con la certeza de que estos son sus últimos Juegos Panamericanos, por eso la emoción se traduce también en cierta nostalgia. Es probable que el día que al squash le toque ser olímpico, él, el mejor del país en este deporte y uno de los fundamentales de la historia no esté ahí para disputarlo. Pero algo insoslayable hay hasta acá: Robertino hizo muchísimo por el squash.
En ese “hacer” y lograr, ayer se convirtió en el primer argentino en garantizar una medalla panamericana. Será la cuarta en su haber particular pero la primera en la modalidad individual, la más dura. Pezzota se impuso por 13/11 en el último segmento, tras juegos de 14/12, 11/5, 5/11, 6/11, en una hora y cinco minutos al mexicano Arturo Salazar Martínez. Hoy comenzará a delinear el color que finalmente tendrá la medalla que se cuelgue, cuando afronte las semifinales ante el colombiano Miguel Angel Rodríguez Forero y con ello la posibilidad de pelear por el oro en caso de avanzar.
Pezzota, 76º del mundo en el ránking PSA, debutó en la ronda de 16 con una victoria por 3 a 0 frente al chileno Jaime Pinto Arias, en la medianoche de ayer. En este sentido, el rosarino casi no descansó. Se fue a dormir más allá de la una y a las 5 ya estaba de nuevo en pie, ansioso por lo que se le venía. Encima, un rato después de su partido de cuartos afrontó cuartos, en dobles, junto a Leandro Romiglio, aunque allí cayeron por 2 a 1 ante la pareja canadiense.
“Es cierto que parece un poco loco ganar una medalla antes de la ceremonia inaugural, aunque a nosotros nos parece que hace como un año que estamos acá preparándonos, aclimatándonos a las canchas y es increíble”, se rió Pezzota delante de las cámaras de la cadena TyC Sports. Y contextualizó lo que significa esta cita para un deporte que no es olímpico: “Una medalla panamericana es el sueño de todo deportista, cualquier jugador más allá del ránking (PSA) que tenga considera a los Juegos Panamericanos como el torneo más importante de su carrera. Así que es algo importantísimo. Jugar un Panamericano es todo, mucho más ganar una medalla, creo que quedás en la historia del squash”.
En medio de la alegría, el jugador que entrena en el gimnasio Procenter, no se olvidó de las promesas y la realidad que afectan a su deporte: “Más que nada en Rosario, en mi ciudad, faltan lugares para desarrollar el deporte. Siempre se habla de proyecto para poner clubes de squash en lugares públicos o dentro de clubes sociales, pero... Eso se da en otras ciudades del país, como en Resistencia o Paraná. También en otras ciudades del mundo. Por eso antes Argentina era candidata a ganar el oro pero hoy están México, Colombia, que pusieron canchas en lugares públicos y tienen a los dirigentes involucrados. EEUU desplazó el ráquetbol y le puso todo al squash, tiene las mejores canchas y los mejores entrenadores del mundo”, explicó. Y concluyó: “Nosotros quedamos en el cuarto o quinto lugar. Bueno... Con el sacrificio de siempre cada tanto ganamos medallas. Vamos a dar lucha también en equipos”.
Hoy, Robertino Pezzota buscará desde el mediodía coronar el logro, imprimiéndole color al metal. Podrá ser plata segura y acceso a la final, aunque la felicidad y la emoción ya conmocionaron en el medio de los acrílicos de La Videna: “Estoy muy feliz... Súper feliz”, remarcó antes de dedicárselo a novia, familia y amigos. Aunque había un saludo especial: “La gente del club, que me ayudó a cumplir este sueño que vengo siguiendo desde los 16 años. Y a mi hermano Rodrigo (también jugador, no clasificó), mi compañero de vida”.