Omar Arnaldo Palma colgó el traje de intendente de Ibarlucea y empezó a probarse
el buzo de director técnico. Dejó la política después de dos períodos en el cargo para retomar el
camino que más le gusta: el del fútbol. Pero ahora con el fin de estar detrás de la línea de
cal.
"Me voy a dedicar de lleno a lo que es el fútbol", dijo el Negro, quien armó su
plataforma y lanzó su candidatura a entrenador para un futuro mediato.
En una extensa charla con Ovación, el Negro Palma dijo no haberse cansado
de la política, simplemente que el deseo por reencontrarse con su viejo amor es mucho más fuerte.
"Siento la necesidad de empezar esta carrera", reflejó.
—¿Por qué tomaste la decisión de alejarte de la política y volver al
fútbol?
—No tenía intenciones de ser presidente de la comuna de Ibarlucea,
pero un grupo de vecinos me insistió hasta que acepté porque veía necesidades en el pueblo.
Obviamente que era todo nuevo para mí y por eso al principio me costó. Elegí un buen tesorero (algo
que es muy importante) pero siempre mi mente estuvo con el fútbol, con Central, con la situación
que veía en el club. Más allá de eso, este es el segundo mandato que cumplo como intendente y no
voy a seguir. Me voy a dedicar de lleno a lo que es el fútbol.
—¿Te cansaste de actuar dentro de la política?
—No. Simplemente hay algo que me llama y es el fútbol. Siempre estuve
pendiente de si me llamaban o no para dirigir. Lo importante era armar un grupo, algo que ya hice.
Cuando estuve en las inferiores de Central dirigí tres años. Claro que la carrera de técnico en
primera división es mucho más difícil porque los resultados son los que mandan. Y si bien uno
siempre quiere empezar en su segunda casa, lo que me pone contento es saber que mi apellido, cuando
no había entrenador, comenzó a dar vueltas. No me desespero porque tenemos tiempo.
—¿El hecho de haberte alejado del fútbol te restó posibilidades en su
momento cuando había cambios de entrenadores y aparecían muchos nombres?
—Puede ser. Hubo algunas situaciones en las que me podían haber
llamado para ser el director técnico de Central, pero lógicamente tenía una obligación con la gente
que me eligió dos veces en Ibarlucea y siempre estuve un poco atado a la comuna. Más allá de eso,
siempre digo que para llegar a ser presidente comunal no lo hice solo. Me ayudó mucha gente, pero
en mi mente siempre estaba dando vuelta lo que es el fútbol, esperando empezar a dirigir, a
trabajar.
—¿Sos consciente de que cuando los resultados no se consiguen, sean
ídolos o no, la gente es impiadosa y no te perdona nada?
—Yo tengo claro todo eso. No olvides que la gente de Central hoy me
ama. Y al pasar a ser el técnico a lo mejor me van a perdonar algunas cosas más que a otros, pero
estaría en el lugar donde el hincha también me podría insultar si las cosas no van bien. Igual, yo
me siento confiado. Creo que experiencia me sobra porque jugué hasta los cuarenta años.
—¿Por qué pensás que nunca te llamaron, más allá de que estabas
abocado a otra tarea, o convocaron a otros que no tenían nada que ver con el club y que no conocían
internamente la institución?
—Cuando dejé de jugar empecé con un contrato por cinco años que
terminaba en 2003 y pensé que ese año iba a dirigir a los jugadores que yo preparé. Y no nos dieron
tiempo de llegar a ese año, sino hubiera tenido un súper equipo con arqueros como Ojeda y
Campestrini, con defensores de la categoría de Talamonti, Lequi, Papa y el Loncho Ferrari, más
delanteros de categoría internacional como el Chelito Delgado y Lucho Figueroa, entre otros.
Jugadores a los que prácticamente hicimos nosotros en tres años de trabajo en las divisiones
inferiores. Lamentablemente no tuvimos la posibilidad de seguir el proyecto.
—¿Por qué no se dio?
—Porque nos fuimos de Central. Políticamente vino uno que dijo: "Esto
no, esto sí" y no hicimos nada. Como ahora sé cómo son las cosas entiendo un poco más. Más allá de
eso uno espera la oportunidad que tuvieron muchos. Yo no soy cualquiera ni para la gente de Central
ni para el fútbol. Creo que todo lo que hice y lo que conseguí me lo gané con sacrificio. Uno
espera siempre que lo llamen y si bien nunca lo hicieron creo que debe ser porque estaba en la
comuna. Yo estaba dispuesto. Si me llamaban o me preguntaban "qué te parece este técnico o este
jugador" hubiera estado dispuesto sin necesidad de nada, porque lo que yo siento por Central no me
lo va a cambiar ni diez millones de dólares.
—¿Hablaste alguna vez con el presidente Horacio Usandizaga?
—Sí, dos o tres veces me lo crucé en alguna filial o en algún
asado.
—¿Te dijo si te tenía en carpeta?
—Lo que pasa es que en ese momento yo no decía en ningún lado que
quería empezar a dirigir, estaba muy dedicado a la comuna. A lo mejor ellos son muy respetuosos de
todo eso. Ahora mi anhelo es empezar a ser técnico y quiero dirigir a Central.