La realidad de Newell's es tan cambiante que un resultado como el de ayer cambió la sensación de preocupación que reinaba en el Parque. No es que se pierda el foco y el promedio no continúe siendo el tema principal. Pero el triunfo en Avellaneda, con lo que tanto le cuesta ganar de visitante, levantó el ánimo. La victoria le permite a la lepra despegarse un poco más de los están metidos en la zona del descenso. No es poca cosa en una temporada en la que arrancó allá en el fondo, apenas por encima de Gimnasia. Lo que pasó ayer adquiere un valor numérico y simbólico de proporciones, para irse al receso algo más relajado, aunque con cuestiones a corregir para no estar tan pendiente de lo que sucede allá abajo en la reanudación de la Superliga.
La conquista de Maxi Rodríguez a 3 minutos de que termine el tiempo reglamentario en el estadio Libertadores de América fue una satisfacción inmensa para un plantel que había declinado el rendimiento en la segunda mitad de este semestre. Cuatro puntos de los últimos 18 en juego así lo reflejaban. Y la Fiera, justamente el capitán con tanta historia, que ayer anunció que seguirá un tiempo más, apareció en ese lugar destinado a los elegidos. Quién si no para poner la cara cuando la mano viene torcida y conducir a los suyos a la victoria.
Es que a Newell’s le venía costando sostener una idea de juego en este lapso del torneo. Por más posesión que les recalque Kudelka, por más intención de protagonismo, se le estaba haciendo cuesta arriba. Equivocaciones en el fondo, falta de contención en el medio, poquísima generación y carente de fuerza arriba. El combo era contraproducente para levantarse. Pero ya había dado algunas señales de que podía mejorar en la derrota ante River y mejores en el empate con Atlético Tucumán, que bien podría haber ganado.
No es lo mismo verse apenas afuera de la zona roja del descenso, que tener abajo también ahora a Colón y Central Córdoba de Santiago del Estero. Y no es lo mismo volver a la victoria en cualquier cancha que ante un grande como Independiente, grandeza que ni por asomo tiene en el actual plantel el rojo.
El principal fundamento por el que Newell’s se quedó con los tres puntos fue el de insistir, con mayor o menor audacia, según los lapsos del partido, pensando en que el triunfo era posible. A la sapiencia de Maxi para exprimir a las piedras se le sumó el desparpajo de Aníbal Moreno, el mediocampista juvenil que Kudelka no le venía dando más minutos porque prefiere ser prudente y llevarlo de a poco.
El premio a buscar siempre
La idea de juego del entrenador no tiene misterios. El problema es que a veces no le da para mover la pelota, hacerla circular y llegar por todos lados. Ante Independiente igual el equipo creó acciones de riesgo. Esa intención lo rescató y lo llevó al triunfo. También pudo haber tambaleado si no se recuperaba de esos desajustes defensivos habituales, como el que facilitó el primer gol a Independiente. Es esa clase de fallas que aparecen seguido y que en ocasiones le resultaron condenatorias.
La segunda victoria de Newell’s en condición de visitante fue un gran salto, un impulso para fortalecer la confianza y despegarse un poco más de la parte baja de la tabla del promedio.
Ahora es tiempo de apuntar a algún refuerzo que jerarquice el plantel. Por el momento cumple la misión de zafar. Y con un poco más de ventaja. Y tiene la yapa de estar metido en puestos de Copa Sudamericana.