Se iban las últimas imágenes. Nadie podía apostar que algo podía mover un empate en cero que se ajustaba perfectamente a lo que entregaba un equipo de Heinze de buenas intenciones y poco convencimiento, pero que al menos en el complemento había logrado que la mayor posesión no implicara pérdidas y rápidas acciones de un limitado Audax Italiano, que lo complicó sobremanera en el primer tiempo. Lo dicho, todo iba hacia un 0 a 0, hasta que Newell’s logró dar cuatro pases seguidos y llegó a un desahogo colosal, con el gol de su mejor jugador: Brian Aguirre. Un desahogo que más que por el pasado reciente, tenía que ver con lo que vendrá. Más que con recuperar rápido la vertical tras la pésima puesta en escena en La Plata, tenía que ver no llegar descalibrado al futuro inmediato: el partido más importante de este ciclo, el clásico del domingo. Por eso, por la inyección anímica que representó este 1 a 0 en el debut de la Copa Sudamericana para la prueba inminente, se puede entender la euforia con que los jugadores rojinegros se mostraban frente a la TV, con el millar de leprosos que los acompañó de fondo cantando nunca tan ilusionados.
Newell’s no podía permitirse otra decepción, luego de la increíble debacle ante Estudiantes. Extraña, porque venía en alza y nunca expuso una peor cara. Además, en el momento más inconveniente. Eso potenciaba las malas sensaciones y hacía que la obligación fuera mayor en este debut copero.
Por eso, el 0-0 que se intuía al menos le dejaba la sensación de que levantaba la cabeza en el resultado, aunque mucho menos en el juego. Por supuesto que un gol en el último instante no puede borrar la certeza de que Newell’s no jugó bien, que mostró debilidades, que sus buenos momentos no pudieron tener casi continuidad. Pero también fue cierto que el zapatazo de Aguirre de alguna manera fue consecuencia de esos últimos minutos de mejores asociaciones, con el ingresado Sordo entrando en circuito, con el entusiasmo de Reasco intentando engranar y con Ferreira, como Aguirre, encontrando socios.
Pocos instantes, pero sí Newell’s dejaba una mejor imagen al final, que a esa altura nadie esperaba se tradujera en semejante triunfo. Lo pudo hacer al cabo poque jugaron asociativamente en esa última jugada, porque Reasco la cabeceó hacia atrás con criterio, porque así la jugó Ferreira para Sordo y porque el ingresado delantero, que parece que le vino bien salir del once, pensó en la definición y en vez de rematar él, habilitó bárbaro a Aguirre para que defina mejor abajo.
https://twitter.com/partidopicado/status/1643401971905224704
El gol de Aguirre fue el premio al mejor jugador del partido, el único de Newell’s que jugó con la suficiente claridad para elegir casi siempre la mejor acción en ataque, al punto que la falta de compañía que padeció hasta cerca del final hizo emerger aún más su figura. Por supuesto, fue como agua en el desierto en gran parte de un partido ordinario, pero sació la sed leprosa de celebrar en grande.
Heinze prácticamente confirmó a los mismos que recibieron el cachetazo ante Estudiantes, con la variante del intrascendente Menéndez por Sordo. Quizás buscó que tengan revancha, que se hagan responsables, que asuman la presión. En gran parte de los 90 jugados en Chile no lo consiguieron. Sus intentos fueron tibios. apenas buenas intenciones pero sin peso ofensivo y mucho menos punch.
Con inseguridades defensivas que nacían de un mediocampo que no contenía, donde una vez más Gómez mostró que de 5 solo no alcanza. Con el pibe Montenegro apenas voluntarioso, con Ferreira discontinuo. Así, Newell’s sufrió cuatro situaciones claras de gol de un inofensivo Audax en el primer tiempo y, aunque ya no lo inquietó en el complemento, le costó horrores imponer presencia.
Recién a los 29’ del complemento, y tras una buena falta que Sordo generó, creó la primera situación clara con el cabezazo de pique al suelo de Ditta, solo, que Ahumada contuvo brillantemente. Cerca del final Reasco no terminó de acomodarse nunca en lo que puso ser otra ocasión, pero sí fue el prólogo a la más importante, la del gol que definió el partido.
La última imagen siempre es la que queda y a veces es tan importante que suprime todas las demás. La de Aguirre corriendo por última vez a lo loco, pero para festejar, y el resto rodeándolo, es la que se impondrá de acá al domingo cuando a las 16.30 empiece el clásico. Cualquiera otra hubiera sido una carga demasiado pesada de llevar. Newell’s sin dudas logró alivianarla justo a tiempo.