La predisposición de Newell’s para buscar la victoria, incluso en los momentos adversos, tuvo su premio. Es que nunca se resignó a desarrollar su juego ofensivo, aunque no le saliera o de a ratos quedará en evidencia que Lanús es superior. Si la convicción es fundamental, el equipo rojinegro la tuvo para conseguir un empate de enorme valor.
La presión alta le dio mejor resultado a Lanús que a Newell’s. Previsible y sin receptores en el medio, la salida de la lepra se complicó en más de ocasión en procura de ser prolijo desde el fondo. El granate no le dio margen de acción. Así fue que apretó ante una pelota que le dejó corta Gentiletti a Bíttolo, sacó una réplica rápida y Sand la tiró muy alta de frente al arco.
La sincronización de movimientos y toque de primera del granate eran un sufrimiento para la lepra. Lautaro Acosta superaba a Nadalín y a los intentos de cerrar por el costado de Lema. Por el medio, Sand prevalecía con oficio sobre Gentiletti.
El flanco derecho de Newell’s era vulnerable. Pablo Pérez tampoco colaboró para frenar a Marcelino Moreno. En una de las tantas que padeció la lepra por la banda, Acosta se le fue a Nadalín, combinó con Sand y corrió al fondo para la descarga. Dejó por el suelo a Lema y mandó el centro. Auzqui la tiró afuera de cerca y con la única oposición de Aguerre.
La circulación de Newell’s carecía de sorpresa. Los toques se diluían en campo rival. Palacios le imprimía intensidad al ataque rojinegro. Aceleraba por la punta derecha y a Bernabei le costaba frenarlo. Era el único que inquietaba al conjunto de Zubelía.
Lanús fue declinando en el dominio a partir de la mitad de la primera etapa y Newell’s consiguió adelantar las líneas. Tuvo varios tiros libres y de esquina que le dieron aire y que al menos alentaban con la chance de sacarles provecho. Pero lo que hasta no hace mucho era una virtud, hoy dejó de serlo. No ganó ninguna pelota de arriba.
La apertura de Maxi para Nadalín, cuyo centro atrás la Fiera la tiró por encima del travesaño fue de las escasas jugadas asociadas de ataque en el primer tiempo. Desconectado, sin sorpresa, Newell’s se redujo a un cúmulo de intenciones sin buen final, sostenido de a ratos por la entrega de Julián Fernández.
Moreno no aparecía. Los toques de Pérez eran sin profundidad. Leal no terminaba ninguna bien. Los toques distintivos de Maxi, más allá de que fueron esporádicos, no despertaban al resto.
Mejorando en la contención, el equipo del Parque emparejó el trámite en el segundo tiempo. Las corridas de Palacios fueron un incentivo para creer que se podía algo más. Esta creencia se convirtió en certeza a los 57. El delantero picó de derecha al medio y alargó para Maxi, que a su vez tocó atrás para Pablo Pérez. El derechazo del volante fue tapado por Rossi y Palacios la empujó con el arco libre.
Pero no le duró nada la ventaja. Lema barrió a Acosta, un dolor de cabeza para la lepra, en el área y Sand no falló el penal.
El nivel de juego declinó. Newell’s tenía el mérito de que no renunciaba a su juego. Pero la traía hasta tres cuartos y moría allí. Lanús la tenía un poco más, pero tampoco inquietaba. Kudelka mandó a la cancha a Rivero para cortar el juego rival y ganar en precisión en el medio. El cambio por Moreno no modificó demasiado.
Newell’s atacó menos que Lanús en el último tramo, pero el juego en líneas generales era parejo. La lepra llegó al final con un resultado que cotiza mucho.