"Acá nadie tiene el puesto ganado y cada pelota es la vida. A trabar con la cabeza, porque después nos vamos a ver en televisión y vamos a decir «puta que lo parió, ¿por qué no fui?». Hay que ir, muchachos", grita Diego antes de que los jugadores de Dorados de Sinaloa salgan a la cancha para revertir un inicio de campeonato muy magro, con tres derrotas y otros tantos empates. Y lo lograron, el equipo de Diego, ultralimitado, goleó 4 a 1 a Cafetaleros, un rival casi limitado.
Diego apeló a las viejas tácticas del fútbol, hoy reemplazadas por mensajes cuidados o pocas palabras o sólo órdenes. Cada vez se revuelve menos en lo sentimental, en lo que cada uno tiene dentro suyo antes de la competencia, más allá de las bondades técnicas. Pero a Maradona es lo que más naturalmente le sale. Es espontáneo, inmediato.
Diego no hubiera sido Diego si a su genialidad inigualable para jugar no le hubiera agregado una personalidad insobornable dentro de la cancha. Puede parecer un concepto anticuado pero pocos futbolistas de élite de estos tiempos se animan a meterse en el barro. O sea, bajar al llano para verse terrenales y desde ese lugar demostrar sus aptitudes o construir la otra parte de la figura. No lo creen necesario. Eso los aleja cada vez un poquito más, a pesar del esfuerzo por mantenerse cerca de quienes los idolatran. A Diego le pasa todo lo contrario: sin proponérselo, la gente cada vez lo busca más. Hace más de 20 años que no juega y algunos de sus videos son en blanco y negro, pero...
"Quería decirles que me encontré con unos muchachos impresionantes, que quieren trabajar y dar el paso adelante. Lo veo en los ojos, lo veo en las caras, los veo que quieren, y eso a mí me reconforta. Los veo pícaros, los veo que quieren y eso a mí me reconforta, porque nosotros no los conocíamos y en una semana teníamos que hacer, no una amistad, pero sí un compañerismo del bueno. Y lo hemos logrado, créanme", vocifera el mejor futbolista de todos los tiempos ante un grupo de entusiastas players de la segunda división de México que saldrán a la cancha a comerse al rival.
En los tiempos en los que el fútbol se aleja cada vez un poquito más de sus orígenes para darle paso a los intereses, Maradona también tiene el recurso suficiente para devolverlo a sus tiempos, aquellos en los que dejarlo todo en la cancha era tan importante como relacionarse con la pelota.
"Cada pelota es la vida", dice Diego, pero no es literal. Nadie se muere por dejar todo dentro de la cancha ni tiene que morirse para que se lo reconozca.
Lo que pasa es que Maradona es aquel que jugó un Mundial con el tobillo como un pomelo. Y encima casi lo gana. Sus parámetros son demencialmente amplios, inalcanzables para quienes creen que el fútbol es sólo un trabajo o una forma de hacerse millonarios.
Quizás la mejor síntesis sea aquel genial concepto de Marcelo Bielsa en Athletic Bilbao al día siguiente de perder la final de la Copa del Rey con Barcelona. No está de más recordarlo.
"Ya todo es pasado, ya no hay partidos para ver ni cosas para analizar ni cabezas que ordenar ni mensajes que dar. Ya la oportunidad la dejamos pasar. Y aparte también tengan conciencia de que son muy jóvenes, son muy jóvenes, son millonarios prematuros, no tienen problemas, no les importa mayormente lo que va a pasar, porque todo el mundo tiene resuelto lo que va a pasar. Se permiten reírse...", los aleccionó Marcelo.
Diego es todo lo contrario a esos, a estos, millonarios prematuros. Es un veterano millonario para quien el motor de la vida está en el campo de juego.
En su hábitat
"Estar acá es lo que me gusta. Si me dijeran de ir a Hollywood, diría que no, porque no es mi palo. Mi palo es el perfume del olor del pasto", dijo Pelusa un par de días antes del debut. Toda una semblanza de quien ve en la cancha de fútbol el escenario que más feliz lo hace y más lo puede contener.
Antes de entrar a la cancha el plantel y el cuerpo técnico de Dorados rezó un Padre Nuestro y un Ave María. Después goleó a Cafetaleros 4 a 1 y consiguió sumar en 90 minutos la misma cantidad de puntos que había cosechado en los 6 partidos anteriores.
Maradona y Dorados fueron tendencia mundial y la cadena ESPN televisó el partido en directo con una cámara exclusiva para no perderse un solo movimiento de Diego.
A poco más de un mes de cumplir 58 años, el astro sigue siendo un imán para el público en general de cualquier parte del mundo. No sólo es muy difícil de explicar la idolatría, mucho más complicado es entenderla. ¿Qué genera todavía en la gente si hace más de 20 años que no juega?
Quizás sea porque su historia, sus orígenes, sus miserias y sus virtudes son tan humanos como los de cualquiera.
Para quienes no entienden la vida de Diego, no la comparten, o tan sólo lo aborrecen, se sugiere un simple ejercicio. O no tan simple: intenten imaginarse ser Maradona sólo por unas horas.
Cuidado, sólo intentarlo puede ser perjudicial para la salud.
Hasta en eso es irrepetible.