Ángel Di María confió esta semana “siempre quise y el sueño de siempre es volver a jugar en Central y retirarme con esta camiseta. Es más que obvio que voy a seguir diciéndolo cada vez que me pregunten, porque es lo que siento y siempre soñé. Y era el momento justo después de decirle adiós a la selección. Pero no se dio”.
Angelito, un canalla de ley, decidió contar en sus propias palabras una parte de la historia desconocida sobre las espeluznantes amenazas que recibió para tomar dimensión de que su “no” arribo ahora a Arroyito tiene motivos justificados para parar la pelota.
En diálogo con el periodista Juan Pedro Aleart en Canal 3, uno de los mejores jugadores de la historia de la selección argentina confió: “Hubo otra amenaza en la inmobiliaria de mi hermana que no salió a la luz porque ella y mi cuñado se asustaron y no denunciaron. Era una caja con una cabeza de chancho y una bala en la frente, y una nota que decía que si yo volvía a Central la próxima cabeza era la de mi hija Pia”.
¿Se puede volver a jugar en la ciudad que uno ama de esa manera, en esas condiciones, con esa vulnerabilidad? El propio Angel Di María lo respondió: “Tocaron a mi familia y eso sí que no lo voy a permitir. A cualquier precio no”.
La pelota no se mancha
La pelota no se mancha como lo dijo el gran Diego. Y el amor a la camiseta no puede estar amedrentado con manchas de sangre.
En este contexto irrumpe en la memoria la asociación de esta amenaza cruel con la cabeza del chancho a Di María con la tremenda escena de la película “El Padrino”, cuando la mafia le manda un mensaje aterrador a uno de los personajes de la historia introduciendo la cabeza de un caballo recién degollado en su cama mientras dormía. Una escena estremecedora.
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Ángel Di María, un campeón del mundo, de América y de la vida.
Qué duda cabe que Angelito es más canalla que el Gigante de Arroyito, que ama al club que lo lanzó al fútbol grande, que daría todo por gritar un gol junto a los hinchas en la tribuna de Regatas, pero como bien dijo él mismo “a cualquier precio no”.
“El Padrino” es una película, es ficción, tal vez una de las mayores realizaciones fílmicas de la historia moderna. Pero que sea arte no impide que la mayor parte del público se sensibilice al verla una y otra vez. Es más; el secreto de su vigencia tal vez radique en que continúa emocionando y representando...
La triste realidad es que en ocasiones la violencia en Rosario llegó a superar a cualquier filme. Ojalá algún día Di María pueda cumplir su deseo de volver a Arroyito, pero que pueda disfrutarlo y no hacerlo bajo amenazas. No retornar ahora no lo hace ni más ni menos hincha de Central que a cualquier otro.