Triunfo sufrido, trabajado, con el overol más que con la galera y el bastón, pero triunfo al fin y frente a la necesidad que tenía Central de hacer valer el punto obtenido contra San Lorenzo, nada mejor que un festejo en casa, que fue apretado tanto en el marcador (1-0) como en el juego, pero eso no le que quita en absoluto a la victoria el rótulo de “justa”. Porque Central fue un poquito más que Talleres, al menos desde el compromiso y la inteligencia y, por que no, el oportunismo. Por eso, después de una semana complicada en la vida canalla este triunfo resultó tranquilizador.
Frente a esa sensación de justicia que quedó tras los más de 90 minutos se valora mucho más el compromiso que Central le puso a un partido en el que al juego le quedaron algunas materias pendientes, pero frente a ese escenario lo que hizo el equipo de Tevez fue sacrificarse, comprometerse con la situación y jugar en función de esa necesidad que había. Y bajo un rendimiento en el que no hubo jugadores que se destacaran demasiado, el aspecto colectivo tuvo una trascendencia enorme y fue lo mejor que mostró el canalla. Con eso le alcanzó para lucharla y con eso festejó.
La propuesta de Central fue la de un partido efervescente, con asfixia permanente, pero le costó sostener ese comportamiento, por eso rápidamente se transformó en un equipo con chispazos, más de jugadas que con juego, lo que hizo que Talleres comenzara a manejar la pelota. Igual, la T fue el primero en arrimarse, a los 8’ con un cabezazo de Valoyes que rozó el travesaño. Pero Central se mantuvo en la suya y aun sin el dominio que pretendía ejercer comenzó a llegar. Y en la primera que tuvo hubo festejo. Centro de Blanco, Malcorra conectó de cabeza, Herrera contuvo a medias y a Marinelli no le quedó otra que empujarla de cabeza.
#TorneoBinance | Fecha 17 | resumen de Rosario Central - Talleres
De ahí en más, un trámite repartido, con un esfuerzo desde lo físico supremo de parte de un Central que de a ratos corrió demasiado detrás de la pelota. Así, lo que encontraba eran remates desde afuera del área, como el de Kevin Ortiz, a los 18’, y el de Malcorra, a los 22’.
Central siguió sin sentirse cómodo con la pelota en los pies y era un equipo que se encendía de manera esporádica, generalmente cuando podía de contra. Para fortuna del canalla, Franco, de frente a Servio, le erró al arco, de cabeza. Y a Central le quedaría una más, otra vez con un centro de Blanco que Veliz impacto de manera exigida en el primer palo, pero en esta Herrera sí resolvió como debía.
Ese partido que Central no había podido encontrar del todo en la primera etapa tampoco se dio en la segunda. Por eso la cosa quedó reducida más que nunca al compromiso, pese a que de a ratos, refugiándose tanto, pareció jugar con fuego. No se quemó a los ‘65 porque Catalán estaba en off side en el gol de Pizzini. Pero la T fue un alma en pena y eso le vino como anillo al dedo a un Central que tuvo sí algunas aproximaciones, pero casi ninguna chance clara. Tevez empezó con los cambios (en el de Frías por Ortiz pareció arriesgar demasiado), pero el formato de partido nunca cambió y todo fue quedando reducido al aguante, que estuvo, que fue vital y, a la postre, fructífero.
Se imponía la victoria, que finalmente llegó. Por ahí sin la brillantez esperada, pero con las ganas en lo más alto.