Rodeado de playas paradisíacas, un mar azul cautivante y en un estadio impactante que fue sede del Mundial de 2014, Central se juega hasta acá el partido del año ante Fortaleza. Sin exagerar, la definición de la serie ante el equipo brasileño será crucial para conocer el horizonte de expectativas canallas de cara a lo que viene. Ya sin Copa Argentina y algo relegado en el frente interno, la Sudamericana se presenta como el gran objeto de deseo del pueblo auriazul. La rutilante tentación de soñar en grande en el plano internacional. Y hacia allí apunta el equipo de Matías Lequi, en esta tierra bendecida por la naturaleza. Buscará que el bello paisaje que lo rodea lo ilumine dentro de la cancha para lograr, este miércoles desde las 19, la única recompensa en disputa: la clasificación a cuartos de final.
Claro que la misión no será para nada sencilla porque enfrente estará el calificado equipo de Juan Pablo Vojvoda, un adversario serio, pero que en la ida en el Gigante de Arroyito demostró que para nada es un cuco. Incluso quedó flotando la sensación de que el Canalla pudo lograr algo más que el 1 a 1, con el gol de Agustín Sández.
Pero ahora se terminan las especulaciones y sólo hay un pasaje para seguir con vida futbolística. Los dirigidos por Matías Lequi afrontarán una durísima batalla y harán lo imposible para teñir el boleto a otra instancia de color auriazul. ¿Se puede? Sí. ¿Es difícil? También. El que gana en los 90 minutos avanza y si empatan, hay penales.
Un buen antecedente canalla
Pero Central trae el mejor antecedente en esta misma Copa. Y es que ya logró avanzar a los octavos de final cuando derrotó a Internacional de Porto Alegre en la llave eliminatoria anterior (1-0 en el Gigante y 1-1 en el Beira-Rio). Y además la revancha se disputó en Brasil y allí dio la talla, aunque todavía el equipo era dirigido por Miguel Ángel Russo.
Ahora la historia es otra. Porque ya no está en el banco el “sabio lobo copero” Miguel, pero tomó la posta Lequi y hasta acá viene muy bien. Su equipo no sólo ganó el clásico ante Newell’s en la Liga Profesional, sino que además hizo un partido más que aceptable y competitivo en la ida frente a Fortaleza, donde si bien comenzó perdiendo muy rápido, luego tuvo reacción, empató vía Agustín Sández y en el complemento lo pudo ganar.
Allí en Arroyito logró incomodar a un rival de cuidado como Fortaleza que hace un culto del manejo prolijo de la pelota. Le cortó los circuitos, lo hizo retroceder, le quitó fluidez y además preocupó a sus defensores con ataques directos. Ahora es otro contexto, con un estadio que será una caldera repleta de torcedores, con el local saliendo a presionar con ínfulas desde el minuto inicial y con un Central que nunca deberá perder el orden para estar siempre en partido.
Será clave la concentración canalla y la unión de todas las líneas. No habrá margen para desatenciones o grietas que los brasileños, con rotación y diagonales, pueden usufructuar y ser letales. La máxima “fortaleza” de Fortaleza es su voracidad ofensiva cuando juega de local. En este ecosistema es un devorador de rivales. Por ello no hay que dejarlo desplegar las alas ni correr con la pelota al pie hacia adelante.
En Central saben de qué se trata
Lo sabe Lequi, lo saben sus jugadores. Pero todos los futbolistas que Fortaleza pondrá en ofensiva no los tendrá en el retroceso, por ello el negocio canalla será quitarle ritmo, tentarlo con que se adelante y aprovechar el contraataque para mandarlo a la lona. No en un adversario que está cómodo cuando defiende y por ello sorprenderlo puede ser la llave a la victoria y la clasificación.
Lo dicho, Central se juega un partido que puede ser bisagra. Que lo puede dejar en el mar paradisíaco del sueño copero, o en las olas solitarias del frente interno y allí tener que remar contra la corriente para escalar posiciones.
También es un partido especial para el DT interino canalla, un hombre de la casa, que aceptó el desafío y demostró idoneidad, compromiso, responsabilidad y ganas de progresar. Paralelamente debe resolverse su continuidad para el largo plazo.
Se vienen 90 minutos decisivos, con mucho en juego, con gran ilusión, con enorme expectativa y sabiendo que para soñar en grande hay que dar batacazos fuertes. Y Central va en esa dirección, quiere darse un chapuzón copero en una de las playas más hermosas de Brasil.