Un partido más y el sentimiento en Central es el mismo de las últimas semanas: que se termine cuanto antes un torneo que entregó algunos pequeños resquicios para el goce y la ilusión, pero muchos para el fastidio y la desilusión. Cómo será de pobre el tránsito del canalla en la Copa de la Liga que en el partido de esta noche frente a Huracán (tiene chances de clasificar pero para eso deberá ganar los dos partidos) el máximo objetivo es tomar distancia de ese último puesto de la zona B que se presenta lacerante en relación a aquellas aspiraciones que existían antes del inicio del torneo. Parece lapidario el análisis, pero es la realidad que le toca vivir a este equipo que no ve la hora de que el semestre llegue a su fin para ir en busca de la recarga de baterías. Es la penúltima estación de un viaje para el olvido.
Cómo será el raquítico presente del equipo que este encuentro frente a Huracán contó con una previa en la que se habló poco y nada de fútbol por la pronta despedida de Marco Ruben. Porque es cierto, aún no hay informaciones oficiales, pero ya es un secreto a voces que el máximo goleador del club en menos de una semana dejará de ser un ídolo en actividad para transformase en un ídolo ya fuera de las canchas.
Aquella goleada ante Independiente no modificó en absoluto el análisis de una campaña desastrosa. Apenas si sirvió para descomprimir una situación que tendía a agravarse, pero que, en medio del desconcierto, encontró el mejor analgésico que existe en el mundo del fútbol: el triunfo.
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A Central le quedan los dos paridos del torneo local más el choque por Copa Argentina.
Leonardo Vincenti / La Capital
A partir de ese antecedente Central tiene algo a qué aferrarse y creer que por mínimo que sea el trayecto a recorrer de aquí al final será esencial aprovecharlo al máximo, pero con vistas a futuro, en esto de pensar que lo que vendrá debiera ser mejor.
Por ahí el oscuro contexto que envuelve al equipo, no oprime ni exige a Leandro Somoza, un técnico que está dando sus primeros pasos en este nuevo ciclo y apuesta todo lo que tiene de cara a futuro. Porque heredó un panorama sombrío y un equipo que no era “el suyo”, amén de que le costó más de la cuenta ordenar esas cuentas en rojo que tenía el canalla.
Para Somoza, todo lo bueno que el equipo pueda hacer ahora es la mejor garantía que encuentre en ese crédito a futuro, que llegará sin dudas con algunas tomas de decisiones importantes, que puedan generar algo de ruido o no, pero que serán propias. Por las dudas, además de esos dos partidos que le quedan a Central en la Copa de la Liga estará el choque por Copa Argentina, que nadie toma hoy como determinante, pero que para muchos, y sobre todo gente de adentro del club, representa prácticamente “la final del mundo”.
El empellón del último resultado no es poca cosa para este Central que anduvo de problema en problema, y de ahí podrá aferrarse el equipo para intentar volver a dar otro pasito hacia adelante. Porque ya no dan los tiempos como para un salto en alto ni en largo, apenas para un pequeño pasito. Igual, el hecho de terminar el torneo en cualquier posición que no sea la última sería todo un logro.
Somoza se vio en la obligación de meter mano en un equipo que no contará con su máximo referente, quien frente a una molestia en el gemelo decidió guardarse para llegar en condiciones al partido contra Estudiantes, que será el último en el Gigante y posiblemente el último de su carrera (algunos días después llegará el choque ante Sol de Mayo, por Copa Argentina). Somoza no definió el equipo y para suplir a Ruben hay dos nombres en carpeta: Walter Montoya y Mateo Tanlongo. El que sí tiene chances de meterse entre los once es Julián Velázquez, en lugar de Damián Martínez (Facundo Almada iría como lateral por derecha). Y lo que resultó toda una novedad es la convocatoria de Emiliano Vecchio, quien será alternativa desde el banco de relevos.
No obstante, las obligaciones no serán menores ni mayores por no poder contar con Ruben. Simplemente se tratará de un partido más, que podrá oficiar de consolidación de la remontada o de un retroceso. No le alcanzará ni siquiera con el empate para despegarse de la última posición.
Todos esos buenos augurios que se habían hecho en el inicio del semestre quedaron truncos, sin sentido alguno y las malas llegaron a borbotones. Por eso la necesidad de lograr algo tan chiquito como intentar no ser el peor equipo de la zona. Es lo que le toca vivir a este Central, hoy de Somoza, que llega con un envión mínimo, pero para los tiempos que corren parece mucho. Casi en el final, es a lo que real y tristemente puede aspirar el canalla.