Todavía es poco el tiempo que Carlos Tevez lleva al frente del equipo, pero Central ya en dos partidos pudo haber mostrado algunas pequeñas cositas que el entrenador planea que en un futuro sean una marca registrada. Ni siquiera con la semana larga en el medio y concentración plena en el predio de la AFA, en Ezeiza, alcanzó para ver algo distinto de este Central que juega como siempre: mal, y que comete errores que vienen de larga data. Por eso se puede afirmar sin temor a equivocaciones que la mano de Tevez hasta aquí no tuvo una influencia determinante. Lo más saliente de este nuevo proceso fue ese mayor orden que el equipo mostró contra Gimnasia, donde todo terminó de la peor manera por un error propio (además de una virtud del rival), algo similar a lo que sucedió el lunes en Mar del Plata.
Cuando se habla de “la mano del entrenador” se hace referencia a esos cambios que aparecen a simple vista, sin la necesidad de bucear en lo profundo. Y este Central cambió poco y nada desde la llegada del Apache, quien recién en este segundo partido al frente del equipo pudo tener disponibles un par de refuerzos. No todo era responsabilidad de Leandro Somoza y no todo, al menos hasta aquí, es responsabilidad de Tevez.
Lo cierto es que el Apache no logró cambiarle la cara al equipo. La lectura que hizo para su debut fue correcta, de manual: ordenarse un poco para no sufrir tanto en el fondo y a partir de ahí buscar el desequilibrio. Algo de eso logró en aquella derrota contra Gimnasia, pero para que esa mejora resultara un paso adelante era necesario realizar algo similar en el Minella. No sólo no lo hizo, sino que hubo un claro retroceso en ese aspecto.
En este punto vale la pena detenerse en un detalle. Tevez seguramente quiso mantener algo de la seguridad que había mostrado el equipo en el partido anterior porque apostó por el mismo esquema, pero en contrapartida tomó una decisión cuanto menos llamativa: lo hizo sin un volante central definido, de marca. ¿Puede un equipo jugar sin un 5 clásico? Seguramente, pero en medio de un funcionamiento aceitado, pulido y trabajado, que no es el caso de este Central versión 2022.
Y ni siquiera se analiza la posibilidad de que haya tomado algunas decisiones que sean producto de su inexperiencia como entrenador. Simplemente se las menciona. Ya en su debut había experimentado con Montoya por el centro, como doble 5. Esta vez insistió con eso, pero lo llamativo es que junto al chaqueño estuvo Marcelo Benítez, que no es 5. Si el plantel en ese momento no cuenta con un volante central disponible, todo sería más entendible, pero sentados en el banco estaban Mateo Tanlongo y Francis Mac Allister.
Y hasta llamó la atención lo del esquema utilizado, pero no para el afuera, sino para muchos de adentro. Porque en esto de no poder observar los entrenamientos nunca se sabe a ciencia cierta qué es lo que se trabaja y de qué manera. En los últimos días de esa larga semana de entrenamientos en Ezeiza trascendió que Tevez había probado con tres centrales y dos laterales, por eso se especuló que podía cambiar, cosa que finalmente no hizo. Lo llamativo es que, según confiaron allegados al cuerpo técnico, “toda la semana” probó con esa forma de juego, “incluso cuando se hicieron los trabajos de pelota parada”. Pero el día del partido cambió por completo. Ya algo de eso había sucedido en el primer partido, cuando el mismo día del partido (hizo pelota parada) cambió la mitad de lo que había probado en los entrenamientos.
Esto tampoco se le puede atribuir a la inexperiencia ni nada por el estilo. Se trata simplemente de una forma de trabajo particular, que puede llamar la atención hacia afuera, pero complejiza un poco el panorama cuando es a los propios jugadores a quienes le genera cierto ruido el proceso de decodificación del mensaje.
Tampoco se entendió demasiado cómo Central optó por encarar el partido con la búsqueda a través de envíos largos, frontales, sabiendo que allá arriba tenía a Frías y a Covea, dos jugadores cuyas características dan para que el equipo juegue de otra forma. Esa forma elegida era para que estuviera Veliz en cancha, pero Veliz estaba en el banco.
Después, hay cosas en las que Tevez no tiene nada que ver. Porque el técnico nada puede hacer frente a un error puntual como el de Infantino que engendró la jugada del segundo gol de Aldosivi (hubo otras tantas fallas más del resto del equipo), e incluso la mala definición en el final, de frente al arco.
Tevez necesita tiempo de trabajo, sobre todo con todos los refuerzos a disposición, pero está claro que desde hace mucho, el tiempo es lo que falta en Central. Por eso al Apache no le queda otra que lograr que su equipo cambie, para mejor por supuesto, algo que hasta el momento no consiguió.