Cuando se abre la puerta ingresa un silencio de misa al recinto. Su rostro
denota tener apenas un par de minutos de haberse levantado. Eso no le quita la amabilidad al uno y
capitán de Central. Ofrenda una sonrisa como señal de bienvenida. Antes de acomodarse para la
sesión de fotos, Jorge Broun dispara a modo de prólogo. "La verdad es que me siento bien. Con otro
temperamento. Por ahí hice el click que me decía que tenía que hacer Martín Tocalli cuando nos
entrenaba. Y creo que llegó en este torneo, aunque siento que también sucedió con el nacimiento de
Santhino. Es que el hecho de haber sido papá me hizo madurar. Pero ojo que cuando me enteré que
Gisel estaba embarazada, comencé a ser otro", sorprendió el jugador, el día después de haber vivido
su momento de gloria, ya que ingresó al libro guinnes interno auriazul al haber marcado un gol
siendo arquero.
"Por ahí ahora se está notando más mi trabajo. Aunque esto es el fruto de varios meses de
entrarle duro. Además, pasé por varias situaciones que me están ayudando a crecer como jugador.
Como estar en el banco ante Newell’s por la Copa Sudamericana, al debutar siendo muy joven o
hasta jugar dos partidos de promoción para mantener la categoría. Y a eso hay que sumarle que me
casé y después llegó Santhino. Fueron muchas cosas en un breve período. Más allá de todo, siento
que estoy en un momento ideal. Aunque quiero seguir mejorando", amplió Fatu en orden cronológico,
mientras sonreía una y otra vez.
—¿Ya tomaste conciencia de que lo lograste?
—No, todavía no caí, si recién me levanto, je. Lo que sí tengo es una gran alegría porque
volvimos a ganar y porque pude hacer mi primer gol. Pero no me puse a pensar en que entré en la
historia del club. Por lo menos seré recordado el día de mañana, je.
—¿Cómo estás asimilando el hecho de entrar en la piel del hincha? Inclusive te
ofrendaron el primer "olé, olé, olé, olé, Fatu, Fatu".
—Con tranquilidad. Pero sí, es la primera vez que escuché mi apodo en la cancha. Fue algo
emocionante porque no lo esperaba. Es como que se pusieron de acuerdo todos, je, je.
—Fuiste a patear el penal muy tranquilo, ¿o por dentro estabas algo
nervioso?
—No me puse nervioso hasta que acomodé la pelota. Ahí sentí que el corazón me iba a
explotar. Pero cuando miré al arco, enseguida me dije que era imposible que me lo atajara.
—¿Cómo fue el momento previo? Dicen que cuando tenés que patear un penal, el arco se
hace chiquito. En cambio al arquero se le agranda, de hecho a vos te habrá pasado.
—Sí, siempre me pasó que lo veía gigante. Pero anoche (anteayer), la verdad es que no lo
vi chiquito. Lo vi como cuando practico en los entrenamientos. Y creo que eso fue determinante. Es
más, miré y me dije, tengo lugar para meterla. Y la metí, je.
—¿Pensabas definir ahí o te salió sobre la marcha?
—No, le apunté ahí. La lógica hubiera sido que lo cruzara. Pero como era mi primer penal,
sobre todo siendo un arquero rústico, opté por pegarle fuerte al segundo palo. El arquero se tiró
muy bien, pero como iba fuerte entró.
—¿Algún rival te chicaneó?
—No, y si lo hicieron ni me enteré. Hice como me dijo Hernán (Galíndez), que visualice la
pelota y el arco, nada más. Que no le dé bola a nada y que pateara cuando tuviera todo en blanco. Y
así lo hice. No vi más nada en la previa. Fue algo increíble
—¿Cuánto tuvo que ver que tenías de frente a la hincha apoyándote?
—Mucho porque por ahí hasta podría haber sido diferente si me tocaba patearlo del lado
donde estaban los hinchas rivales. Quiera o no es otro tipo de presión.