Con toda seguridad el bochorno sufrido en enero se trasladará a la temperatura política y judicial en la provincia de Santa Fe. Sí, habrá un febrero caliente, candente.
Una jueza de Brasil le impidió a una chica realizarse un aborto legal tras haber sido violada.
Con toda seguridad el bochorno sufrido en enero se trasladará a la temperatura política y judicial en la provincia de Santa Fe. Sí, habrá un febrero caliente, candente.
Parafraseando a un célebre jurista mexicano, que decía que el rol protagónico en el derecho lo tenía el juez, alguna vez dije que en la República Argentina de la pandemia ese rol primordial en la “escena” se había corrido al lugar del abogado, sobre todo en las causas penales.
Pero creo que a partir de la finalización de la feria de enero habrá una retroversión hacia la figura del tercero imparcial, de los jueces.
Hay hoy día un número de casos y causas calificadas, de suma importancia y trascendencia para la sociedad, y esto se da en un clima bastante enrarecido en el que se mezclan la incertidumbre, el miedo y la indignación. La sociedad santafesina descree de sus poderes institucionales y de los individuos que encarnan esos poderes; es decir descree de los llamados a orientar la conducta de esa sociedad.
Así , una de las cuestiones fundamentales será ver hasta dónde los jueces serán permeables a ese clamor popular de justicia y seguridad y a quienes espuriamente buscan usufructuar esa “inquietud” de los magistrados, sea desde los medios, sea desde el propio estrado judicial.
Ocurre que los jueces, no todos pero sí una importante mayoría, supeditan el contenido de sus resoluciones a ese humor social y no a los hechos y la ley. En este punto aparece un dato insoslayable; la gran cantidad de jueces denunciados, sumariados o sancionados por el contenido de sus fallos. Y a partir de este dato surge otro más sutil pero no menos importante: a partir de la reforma procesal penal santafesina, el procurador general ha quedado prácticamente desfuncionalizado y ha canalizado ese “nido vacío” en la persecución e investigación de los jueces.
Entonces aparecen los “oportunistas” del sistema que blanden discursos y deidades cuasimetafísicas; buscando perforar el ánimo de sapiencia y objetividad de los juzgadores. Veremos la apelación a una suerte de construcción conceptual y comunicacional cercana a “el fin justifica los medios”.
Pero obviamente, también habrá otro discurso que dice que el delito no se combate delictualmente y que perseguir a los que actúan ilegalmente no puede hacerse de forma ilegal. Los “gritos de la gente” y la repercusión social del hecho no están por encima del debido proceso, el de defensa y el estado de inocencia.
El contrapunto será inevitable porque muchos de esos casos se apoyan únicamente en una construcción ficcional que apuesta a que los jueces opten por seguir el clamor de la gente o inmolarse y ser condenados socialmente, y hasta denunciados o sumariados. Entonces en la estrategia de los detractores del sistema prima el relato construido y no el dato recabado.
El verdadero problema hoy en la provincia de Santa Fe no es la actitud rayana en lo patoteril y temeraria de algunos y algunas fiscales, sino la falta de presencia de ánimo y de algo más por parte de algunos jueces y juezas; los mismos que juraron cumplir y hacer cumplir la Constitución y las leyes. Veremos si esto fue un verdadero compromiso de fe democrático o una mera declamación festiva.
Los adalides del punitivismo demagógico estarán allí, nosotros también.
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