Las tablas de posiciones de la Liga Profesional y la acumulada para la clasificación a las próximas copas internacionales dejan al descubierto la misma realidad. Central y Newell’s están muy por debajo de las expectativas, lejos de la pelea por el título en el primer caso y por el ingreso a los certámenes sudamericanos por el otro.
Hay tiempo, hay posibilidad de reacción desde lo matemático pero la diferencia entre uno y otro de porqué se llegó a esa situación es abismal. A los canallas los relegó el intento, al cabo. A los leprosos su propia impericia. En Arroyito pueden darse por satisfechos porque estuvieron a la altura en las dos copas internaciones, aunque nunca puedan conformarse porque no alcanzaron los objetivos. En el Parque no saben cómo hacer para salir de un agujero negro que parece no tener fin, porque no solo no alcanzaron las metas sino que tampoco dieron la talla, no vendieron caras sus derrotas, ni mostraron jerarquía ni rebeldía, dentro de un proyecto futbolístico que hace agua por todos lados.
Las formas importan, claro que sí. No es un fracaso no ser campeón, sino no haber dejado todo al alcance para conseguirlo. Y ese detalle, el más importante, es el que marca el claro contraste entre uno y otro, ahora que quedaron igualados a fines de agosto en lo que tienen por delante. Lo dicho, ambos sin más torneos que jugar que la Liga Profesional y en situación de que, o se empieza a ganar seguido, o se quedan afuera de todo.
Central, con el envión de 2023
Desde ese punto de vista es irreprochable el derrotero de Central hasta aquí, en lo que va del 2024. Con el inestimable crédito de haberse coronado campeón en diciembre de 2023, con la desventaja de casi no haber tenido vacaciones para recargar pilas, en todo el primer semestre antes de la Copa América peleó con expectativa en la Copa Libertadores hasta el último instante del último partido y aunque no le dio el piné para mantenerse igual de competitivo en la Copa de la Liga (tampoco en la Copa Argentina, donde quedó rápido afuera), se colgó la medalla del clásico en el Parque para compensar.
Mientras que en lo que va de este segundo semestre, jugó una llave bárbara con Inter de Porto Alegre ya en la Sudamericana y casi, casi repite ante Fortaleza, ambos en definiciones en Brasil. En el medio, volvió a ganar el clásico, esta vez en Arroyito.
Tobogán para Newell's después de Miami
Del otro lado, Newell’s empezó el año allá arriba, con la vuelta de Ever Banega, con la llegada de jugadores que como el Colo Ramírez ilusionaban, y se desinfló sin solución de continuidad. Después del viaje a Miami en medio de una competencia que lo tenía encumbrado, llegó la hecatombe.
Una sucesión de hechos bochornosos, como dirían los leprosos Pachu y Pablo, que se lleva puesto todo. Las derrotas en los clásicos, la no clasificación a los cuartos de final de la Copa de la Liga, ahora la eliminación de una Copa Argentina que asomaba más accesible que nunca de pelear, la llegada de futbolistas que no treparon a la altura de refuerzos y no le dieron un salto de calidad al plantel.
Los chicos de inferiores que no asoman o se queman rápido. El hecho, irrefutable, es que Newell’s hasta llegó a plantar en su formación un solo jugador surgido de la cantera, algo histórico, cuando la expectativa de esta comisión directiva era exactamente la contraria.
Y lo dicho, las formas. La sensación de un equipo al que la primera adversidad lo voltea como pasó ante Estudiantes, sin confianza como Ramírez en el penal ante Racing o en los pateados en San Nicolás. Con un técnico que difícilmente pueda creer hoy lo que dijo en la última conferencia. “Sabemos si nos tenemos que ir y no es el momento. Estamos con los jugadores y ellos con nosotros”. Poco se demuestra en los hechos.
Un final con posibles coletazos
Está todo tan mal que, si Méndez se va queda resentido además el gerente deportivo Ariel Mitchaloutsos, que fue el que lo designó y el encargado de un mercado de mucho gasto y poco rédito. El mismo que dijo, en una entrevista institucional, que el área a su cargo era el alma de la institución.
La tapa de Ovación de la edición del jueves reflejó como ninguna las dos eliminaciones. El contexto por delante es el mismo. ¿Cómo se llegó a eso? Las diferencias fueron casi como el día y la noche.