La de María “Marie” Vázquez fue una muerte triste y dulce. Ella la definió así poco antes de que un cáncer le ganara la batalla. Antes del fin, cuando los resultados de una operación no pintaban un buen panorama, pidió que le trajeran un cuaderno verde que había visto. Uno con dibujos que le había fascinado por sus ilustraciones: “Mi pibe es fan de de los chanchitos, el lobo y Caperucita”, confesó por Twitter. Era septiembre de 2014. Quería dejarle un legado a su hijo Nippur, de tres años. Un mensaje, un diario.
Arquitecta, dibujante y ácida tuitera, puso manos a la obra con fibras y lapiceras de muchos colores. Siete meses después de iniciar la escritura, selló con una birome verde la última frase: “Te amo, los amo”. Marie murió en abril de 2015 a los 43 años y dejó tras de sí un mundo cargado de amistades, sueños, un esposo y el pequeño llamado Nippur, a quien legó ese cuaderno lleno de recuerdos, frases, dibujos y consejos impregnados de locura y amor. Para ese chico con “carita de loco” y “pelito Mick Jagger”.
“Boluda, esto hay que publicarlo”, le dijeron sus amigas. Ella dio el OK y lo que iba a ser un texto íntimo se transformó en El cuaderno de Nippur (Planeta), que ganó en poco tiempo las vidrieras de las librerías, agotando su primera tirada.
Durante su convalecencia, Marie contó por Twitter (@kireinatatemono) casi el día a día de su padecimiento. Con humor, crudeza y honestidad brutal trataba de sobrellevar la situación. “La salud es muy puta y por lo menos me regaló siete meses de momentos hermosos”, escribió días antes de partir.
Pero el libro no habla de la muerte sino de la vida. Y del amor infinito de una madre hacia su hijo. “Sos todo”, le repite en varias páginas de El cuaderno de Nippur, donde Marie creó personajes, juegos y consejos de madre al estilo “sé vos mismo sin que importe el resultado”. Difícil sintetizar en pocas líneas la explosión de dulzura que encierra cada página. Lo mejor es abrirlo y dejarse llevar por ese mundo tierno que propone la autora como recuerdo indeleble para su pequeño guerrero.
Sebastián Corona —el esposo de Marie— entiende que lo primero que moviliza del libro es la historia que hay detrás, la de una madre que escribe, dibuja y sueña un mundo para su hijo mientras libra una batalla desigual contra el cáncer. Pero que una vez que se lo abre “uno se encuentra con algo más, se produce una reacción porque transmite alegría, es divertido y tiene un mensaje de vivir la vida”.
“Al leerlo —apunta Corona en diálogo con Más— te das cuenta de que no es de despedida, es de presentación. Ella dice hola, acá estoy, te amo, ya no estoy pero mi amor por vos no se termina nunca. Porque esa era la mayor preocupación de ella: que el nene no sienta que le falta el amor de madre, que la conozca, que sepa de dónde viene, quién era su mamá. Y todo eso lo volcó en el libro”.
Nippur 2
Marie Vázquez en distintos momentos de su vida. Las fotos fueron subidas a las redes por ella y por su marido.
En el nombre del hijo. Nippur de Lagash es el nombre de un héroe sumerio de historietas creado por la pluma del prolífico guionista Robin Wood. Sabio y guerrero, las historias de Nippur editadas entre fines de los 60 y mediados de los 90 llegaron a miles de manos de chicos y grandes. Fue un boom de Editorial Columba.
De chico, el marido de Marie, Sebastián, era fan de las aventuras del errante solitario de Lagash y cuando en noviembre de 2011 tuvo a su hijo no lo dudó: su nombre sería Nippur. “Al principio todos amaban el nombre menos yo”, confiesa ella en el Cuaderno. Admite sin embargo que esta historia, la de su hijo, la de su familia, “va con este nombre, y no sé si hubiera podido con otro”.
La burocracia quiso impedir que el nene fuera anotado como el héroe de cómics. Por el viejo Código Civil, le pedían que acredite antecedentes de personas bautizadas con ese nombre. Sebastián se contactó con el propio Robin Wood, quien le facilitó documentos de chicos paraguayos —su país natal— llamados como el sumerio. Allí surgió una amistad virtual que llevó a que el escritor prologara el libro de Marie para su hijo, “para que aprenda —dice Robin Wood— que la valentía es eterna porque el recuerdo la rescata siempre”.
El libro de mamá. Nippur ya tiene cuatro años y la primera vez que vio en una vidriera el Cuaderno editado se sorprendió. “¡Ese es mi libro, el de mamá!”, le dijo a su padre, quien trató de explicarle las diferencias entre el original que el chico atesora en su casa y las copias que están en las librerías “para que la gente los compre y se los lleve”. Algo entendió, aunque también preguntó: “¿Y después los devuelven?”.
El esposo de Marie destaca que el libro no lleva la tónica del reclamo a Nippur ante una inevitable ausencia: “No pide no me olvides, pensá todos los días en mí, teneme siempre presente. Es todo lo contrario, dice: dejame un lugarcito chiquitito para que cada tanto te acuerdes de mí, pero que mi ausencia y mi muerte no sean una carga para vos. Viví tu vida, sé vos mismo, sé feliz y nada más. Acordate un poquito de mí, llevame en el corazón, pero largate y sé libre”.
En el capítulo 13 (La Yeta), Marie escribe: “Que mala suerte enfermarse así. Extraño salir a pasear con vos y estar media hora con cada cosa. A veces salimos sin rumbo, a comprar comida, a mirar las estatuas del paseo de la historieta (...) Extraño esto más que nada. Ojalá pueda volver a hacerlo pero, si no puedo, quiero que sepas que fueron los momentos más felices de mi vida. Y te amo”.
Nippur 3
Tapa del Cuaderno de Nippur.