El mito romántico de la tuberculosis terminó hace tiempo. La enfermedad, que solía ser "elegante" en el siglo XIX y se llevaba al otro mundo a las más bellas heroínas de las novelas —que morían pálidas y delgadas en brazos de sus amantes—, sigue haciendo de las suyas en 2016. Sin embargo sus favoritos son, desde hace tiempo, los más empobrecidos y marginados.
Aunque alguien pueda suponer que la patología se extinguió junto con alguno de sus más famosos enfermos como Modigliani, lord Byron, Giacomo Puccini o Edgar Allan Poe o que quedó en las páginas de algún libro del siglo XIX (cómo olvidar La dama de las Camelias, de Dumas), lo cierto es que acá nomás, en la provincia de Santa Fe, todos los años se diagnostican 580 nuevos casos.
Y aunque la cifra se mantiene estable, las posibilidades de achicar ese número son pocas y constituyen un verdadero dolor de cabeza para las autoridades sanitarias.
Los nombres de quienes tienen tuberculosis hoy no aparecen teñidos de delicadeza y poesía, forman parte de los listados de los enfermeros de los dispensarios o centros de salud de la provincia que deben controlar que los pacientes tomen la medicación cada día y delante de sus ojos como lo recomienda la Organización Mundial de la Salud para garantizar el cumplimiento del tratamiento. Sucede que la tuberculosis es contagiosa, entonces ya no es sólo un problema de quien tiene el diagnóstico sino una responsabilidad del sistema de salud. Y si el tratamiento se interrumpe la cura no se logra y la diseminación de la enfermedad no cesa.
Por eso los medicamentos se entregan en mano, día a día, de lunes a viernes, durante los dos primeros meses, y luego tres veces por semana, durante cuatro meses más. De allí que el cumplimiento de la terapia sea tan difícil.
La buena noticia es que si se lo realiza en forma correcta se logra la cura y la transmisión se interrumpe.
Para conseguir que cada persona cumpla con esos seis meses de estricto tratamiento es indispensable que se genere una particular empatía con el médico y quienes supervisan la toma de los fármacos. Así que el acompañamiento, la cercanía y la ternura también serán esenciales para hacerle frente a la tuberculosis, una enfermedad que estigmatiza, que da miedo, que se oculta. "Si uno como médico no comprende lo que siente la gente, el tratamiento no resulta", dice Oscar Bottasso, director del Instituto de Inmunología Clínica y Experimental de la Universidad Nacional de Rosario y Conicet, quien se dedica a estudiar los mecanismos de defensa del organismo ante patologías infecciosas y que antes trabajó en hospitales atendiendo pacientes con tuberculosis.
Resistente
Otro aspecto particular de la patología —cuyos principales síntomas son la tos persistente, la falta de apetito y la febrícula— es que ya hay cepas multirresistente que no responden a los antibióticos disponibles. Para estos casos —en Rosario hay unos 20 pacientes nuevos por año con diagnóstico de tuberculosis multirresistente— la terapia es más complicada y por lo tanto más difícil de cumplir: dura año y medio, como mínimo, y son fármacos (importados y de alto costo) que pocos toleran por los efectos adversos.
Este tipo de tuberculosis es la que tiene en vilo a la comunidad médica. ¿Cómo detenerla? ¿Con qué se la enfrentará? Las estimaciones indican que ya hay 480 mil personas en el mundo con tuberculosis multirresistente, y el número tiende a crecer.
Aunque cualquier persona puede contagiarse de tuberculosis, la mayoría de los que la contraen vive en zonas empobrecidas, en condiciones de hacinamiento o con higiene deficiente, tiene mala alimentación y su organismo convive con otras enfermedades que debilitan su salud como las adicciones, la diabetes, el tabaquismo o el sida. En las cárceles, por ejemplo, se duplica la tasa de enfermos de tuberculosis, comparada con la sociedad en general.
¿Cómo hacerle frente a esta realidad? Bernardo Salvadores es médico y jefe del Programa de Control de Enfermedades Respiratorias y Tuberculosis del Ministerio de Salud de Santa Fe, y explica que en la provincia han logrado mantener el número de contagios por año pero "no hay un descenso, que es lo que uno espera".
La problemática es a nivel país, pero hay provincias donde la incidencia es alta como por ejemplo Salta y Jujuy, que son las jurisdicciones con más casos por número de habitantes. Capital Federal ya está en tercer lugar seguida por Formosa y Chaco. Santa Fe se ubica en el medio de la tabla.
La tuberculosis es un problema serio en todo el mundo. Su relación con el sida es otra característica. En 2014, 1,2 millón de personas con sida enfermó de tuberculosis y se registraron 400.000 muertes asociadas. Cuando una persona es diagnosticada con tuberculosis siempre se chequea que no tenga sida, y al revés.
Esta enfermedad que afecta básicamente a los pulmones está entre las diez primeras causas de muerte a nivel mundial. En 2014 falleció un millón y medio de personas por tuberculosis y 10 millones se enfermaron.
"Tiene mucho que ver con la realidad social. Es un indicador fuerte de lo que se vive en la sociedad", comenta Salvadores, quien da ejemplos del enorme desafío que representa diagnosticarla y tratarla como se merece. "Imaginemos un paciente de unos 20 años, un muchacho que tiene problemas de adicciones, que vive en un asentamiento. Empieza el tratamiento y a las pocas semanas se siente bien. Lo más probable es que lo abandone, y siga contagiando".
El médico explica que el nivel de cumplimiento ronda el 70% de la totalidad de los pacientes.
En pueblos o localidades pequeñas el control es más sencillo. La mayor dificultad se presenta en las ciudades. "El Gran Rosario concentra el 50% de los enfermos de la provincia. Y si bien el enfermo siempre tiene cerca un centro de salud, a lo mejor en un mismo centro hay 15 o 20 pacientes y para la enfermera es todo un tema controlarlos, lograr la adherencia. Muchos son jóvenes con múltiples problemas, algunos terminan presos. Es una realidad social complicada, pero seguimos pensando cada día cómo enfrentarla", reflexiona el especialista.
En el sector privado de la salud también se hacen diagnósticos todos los años, aunque son casos aislados. "A veces los profesionales de los sanatorios no imaginan que esa persona que tose, tiene obra social y va bien vestida pueda tener tuberculosis", menciona Salvadores.
El médico se dedica desde hace 35 años a estos pacientes "Tenemos mejores fármacos, más efectivos. Cuando comencé, el tratamiento duraba año y medio, después nueve meses y ahora seis. Pero no hay drogas nuevas. Mi anhelo es ver, antes de retirarme, que se consigan drogas que el paciente pueda tomar cada 15 días y con alta efectividad, eso sería fabuloso". Mientras tanto, agrega, "es importante que los padres sepan que la BCG protege a los niños de la tuberculosis y si bien no es 100% efectiva, en el caso de que la contraigan harán un cuadro más leve. Además, la gente debe saber que ante una tos que no se calma en uno o dos meses, falta de apetito y la aparición de fiebre debe consultar al médico y pensar en tuberculosis. Los síntomas son graduales, las complicaciones importantes vienen con el tiempo".