En marzo de este año el programa AlphaGo —desarrollado por Google para jugar al Go— enfrentó en una serie de cinco partidas al coreano Lee Sedol, considerado uno de los mejores jugadores del mundo en su especialidad. El encuentro terminó con un resultado de 4-1 a favor del programa. Todo esto reavivó la polémica acerca de la superioridad de las máquinas sobre los humanos en cuestiones de la mente. Algo que, a lo largo de los años, preocupó a filósofos e intelectuales. Entre ellos a Edgar Allan Poe.
Edgar Allan Poe es conocido por sus cuentos de terror, por su poema El cuervo y por haber sido el creador del género policial. Curiosamente, también incursionó en el tema de la inteligencia artificial y la robótica: en 1835 publicó El jugador de ajedrez de Maelzel, un texto corto acerca de un autómata mecánico que, supuestamente, era capaz de jugar al ajedrez.
El autómata, conocido también como "el Turco", había sido construido en 1769 por Wolfang von Kempelen, un artesano de origen húngaro que se especializó en esta clase de máquinas, muy populares en su época.
Fue exhibido durante los siglos XVIII y XIX en ferias y teatros de París, Viena y Londres. En estas presentaciones se invitaba a jugadores del público a partidas que casi siempre terminaban con la victoria de la máquina. Benjamín Franklin y Napoleón Bonaparte fueron algunas de las personalidades que la enfrentaron, y perdieron.
Luego de la muerte de Kempelen, el autómata fue comprado por Johann Maelzel, un músico alemán interesado en ingenios mecánicos. Maelzel continuó con las exhibiciones y, en 1826, lo llevó a los Estados Unidos. Ahí fue visto por Poe que escribió un ensayo donde describía su funcionamiento.
Poe estaba convencido de que el autómata era un fraude. Que funcionaba gracias a un jugador humano escondido en su interior. Y expone en su ensayo las razones que justificaban esta opinión.
Por ejemplo, cuenta Poe que, al comenzar cada presentación, y antes de las partidas propiamente dichas, el autómata era abierto y todos sus mecanismos quedaban expuestos al público. Pero, como los distintos compartimientos de la máquina se abrían en cierto orden sin quedar todos abiertos al mismo tiempo, él explica cómo una persona podía mantenerse oculta dentro de la máquina, moviéndose de compartimiento en compartimiento a medida que estos eran abiertos y vueltos a cerrar.
Poe también menciona que entre los asistentes de Maelzel había una persona a la que la veía cuando llegaban a una ciudad, ayudaba a embalar y desembalar la máquina, pero nunca aparecía durante las funciones. Llamativamente, esta persona declaraba ignorar por completo el juego de ajedrez, cuando los demás integrantes de la compañía lo jugaban más o menos bien. Además, ese individuo se enfermó en una ocasión y, mientras tanto, se suspendieron las funciones sin dar ninguna explicación a la gente.
Por otra parte, el autor señala unas cuantas características del funcionamiento del autómata que sugieren que estaba gobernado por una persona. Son interesantes las observaciones de Poe en este último sentido.
Por ejemplo, el autómata movía las piezas con su mano izquierda. Poe entiende que, si Kempelen pudo construir una máquina que usaba su brazo izquierdo, también podría haberlo hecho para que use su brazo derecho. Sin embargo, un jugador diestro escondido tendría que encoger su propio brazo derecho para mover el del autómata. Le resultaría mucho más cómodo operar el brazo izquierdo.
También señala el aspecto tosco y obviamente mecánico del autómata: el brazo se movía en ángulos rectos y su cara carecía totalmente de expresividad. Parece que otros muñecos mecánicos fabricados por Kampelen eran mucho más realistas e imitaban los movimientos humanos con mayor naturalidad. Poe opina que esta artificialidad había sido introducida deliberadamente por el artesano, para hacer más evidente su supuesto carácter mecánico.
El Turco finalmente fue llevado a un museo donde permaneció hasta 1854, cuando fue destruido por un incendio.
Luego de su destrucción, el interés por este autómata revivió de tanto en tanto. Recientemente, una serie sobre magia del History Channel presentó una réplica del Turco construida por John Gaughan, especialista en artículos de magia. Lamentablemente no se brinda ninguna pista sobre el funcionamiento de esta réplica.
Por otra parte, la serie presenta como legítimos otros trucos muy conocidos, como el del mago que detiene una bala con sus dientes. De modo que no puede tomarse como una fuente confiable.
Mientras la mayoría de los expertos coincide en que un jugador humano operaba el Turco desde el interior, todavía hay quienes creen que realmente se trataba de una máquina automática y que, como se dice en estos casos, "su secreto se ha perdido".
El maestro y la compu
El encuentro entre AlphaGo y Lee Seedol evoca el match que, en 1997, protagonizaron Garry Kasparov, campeón mundial de ajedrez, y la computadora Deep Blue, desarrollada por la IBM. Ambos ya se habían enfrentado el año anterior con un resultado de 4-2 a favor de Kasparov, confirmando, para muchos, la superioridad del hombre sobre la máquina, aunque Deep Blue ganó la primera partida.
El encuentro de 1997 comenzó con una victoria para Kasparov. La segunda partida fue para Deep Blue y, luego de tres partidas terminadas en tablas, ambos llegaron empatados a la sexta y última partida. Kasparov se rindió luego de solamente 19 jugadas dándole a Deep Blue la victoria en el match.
El resultado final fue polémico y algunos especialistas opinan que Kasparov "se dejó ganar" ya que no creen que una computadora pudiera jugar al nivel de un gran maestro en 1997. Sin embargo, una computadora no se cansa, no se distrae y tiene una capacidad de cálculo tan grande como su constructor quiera darle. En ese sentido, la victoria de Deep Blue sobre Kasparov es tan interesante como la de una motocicleta sobre Usain Bolt.