“El Carlotismo”. Si bien Manuel Belgrano fue siempre un cabal demócrata, las coyunturas históricas le forzaron a ser regalista o monárquico contra los realistas procolonialistas. Fue el fundador en el Virreinato del Río de la Plata de la corriente llamada carlotismo.
Ante la llegada de noticias de que la metrópoli había sido ocupada por el ejército francés y el rey Fernando VII de España estaba preso en Francia, esperaba poder suplantarlo, al menos para ese Virreinato, por la infanta Carlota Joaquina —quien era la hermana del rey depuesto y, a su vez, la esposa del príncipe regente Juan VI de Portugal— y residente en esa época en Río de Janeiro como consecuencia de la invasión de los franceses.
También el marqués de Casa Pizarro, Ramón García de León y Pizarro, pensaba que esto sería positivo para el Virreinato del Río de la Plata, dadas las circunstancias de España frente al poder del rey francés José Bonaparte. Mantuvo nutrida correspondencia con ella y unió a su movimiento a muchos destacados independentistas, como Castelli, Vieytes, Nicolás Rodríguez Peña, Juan José Paso, Miguel Mariano de Villegas e incluso efímeramente a Saavedra.
Su idea era ganar más autonomía, y tal vez la independencia, a través de la figura de la infanta, pero la candidatura de Carlota Joaquina era muy poco adecuada para alcanzar esos objetivos.
En esta entrevista, hablaremos también de la Revolución de Mayo. A principios de mayo de 1810 Belgrano fue uno de los principales dirigentes de la insurrección que se transformó en la Revolución de Mayo. En ésta su actuación fue central, tanto personalmente como en su rol de jefe del carlotismo. Participó en el cabildo abierto del 22 de mayo y votó por el reemplazo del Virrey por una Junta, que fue la propuesta vencedora. El 25 de mayo fue elegido vocal de la Primera Junta de Gobierno, embrión del primer gobierno patrio argentino, junto con otros dos carlotistas: Castelli y Paso.
Belgrano era el miembro de la Junta con más experiencia política, y el más relacionado: la mayor parte de los funcionarios nombrados por el nuevo gobierno lo fueron por consejo suyo. Dirigió por un corto período el expartido carlotista, pero rápidamente el control del grupo —y en cierta medida del gobierno— pasó a Mariano Moreno.
Aunque no era militar profesional, la Primera Junta nombró a Belgrano al mando de la expedición militar a la provincia del Paraguay.
En sus campañas militares llamó la atención su frugalidad y su modo de vida, equiparable al de un soldado raso. Incorporó a su ejército a algunos paraguayos, tanto por su capacidad como por sus contactos: los hermanos José y Ramón Espínola, hijos de José Espínola y Peña, el «viviente más odiado por los paraguayos», ambos en calidad de edecanes; a José Ildefonso Machain, militar que había luchado en España contra Napoleón e importante familia en Asunción, como segundo suyo; y al capitán de artillería Bonifacio Ramos que había actuado durante las invasiones inglesas.
Este programa culminará con el juicio a Belgrano tras la revolución producida el 5 y 6 de abril de 1811. Y la misión diplomática al Paraguay. Como consecuencia del cambio político ocurrido en el Paraguay en junio de 1811, la Junta consideró que Belgrano era el hombre más adecuado para iniciar negociaciones con el nuevo gobierno paraguayo.
El 1 de agosto, lo nombró representante de la Junta en misión especial con las Instrucciones oficiales y confidenciales correspondientes. Belgrano respondió que para llevar adelante su cometido era conveniente que se resolviese previamente su situación procesal. Teniendo en cuenta que ya se habían realizado las publicaciones y recogidos los informes, renunció a toda defensa y confió la misma en todos los oficios que había enviado oportunamente a la Junta mientras estuvo en operaciones y en las declaraciones de los oficiales de su ejército.
Entrevista a Marcela Ternavasio