Hace cinco años, el grito "Paren de matarnos", un estallido visceral de las mujeres y disidencias ante el femicidio de Chiara Páez tomó las calles de Rosario y de todo el país. Así el 3 de Junio se instaló en la agenda del movimiento feminista y camina desde hace un lustro con avances y cuentas pendientes, muchas agudizadas por la pandemia. Sólo en Rosario, y durante el período de cuarentena, la Justicia recibió casi una decena de denuncias por día, más de 600 acumuladas desde el 20 de marzo; y el municipio acumuló a través del Teléfono Verde y su línea de WhatsApp hasta 30 consultas cada 24 horas. Las políticas de prevención y erradicación de la violencia machista, con su extremo cruel en los femicidios, son una de esas deudas: de enero a mayo se produjeron en la Argentina 124 crímenes de género, 112 intentos de homicidios y 151 niños se quedaron sin madre. En 2015 cuando el Ni Una Menos se instaló, en la Argentina una mujer era asesinada cada 30 horas, hoy muere una una cada 29.
El registro de los femicidios que lleva la organización Mumalá (Mujeres por la Matria Latinoamericana) registró 124 muertes violentas en lo que va de este año, de las cuales el 63% fue asesinada por su pareja o ex pareja, y en un 68% de los crímenes se produjeron en la vivienda de la víctima o el domicilio que compartía con el matador.
De ese total, 61 se dieron durante la pandemia, un contexto que agudizó los escenarios de violencia en el marco de una "crisis inédita" que obligó a los tres niveles del Estado a implementar sistemas alternativos de denuncia en el marco del aislamiento que dejó en muchos casos a las víctimas aisladas con sus agresores.
En Rosario la Unidad de Violencia de Género del MPA recibió entre el 20 de marzo y el 27 de mayo 639 denuncias, entre las que se realizaron a través de comisarías y de los sistemas on line implementados. En ese período se realizaron 60 audiencias a través de videoconferencias, hubo 17 condenas en procedimientos abreviados, y se detuvo a 39 personas. Hoy la Unidad de Violencia de Género del Ministerio Público de la Acusación (MPA) cuenta con tres fiscales, y analizan sumar otros dos.
El Teléfono Verde y la línea de WhatsApp recibió en el mismo período 1776 comunicaciones, a razón de 25 por cada día de aislamiento en abril y trepando a 29 en mayo, un mes en el cual las consultas recibidas a través del servicio de mensajería superaron a las de la línea gratuita.
"La violencia machista se incrementa y se agudiza en el marco de la pademia", señaló desde el Colectivo Ni Una Menos Virginia Giacosa, y graficó cómo más aún en tiempos de pandemia la violencia hace mella en las mujeres. "La muerte de Ramona Medina en la Villa 31, que murió de Covid-19 tras denunciar la imposibilidad de cumplir el aislamiento en el barrio por la falta de un elemento tan vital como es el agua no sólo muestra cómo las tareas de cuidado, el trabajo comunitario, y las mujeres son ese hilo más delgado que se corta en estas situaciones".
Proclama en las redes
Si bien con "responsabilidad" este año no se ocuparán masivamente las calles como se viene haciendo ante cada efeméride de la agenda feminista, eso no significará para el silencio de las mujeres. Las proclamas se escucharán en las calles, se proyectarán en los edificios, estarán en redes sociales y las leerán en vivo las mujeres, cada una de sus casas.
En Rosario, desde las 11 y hasta las 17 una propaladora recorrerá la ciudad y sus barrios con las consignas de este #3J, desde El Mangrullo en la zona sur hasta la zona oeste en Felipe Moré al 3400, el noroeste, Empalme Graneros y Los Pumitas, y la zona norte. Habrá pegatina de afiches, y un tuitazo entre las 11 y las 13 con el hashtag #NiUnaMenos, y la convocatoria a poner listones violetas en puertas y ventanas.
Desde las 19, las consignas también se proyectarán sobre los edificios de la ciudad, y se preparará el escenario para que a las 20, miles de mujeres, a través de las redes sociales, y en vivo lean la proclama por el fin de la violencia machista.
Más que un grito
El asesinato a golpes de la joven de 14 años en Rufino a manos de su pareja encendió el reclamo del movimiento feminista, de mujeres, lesbianas, travestis, trans, no binaries, indígenas, originarias y afros que ocuparon la calle, pero no quedó sólo en una reacción momentánea frente a la impotencia y la muerte.
"Pasaron muchas cosas y entre otras el gran crecimiento que hizo que desde entonces el movimiento feminista protagonizara las mayores manifestaciones y ocupaciones del espacio público", señaló la secretaria de Género y Sexualidades de la UNR e integrante del Colectivo Ni Una Menos, Florencia Rovetto, que en ese escenario apuntó a la fuerte presencia de las jóvenes y adolescentes que "llegaron más rápido al feminismo y que instalaron debates en sus casas y con sus madres, como el aborto y el mandato de la maternidad".
Es que desde entonces las disputas por el fin de las desigualdades se abrieron en todos los campos posibles. Así la ley para la interrupción legal del embarazo sigue siendo una urgencia en el reclamo de "Ni una menos por abortos clandestinos" como señala Silvia Augsburger, la economía como apunta Julia Strada como otro de los escenarios de disputa "simbólica y de sentido", e incluso las que se dan en los deportes aficionados y profesionales, y lo apunta Paula Reggiardo.
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Entre las conquistas, desde entonces, Rovetto señaló a la aprobación e implementación de la Ley Micaela que obliga a la capacitación de los tres estamentos del Estado, "una oportunidad de transversalizar y entrar en las estructuras de la administración pública", señaló, y que nace también del asesinato de la joven entrerriana Micaela García.
"Además en estos cinco años pasamos de un repudio visceral de la violencia a un diagnóstico más preciso sobre las condiciones de desigualdad que hacen posible esas violencias", indicó Rovetto, y apuntó que la pandemia deja en evidencia uno de los déficits centrales, como es la falta de una política de cuidado en todos los niveles.
"Estamos ante la inexistencia de una política de cuidado, de calidad y duraderas, algo que se evidencia con la pandemia que además muestras las profundas desigualdades de clase que se interseccionan crudamente con otras desigualdades, como las de género y las étnicas", explicó.
Así son cinco años en que "el grito no quedó en la redes", señala Giacosa, y fundamentalmente porque el movimiento de mujeres tiene aún muchas batallas por delante. "Todas las conquistas aún no alcanzaron a producir transformaciones de relevancia, aún falta lucha y trabajo continuó Rovetto. Y en contextos excepcionales como la pandemia, es necesario dar cabida a transformaciones que tienen otros tiempos y condiciones, pero que ahora son apremiantes, como es poner el cuidado y la reproducción de la vida en el centro de una política de Estado es fundamental y es algo que aún no es prioridad entre quienes están tomando las decisiones más importantes".
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Un colectivo que fue creciendo sin pausa
El asesinato a golpes de la joven de 14 años Chiara Páez en Rufino a manos de su pareja encendió el reclamo del movimiento feminista, de mujeres, lesbianas, travestis, trans, no binaries, indígenas, originarias y afros, quienes ocuparon la calle, pero no quedó sólo en una reacción momentánea frente a la impotencia y la muerte.
“Pasaron muchas cosas. El movimiento feminista tuvo un gran crecimiento y fue protagonizando las mayores manifestaciones y ocupaciones del espacio público”, señaló la secretaria de Género y Sexualidades de la UNR e integrante del Colectivo Ni Una Menos, Florencia Rovetto, que en ese escenario apuntó a la fuerte presencia de las jóvenes y adolescentes que “llegaron más rápido al feminismo y que instalaron debates en sus casas y con sus madres, como el aborto y el mandato de la maternidad”.
Así, son cinco años en que “el grito no quedó en la redes”, graficó Virginia Giacosa, referente del mismo colectivo. “Fundamentalmente porque el movimiento de mujeres tiene aún muchas batallas por delante”, cerró.