"Mi padre compró ese local hace veinte años, cuando aún estaba el bar Mogambo. Nunca se valoraron los murales de Vanzo, había uno más que ya se perdió. Y el primer responsable de estas pérdidas es el consejo de administración de la Galería Rosario porque nunca acordaron con ninguna administración municipal para repararlo". El descargo es de Ricardo Cosio, un comerciante que tiene en alquiler varias decenas de locales en las galerías del microcentro de Rosario. Enterado por la nota que publicó hoy La Capital donde se advierte que la obra "Los músicos" del plástico rosarino que está en una de las paredes de su local está a punto de desaparecer, expresó su posición.
Cossio tiene locales en las galerías Córdoba, Mercurio y Victoria Mall pero solo posee el local 01 con vistas a calle San Martín al 800, en la Galería Rosario. El espacio estuvo ocupado hasta hace un mes pero ahora está en alquiler. Se trata de un local comercial que fue paradigmático para la historia de la ciudad porque allí funcionó el bar Mogambo, pero curiosamente nunca se lo valoró por haber sido receptáculo de dos murales de alto valor pictórico y patrimonial con la firma de Vanzo.
"Nunca se cotizó el local por eso. Mi papá se los compró a los ex dueños del bar El Cairo, quienes también tenían esta propiedad: Tzovani y Juan Ruiz, dueño de Cafe Berkel", asegura Cosio, quien dice que hay que rescatar la obra y el municipio debe ayudar al consejo de administración para que eso sea una realidad.
"Si el consejo de administradores tiene amor por la ciudad debe dialogar con el municipio para restaurarlo, yo no puedo hacer eso, debe hacerlo gente capacitada. Sino pasará lo mismo que con el mural de la medianera sur, con el ex cine Heraldo: la pintura se descascaró y los inquilinos pintaron encima, o podrían haberle puesto un durlock como en el local frente a la galería", señaló Cosio, integrante del Club de Residentes de Extranjeros de Rosario, el más viejo de su tipo en la ciudad (data de 1827), ubicado en el primer piso de la Galería Córdoba (Córdoba 1080).
"Solo quedan dos residentes pero yo lo mantengo porque amo a mi ciudad, por eso preservo el club, sus muebles, su biblioteca original. Lo mismo se debería hacer entonces con la obra de Vanzo, más si la pueden ver muchos y no unos pocos rosarinos", agregó.
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A pesar de que el local, de dos plantas y 50 metros cuadrados en cada una, no se cotizó por la obra que contiene en una de sus paredes: ronda los 120 mil pesos de alquiler a los que hay que agregar unos 40 mil pesos de expensas en una galería con calefacción, aire acondicionado central y vigilancia privada.
"De todos modos _insiste Cosio_ esta galería dejó de ser lo que era, cuando el bar Bridge del primer piso era un lujo para comer entrecots y papas suflé. Es que quisieron convertir la galería en centro comercial cuando desde sus orígenes era un paseo comercial, esto no es un shopping que maneja una sociedad anónima ni es de un sólo dueño, son muchas las personas que toman decisiones, unos 60 dueños de locales que deben ponerse de acuerdo y no es fácil, por eso pasan los años y no pueden proteger siquiera este mural, y la galería se convirtió en un conjunto de locales chiquitos y de altas expensas", se quejó.
Desde el Asturias a Río Sol
El abuelo de Cosio llegó a la Argentina desde Asturias. Y antes de convertirse en gastronómico cavó fosas en el cementerio La Piedad y manejó un camión para el depósito de la cervecería Quilmes en avenida Alberdi.
"Se fue de allí y comenzó a abrir bares, algo que heredamos mi padre y yo. El primero que abrió mi abuelo fue el Asturias que tenía almacén y cancha de bochas, en Sorrento y Mazza", dice sobre el lugar que ahora se convirtió en un salón de fiestas infantiles. Luego le llegaría el turno al Agrario, en Sarmiento y Mendoza (ahora el local está vacío), más tarde abrió Los Colonos, en San Luis y Entre Ríos (hoy un comercio de botones), continuó con el Amambay (entre Ríos 1100), con Mi Café (en la entrada de la galería Córdoba, en Sarmiento al 700), con Río Sol (en Sarmiento 958) y con el Laurat Bat (santa Fe y Entre Ríos). "Luego trasladé yo el Río Sol a Sarmiento al 700, donde está ahora, y dejé de ser el dueño del negocio, no del local, en 2013", dice el comerciante quien detalla que en esta pandemia unos siete inquilinos bajaron las persianas de sus locales, y varios deben alquileres.
"Es que no estamos en un momento del país para vivir de rentas, venimos de cuatro años malos, todos debemos achicarnos un poco si queremos ganar o no perder demasiado, hay que cuidar los locales y los inquilinos", concluyó.