Miedo, silencio y angustia. En barrio Larrea volvió el temor tras el rumor de que el búnker de drogas que funcionaba en José Ingenieros al 7100 se está reinstalando. Más aún, otro dato que circula por las calles enciende las alertas: hace dos semanas liberaron a la narco que administraba el negocio e imponía su autoridad a sangre y fuego. Para peor. A la parroquia María Reina (baleada en septiembre pasado) le retiraron la custodia policial en enero y los vecinos se sienten desprotegidos. En pocos días comienza el ciclo lectivo en el Colegio Paulo VI, que funciona en Méjico al 100 bis, justo enfrente.
El 23 de septiembre, el complejo educativo-religioso amaneció convulsionado. Días antes, el padre Juan Pablo Núñez tuvo la valentía de denunciar a los narcos que vendían droga en la zona.
La amenaza le llegó al instante. "Agarrá plata, calláte la boca o te quemamos", le dijeron dos chicos de no más de 18 años. El párroco siguió poniendo el tema en agenda. Aquel domingo, pasada las 3.20 al menos diez proyectiles perforaron la fachada de la parroquia María Reina y el Colegio Paulo VI.
La noticia traspuso las fronteras de Larrea. A los tres días se celebró una Misa por la Paz para apoyar al párroco.
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Hasta allí no sólo fueron funcionarios sino el arzobispo de Rosario, monseñor Eduardo Martín, curas de otras iglesias y vecinos. Fuera del templo, dos móviles de Gendarmería y uno de la policía de Santa Fe custodiaron el oficio religioso.
Pasaron casi seis meses de la balacera. Una de las narcos sindicadas como jefa de un búnker que funcionaba detrás de la parroquia fue detenida, el Ministerio de Seguridad santafesino dispuso un patrullero de custodia y Gendarmería y la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) realizaron rondines en la cuadra.
Desde entonces, se respiró tranquilidad en las calles. Pero desde hace una semana el miedo volvió a apoderarse del barrio. Así lo expresa un mensaje que circula entre los vecinos. "Urgente, vecinos de Larrea. El búnker de I. está reabriendo. Vienen a vivir los hijos y los nietos que vendían droga a los pibes del barrio", dice el texto que además advierte que "entran materiales de obra como si nada" a José Ingenieros al 7100. "Además, al padre Juan le sacaron la custodia y dejaron la escuela otra vez sola, justo cuando empiezan las clases", agrega.
"El barrio vuelve a estar en manos de nadie y la preocupación de los vecinos vuelve a crecer, con justa razón"
Sin la custodia y con la vuelta de quien sindican los vecinos "como la narco que maneja el barrio", el miedo ronda cada una de las casas. Algunos aseguran que el búnker fue reciclado y ahora funciona como casa de los nietos de la jefa narco.
El temor también recrudece en los padres de alumnos del Colegio Paulo VI ante el inminente inicio de clases. "La liberaron hace casi dos semanas, hace tres semanas empezaron a arreglar el búnker y desde enero no hay custodia de la policía", comentó un vecino que pidió "por favor" reserva de identidad ante el miedo. "Quedaron los rondines de las fuerzas federales", agregó.
Incluso desde el entorno del padre Núñez también se recurrió a la discreción. "Estamos tomando los recaudos que podemos, no tenemos custodia y estamos siendo más prudentes que nunca", dijo una fuente.
LaCapital también habló con referentes del Club María Reina, de Nicaragua y Génova, en la zona donde se erigen la parroquia y la escuela religiosa; institución a la que acuden unos 200 pibes a hacer deportes. "Tomamos todo esto con sorpresa. ¿Es casualidad que a la escuela y a la Iglesia les quiten la custodia y a los pocos días quedan liberados los narcos? Muchas casualidades inentendibles. El barrio vuelve a estar en manos de nadie, la preocupación de los vecinos vuelve a crecer. Hoy estamos de manos atadas, calladitos mientras esta gente se pasea amenazando", dijo otro vecino que pidió no ser nombrado.
"Estamos acorbardados, se nos cae todo encima. Por lo que trabajamos y peleamos, sentimos que ya no existe. La sensación es de estar defraudados porque el Estado no te apoya en las causas. Defendés a un barrio y no les importa. La verdad es que estamos de brazos caídos", narró otro testimonio.