La carrera para la renovación del Concejo municipal, que se lanza el domingo con la celebración de las elecciones primarias, tiene este año un rasgo inédito: tres integrantes de la comunidad travesti-trans son precandidatas en representación de distintas coaliciones. En el caso de que alguna resulte electa en los comicios generales de noviembre, será la primera vez que una persona del colectivo ocupe una banca en el Palacio Vasallo.
Michelle Vargas Lobo (de la lista “Rosario de pie”- Frente de Todos), Rubí del Mar Pérez (de “Rosario suma”- Frente Progresista, Cívico y Social) y Mariana Fernández (de Ciudad Futura) buscan hacer historia en una ciudad que siempre se destacó por un movimiento feminista y de la diversidad activo y movilizado, por políticas públicas pioneras respecto de la inclusión de mujeres y disidencias.
De hecho, según el informe sobre paridad en puestos de decisión que realizó en 2021 la Secretaría de Género y Derechos Humanos de la Municipalidad, Rosario se ubica a la vanguardia en la materia: mientras el promedio de mujeres en los concejos municipales de América latina es del 29 por ciento, aquí supera el 50. “La presencia de mujeres en los poderes del Estado local alcanza o supera la paridad numérica, con 57% de concejalas y 50%de Secretarías/Subsecretarías en el Ejecutivo”, reza el informe “Tan lejos, tan cerca”. Entre las mujeres que lograron cargos políticos, la población travesti- trans está ausente, a pesar de que en contiendas anteriores otras referentes de la comunidad lo intentaron.
Las activistas que ahora se candidatean tienen en común que hace años vinieron desde otras latitudes a afincarse en la ciudad. En sus calles refieren haber sufrido, por su condición, exclusiones, violencia, discriminación; también valoran el camino de militancia en el que se encontraron con pares y hoy las anima a integrar una nómina, a recorrer los barrios para hacer campaña, a escuchar a los vecinos y pedirles el voto. Una de ellas montó un comedor en barrio Acindar en plena pandemia, otra está por recibirse de enfermera, la tercera estudia locución y ejerce el trabajo sexual. Las tres saben que su ingreso al Concejo resulta difícil en tanto no figuran al tope de sus respectivas listas; en todo caso saborean como un triunfo y un reconocimiento el haber sido convocadas e incluidas.
La Choco: una abuela travesti con vocación de lucha
77915678.jpg
Marcelo Bustamante
Mariana Fernández, más conocida como Chocolate o La Choco, no puede ocultar la emoción. “Se está por operar mi hija, la que está embarazada”, se justifica. A sus 60 años, tiene cinco hijos y seis nietos, vive en pareja y maneja un comedor que montó al inicio de la pandemia en su casa de barrio Acindar, en principio “para chicas trans” pero pronto extendido al conjunto de los vecinos. La cuarentena estricta de marzo de 2020 fue un punto de inflexión y dejó de ejercer el trabajo sexual que la había llevado por distintos rincones de la ciudad. El armado del comedor bautizado Candela, como su nieta mayor, la contactó con organizaciones, dirigentes y funcionarios, entre ellos la concejala de Ciudad Futura Caren Tepp. Hoy Fernández forma parte de la lista de ese espacio político en el número diez.
Nació en Goya, Corrientes, y de chica vino a vivir a Rosario. “Las travestis que más necesitan están en los barrios, por eso sería buenísimo que una de nosotras luchara en el Concejo por las cosas que necesitamos, sobre todo trabajo y vivienda”, reflexiona. “Tenemos derecho a vivir dignamente, pero todavía hay compañeras en villas, sin servicios, que son golpeadas, que tienen cáncer y les cierran las puertas. Somos maltratadas psicológicamente”, asegura.
A los 15 años se puso los tacos, trabajó como varón para mantener a su familia y se alfabetizó de grande. En la lucha por la supervivencia en arduas condiciones, pertenecer a un partido político no estaba dentro del menú de posibilidades de quien ni siquiera podía votar con su identidad femenina. Sin embargo, la discriminación y la violencia la forjaron en la lucha. “Siempre nos enfrentamos solas a la vida y hoy queremos tener oportunidades”, concluye Fernández en primera persona del plural.
Michelle; una luchadora contra la desigualdad
77918247.jpg
Virginia Benedetto
Michelle Vargas Lobo está por terminar la carrera de enfermería en la UNR aunque anuncia que seguirá dos años hasta obtener la licenciatura. En 2019 se sumó como asesora al equipo de la concejala justicialista Alejandra Gómez Sáenz, un paso en su formación militante, la cual arrancó hace una década. Oriunda de la Patagonia (nació en Chubut en 1981 y se crió en Santa Cruz), se mudó a Rosario en 2002. Actualmente vive en el barrio Bella Vista, sin agua corriente ni gas. Conoce de primera mano las dificultades de muchos vecinos de las barriadas y los asentamientos; lo que más la agravia es la desigualdad.
“Estoy muy contenta y orgullosa de ser precandidata por primera vez, ya me habían ofrecido pero había dicho que no. Ahora siento que es el momento porque me vine preparando, al igual que la organización a la que pertenezco (Comunidad travesti trans). Para ocupar un cargo no hace falta un título universitario sino experiencia en el territorio, conocer las necesidades de la gente”, dice Vargas Lobo, séptima en la lista que encabeza la edila Norma López.
“En el Concejo Municipal debe haber una mirada travesti trans, no solo en cuestiones de diversidad sino en temas como ambiente, transporte, movilidad. Nuestra mirada va más allá y se relaciona con un proyecto de país, de ciudad”, advierte la dirigente conocida como La Miya.
Rubí; la joven transgresora que quiere cambiar Rosario
77915676.jpg
Marcelo Bustamante
Rubí del Mar Pérez nació en Zavalla, pero en 2014 eligió Rosario para vivir y militar. A los 33 años, estudia locución en el Iset Nº 18 y preside el centro de estudiantes preside por segundo mandato a través de la agrupación Guillermo Estévez Boero del Partido Socialista. Vecina del Abasto, asesora a la diputada provincial Claudia Balagué, es la sexta precandidata de la lista que encabezan Miguel Cappiello y Lorena Carbajal.
Se define como una mujer trans porque transgredió un género. Todos los gestos necesarios para esta transformación implicaron una militancia aunque no fuera consciente de ello, reflexiona ahora: “Eran actos políticos unipersonales”. Luego la participación adoptó una dimensión más colectiva. “Mi inclusión en la lista visibiliza la presencia de una chica trans en el espacio y las políticas transfeministas que el partido quiere llevar adelante”, explica.
“Me siento parte de un equipo donde me dan importancia, no que me incorporaron porque está de moda o había que llenar un lugar. Estoy aprendiendo y de hecho soy políticamente incorrecta en un montón de cuestiones. Por ejemplo ejerzo el trabajo sexual”, detalla y amplía que uno de sus objetivos es bregar por los derechos de las meretrices. “Rosario fue pionera en políticas de diversidad, es hora de preguntarnos qué les podemos ofrecer a las trabajadores sexuales también, una deuda a saldar”, señala, contenta porque en las recorridas conoce otras realidades, se formula nuevas preguntas. Eso sí, siempre de punta en blanco y con un atuendo diferente. Cuando sus compañeros la cargan, les contesta: “Son cosas de travesti”.
“Tengo una cuestión muy personal con Rosario”, se sincera. “Cuando llegué, me imaginaba que era la Thalía pobre que venía a conocer a un millonario y con lo único que me encontré fue con una esquina. Fue muy decepcionante y pensé: «Esto hay que cambiarlo, lo primero que tengo que hacer es forjar mi destino». No elegimos el trabajo sexual, es la única opción que nos dejan y encima después nos condenan”, finaliza