La crisis del consumo se refleja en los supermercados de Rosario en forma de cambios de hábito, tanto en frecuencia de compra como en elección de productos. Los clientes van más seguido, en promedio unas tres veces por semana, pero gastan menos. Llevan menos carne, enlatados, bebidas alcohólicas y quesos duros.
Así lo revelaron desde la Cámara de Supermercados de Rosario: “Los clientes van más veces al supermercado que antes. En promedio, tres veces por semana, y llevan menor cantidad de productos”, apuntó su presidente, Sergio Cassinerio, titular de la firma local La Reina.
Hábitos de consumo
Uno de los aspectos más notables de esta modificación en la rutina de compra tiene que ver con las promociones bancarias y los descuentos abonando con sus tarjetas de crédito que se activan en distintos días y que el rosarino aprovecha al máximo yendo varias veces. Pero no es el único.
Esta nueva modalidad de compra también tiene que ver con la tentación y el consumo percibido como excesivo o innecesario. “Básicamente, comprando así consumen menos al no tener cosas para tentarse guardadas en la alacena. Y ven que hay ofertas que no estaban cuando fueron la vez anterior, ya que el proveedor, en función de su necesidad de venta, debe hacerlas para acercarse al consumidor”, explicó al analizar la situación actual del sector.
Según apuntó, los precios se mantienen relativamente estables, con aumentos dentro de los márgenes inflacionarios. Sin embargo, cuando algún producto supera esos valores, “enseguida la gente retruca no comprando, por lo que tienen que promocionarlo con ofertas para no quedar fuera del radar de consumo del cliente”, detalló.
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Productos que caen
Cassinerio señaló que, entre los productos que pierden demanda, hubo una fuerte caída en las ventas de enlatados, tanto de pescadería (atún, caballa, mariscos) como de frutas (duraznos, peras, ananá, ensalada de frutas), de bebidas alcohólicas (principalmente cerveza y vinos) y de quesos de pasta semiblanda y duros.
En cuanto al reemplazo de alimentos, la caída en la compra de ese tipo de productos lácteos fue suplida por la de los quesos cremosos más baratos. En tanto, en el rubro carnes, volvió otra costumbre de los momentos recesivos: el crecimiento del consumo de cerdo y pollo, más económicas, en detrimento de la carne vacuna.
Respecto a frutas y verduras, no se detectó un corrimiento hacia hidratos como reemplazo, sino un consumo guiado por la estacionalidad: “Lo va manejando con productos de estación”, indicó.
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Segundas marcas
Otro fenómeno que gana terreno es la irrupción en góndola de empresas que antes solo fasonaban para otras firmas, ahora con su marca propia, que son muy elegidas por los clientes porque manejan valores más económicos.
“Se las tilda de segunda o tercera marca, pero quiero aclarar que siguen siendo productos de primera calidad. Tienen menor estructura de costos, con lo que salen al mercado con mejor precio”, explicó. Según precisó, este fenómeno se da principalmente en farináceos, productos de limpieza y aseo personal, leches larga vida y legumbres.
Finalmente, consultado sobre la rentabilidad y facturación del sector, Cassinerio fue contundente: “La rentabilidad se ve muy resentida. Hay una baja de ventas medida en unidades y los costos operativos aumentan. A eso se le suma la coparticipación de los descuentos en las promociones bancarias, donde se absorbe en igual porcentaje con el banco, por lo que también ganamos menos”, cerró.
Otros rubros
No es el único rubro del consumo que la está pasando mal en Rosario. La semana pasada se conoció que la venta en panaderías de la ciudad registró una caída interanual de entre el 10 % y el 15 %. El descenso comenzó a notarse desde abril y mayo, meses donde tradicionalmente se fortalece el consumo por la llegada del invierno.
El motivo principal que detectaron desde la Asociación de Industriales Panaderos de Rosario es la pérdida de poder adquisitivo de los compradores. Desde el sector alertaron también por la competencia clandestina y por el alto costo de las tarifas: calculan que a las 3.000 panaderías que hay en la ciudad, hay que sumarle otro 50 % o 60 % de comercios informales.
Anteriormente, los que habían encendido la alarma habían sido los kioskeros. Los comerciantes ya empiezan a percibir un cambio de hábito en los clientes, que provoca que hoy la facturación de los locales se sostenga principalmente por las marcas de cigarrillos baratos y alfajores.
Desde la cámara que nuclea al sector subrayaron que los clientes se están volcando a las líneas económicas de cigarrillos de las dos grandes distribuidoras, y también piden productos que se venden sueltos, sin marca y sin empaquetar; por eso los kioscos empezaron a traer facturas y bizcochos: lo artesanal es más barato.