La Unidad Penitenciaria N°5 es un gran elefante blanco ubicado en 27 de Febrero al 7800. Desde que se habilitó y se trasladó allí a las detenidas, en 2018, al edificio le falta agua potable y gas: todo los artefactos funcionan a electricidad y el exceso de consumo los quema. Pero además, la cárcel está prácticamente aislada, fuera del mapa urbano y el acceso a derechos. La única línea de colectivos que llega a la zona, el 121, deja a familiares, talleristas y trabajadores a seis cuadras, en Circunvalación y 27 de febrero: casi en la nada. Deben caminar seis cuadras para poder llegar.
Por eso la ONG Mujeres Tras las Rejas presentará un petitorio -que ya cosechó 156 firmas, de 100 organizaciones- al municipio y a la provincia, con el fin de informar lo que falta en este lugar donde las mujeres detenidas, 260 mujeres (14 madres y 3 embarazadas), conviven con 13 niños, cuando hay capacidad para 175 camas.
"Los 70 casos de gastroenteritis que se registraron a principios de año dan muestra del presente inhumano de las internas. Pero, además, está el problema de llegar a la Unidad: nosotras los lunes hacemos una tuición, esto es: llevamos a algunas mujeres a nuestras sede del centro a realidad actividad en nuestros talleres, las buscamos y las volvemos a acompañar a la Unidad, y todo en un colectivo con frecuencia reducida y cuando hace días nomás, el 5 de abril, hubo una balacera ”, dice la presidenta de la ONG, Brenda Brex.
La militante asegura que las gestiones para que haya líneas de transporte urbano de pasajeros que lleguen a la puerta de la Unidad se realizaron en el Distrito Oeste y también con el Ministerio de Seguridad, cuando las detenidas fueron trasladadas hace cinco años desde la vieja cárcel (Ingeniero Thedy 375 bis), pero nunca hubo respuesta, "a pesar -agregó- de que la línea de colectivos también favorecería al resto de la población carcelaria, como los detenidos en el Order (que estaban en la ex alcaidía y quedan allí, para no ir a las comisarías, hasta las primeras audiencias imputativas)".
De todos modos, dice Brex, nada impide ya la "superpoblación en las comisarías y en la unidad" y "la realidad de quienes van a visitarlas a la Unidad persiste y es conocida por todos".
De hecho, La Capital publicó el año pasado un premiado trabajo titulado "Las visitantes: historia de mujeres que cuidan a los presos", realizado por las periodistas Carina Bazzoni y María Laura Cicerchia y la reportera gráfica Celina Mutti Lovera que aborda la castigada vida en la cárcel desde las perspectivas de las políticas de cuidado y de género.
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17 años de Mujeres tras las Rejas
Las carencias son desde siempre. Mujeres tras las Rejas las sigue, paso a paso, desde 2006 (dos años antes de obtener su personería jurídica). Hoy tienen sede en Tucumán 2647 y son 30 mujeres trabajando por las mujeres privadas de su libertad.
Realizan con ellas cuatro talleres, en la Unidad 5: producción textil, radio (que transmite en Aire Libre) , poesía y producción literaria. Y les ofrecen otros en su sede: el de reparación de bicicletas, huerta urbana y cerámica y producción textil.
Con ellas ya editaron un libro ("Nadie las visita". De Graciela Rojas y Raquel Niño, editorial UNR) y van por uno más que busca editor. "Se llamará 'Confinadas'", señala Brex refiriéndose al texto escrito esta vez también por Graciela Rojas, además de Ernesto Reynoso y colaboradores que implementaron entrevistas y conversatorios con las detenidas.
El trabajo de la ONG, según se detalla, no para a pesar de las dificultades con las que se topan los talleristas y las condiciones que viven a diario las detenidas. "Es prácticamente abandono del Estado, por las casi nulas políticas públicas, se debe garantizar llegar al penal, no es posible que trabajadores, profesionales de talleres y familias con bolsas de comida a cuestas caminen seis cuadras para llegar", remarcó.