Si hay una especie que ganó popularidad con el correr del tiempo en Rosario y las grandes urbes por su caracter ingobernable, esas son sin dudas las palomas. Catalogadas por un sector de la población como auténticas "ratas con alas" y consideradas por otro como "animal simbólico de la paz", estas aves provenientes del Mediterráneo y sectores de Sudamérica no ingresaron aún en la categoría de "plaga" y generan más de un dolor de cabeza en automovilistas, consorcistas y hasta el propio municipio producto del daño que genera en el mobiliario público el excremento por su capacidad corrosiva. Sólo basta con caminar por las calles o levantar la mirada para observar a simple vista el verdadero chiquero que significa el excremento de palomas, difícil de quitar. La Muncipalidad, por lo pronto, lleva adelante un plan a largo plazo en base a un alimento tratado para evitar su reproducción, aunque llama a la población a dejar de alimentarlas porque, desde luego, todo trabajo llevado a cabo resultará en vano.
A pesar de la angustia y malestar que generan las palomas en la actualidad, es interesante apuntar que entre principios y mediados del siglo era común ver palomares en las casas. De hecho, aunque para muchos cueste creerlo, los pichones de estas espacies solían ser una fuente de alimento, razón por la cual gran parte de la población colombófila comenzó a migrar hacia distintos lares por razones meramente de supervivencia. También cabe recordar que en Rosario existe aún el Palomar en el parque Independencia y hasta entonces era frecuente llevar a niños y niñas para darles de comer a las bandadas que allí bajaban para alimentarse.
Claro que ese paradigma cambió por razones sanitarias, hoy la realidad es diferente y el Palomar ya no es lo que solía ser. De hecho, esa población que allí anidaba migró hacia recovecos de balcones en grandes edificios tanto públicos como privados de la zona alrededor del parque Independencia y es por eso que desde Control de Vectores municipal ya pusieron manos a la obra para controlar esas aves. Es que para sorpresa de muchos, la paloma no es considerada una plaga como lo son las ratas y otras alimañas a las que sí está autorizado su exterminio, y es entonces que el plan pasa por controlar la población hasta erradicarlas con métodos ecológicos y sustentables.
En declaraciones a La Capital, el titular de Control de Vectores del municipio y especialista en plagas urbanas, Carlos Tasinato, explica que en Rosario existen dos clases de paloma: la columba, esa robusta que migró a la ciudad a medida que se extendió la frontera agropecuaria en desmedro de los bosques nativos, y la torcaza, un tanto más pequeña y originaria de Sudamérica.
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"Es una especie introducida desde el Mediterráneo. Las casas, en otras épocas, acostumbraban a tener palomares porque el pichón se consumía y por eso la paloma empezó a migrar. Hoy este paradigma cambió y de hecho hasta había un palomar e incluso en las fechas patrias o aniversario se acostumbraba a realizar suelta de palomas, tiene atributos de plaga por la cantidad de materia fecal que genera", explica.
En ese sentido, aclara que no se considera plaga y eso supone un factor limitante en cuanto a la prohibición de eliminarlas. Entonces, Tasinato comenta que desde hace un tiempo comenzaron a depositar un alimento tratado con nicarbazina, un desparasitario aprobado por el Senasa que inhibe el calcio y hace que el huevo no se puede formar.
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"Actúa como anticonceptivo y con que lo consuman una vez a la semana es suficiente", aclara para comentar que se trata de un plan a largo plazo, y que se desprende de un proyecto de ordenanza surgido del Concejo Municipal por el edil Miguel Tessandori. "En principio, el proyecto que hablaba sustancia diferente, pero si el ciudadano las sigue alimentando, será muy difícil controlar la población", asegura. Y acota: "La paloma tiene una buena prensa porque está arraigada a lo simbólico como animal de la paz o vínculo indisoluble para una pareja y eso hace que hasta el día de hoy la paloma esté protegida por la misma comunidad".
También genera que haya cada vez más denuncias de ese sector de la población que las protege a raíz de la cantidad de muertes por envenenamiento, cosa que está prohibida. Es que a diferencia de otros animales silvestres, que se aparean en momentos de mayor abundancia de alimentos, este tipo de ave tiene cierta domesticación y se reproduce todo el año, ya que la disponibilidad de alimento es contínua. A su vez, no cuenta con predadores naturales claros y eso favorece a su supervivencia.
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Al tener un solo canal excretor y a la vez mixto, el excremento de paloma presenta altos niveles de amoníaco y eso lo hace altamente corrosivo. Por eso Tasinato agrega que desde Vectores trabajan además con una especie de grano repelente orgánico aunque ya tienen en carpeta un plan superador. "Estamos pensando en establecer palomares ecológicos, donde la población se gestiona y reduce su población con métodos incruentos, es decir, reemplazo de huevos reales por falsos y en base a anticonceptivos se puede disminuir, pero es importante tomar conciencia ambiental y dejar de alimentarlas; de hecho, hay lugares en el mundo que penalizan a quienes las alimentan", consignó.
Sin dudas, el trabajo más sencillo y económico hasta entonces pasará por adquirir responsabilidad ambiental y cambiar de ritual. Es decir, dejar de alimentarlas y así disminuir a la población. Caso contrario, las palomas seguirán ganando la batalla.