Con una inflación que superó el 100% en lo que va del año las mujeres de clase media, de todas las edades, se vieron obligadas a dejar de lado alguno de los gustos que solían darse tiempo atrás. Si bien la crisis viene pisando fuerte desde hace años no hay dudas de que en 2024 se acentuó y que hay objetos de cosmética o vestimenta que áantes eran relativamente accesibles y hoy se convirtieron en imposibles. Las prioridades son otras. Básicamente, llegar a fin de mes.
"Tengo explotada la tarjeta con compras del supermercado, la cuota de la prepaga, los servicios de cable y teléfono, de ninguna manera puedo pensar en pasar por la perfumería". "¿Zapatos o botas? Este año no me pude comprar nada, mandé a arreglar lo que tenía". "Por suerte guardé ropa de buena calidad que compré en otras temporadas y todavía me sirve. ¿Una remera o pantalón de marca? No, nunca más". Estas son algunas de las reflexiones que aparecen cuando se juntan amigas o conocidas a charlar y sale el inevitable tema de los cambios que imprimió el ajuste en la vida cotidiana.
En esta lista, los 5 "lujos" que hasta no hace mucho tiempo las mujeres argentinas podían permitirse y que ya forman parte, para la mayoría, del arcón de los recuerdos.
Rutina de skincare: las redes están explotadas de influencers que muestran el paso a paso de sus rutinas para cuidar la piel, conocidas simplemente como Skincare, en las que promocionan un montón de productos cosméticos como agua micelar, geles y cremas de limpieza, serums, cremas hidratantes, antiage, antimanchas, protectores solares específicos y toda la variedad que se nos pueda ocurrir. Lo cierto es que los precios de la mayoría de esos artículos están hoy fuera del alcance de los bolsillos de las damas argentinas. "No voy a comprarme cosas que cuestan la tercera o cuarta parte de mi sueldo, aunque me ofrezcan cuotas con tarjeta o descuentos no tiene sentido meterme en ese gasto cuando se me hace difícil llegar a fin de mes", dicen con resignación las ex usuarias de reconocidas marcas, esas que ahora buscan alternativas en líneas económicas y se pasan la data de ese producto que sirve pero cuesta mucho menos.
Perfumes importados: para muchas dejó de ser una opción hace largo tiempo. La escena de la mesita de luz o el toilette con tres o cuatro frascos empezados de perfume importado se fue desvaneciendo al punto de ser un recuerdo lejano. Salvo que alguien lo reciba como regalo en una fecha súper especial o se consiga una promo de esas irresistibles, comprar un perfume proveniente del exterior es un lujo reservado para otros segmentos sociales. Con precios que arrancan en los 80 a 100 mil pesos para perfumes de 30 ml y que pueden trepar hasta los 340 mil pesos en frascos grandes, las mujeres buscan alternativas entre los nacionales (cada vez hay más) o simplemente se resignan a salir sin perfumarse.
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Semipermanentes: los locales donde se ofrece manicuría y pedicuría para embellecer uñas de manos y pies se expandieron por toda la ciudad. En algún momento era difícil conseguir un turno para las "semipermanentes" con poca anticipación, pero es fue cambiando a la par del aumento del costo del servicio. El esmaltado para este tipo de uñas arranca en los 20 a 25 mil pesos en manos (y otro tanto en pies) y puede ser mucho más oneroso dependiendo de los materiales y el diseño. Si bien la duración de las "semis" es mayor que la que ofrece el servicio tradicional, esta alternativa se anota ya como un lujo para la mayoría.
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Carteras y zapatos: la mujer argentina siempre tuvo estos dos artículos como objetos de deseo, más allá de las necesidades de calzarse y transportar cosas en forma diaria. No era raro que en el placard de jóvenes y señoras de clase media hubiese unos cuántos pares de zapatos, sandalias y botas y que se renovaran cada temporada. Lo mismo sucedía con las carteras, que a veces se regalaban o quedaban olvidadas en algún rincón, porque no había lugar donde ponerlas. El mercado ofrece cada vez más y mejores diseños pero los precios treparon tan alto, en especial en marcas de primera línea, que a la clase media se le se hace prácticamente imposible acceder.
Peluquería: la rutina de peinarse todas las semanas o retocarse la tintura cada 20 días en el salón, es una postal definitiva del pasado. Salvo ocasiones especiales o una fiesta importante, las mujeres se arreglan el cabello en su casa. Planchita, ruleros, cepillo, bucleras, se convirtieron en los aliados del estilismo del pelo puertas adentro. "Hacerse la tintura" y hasta los reflejos también forman parte de las cosas que ahora se hacen en casa. Cada vez es más frecuente que las mujeres vayan a la perfumería a asesorarse sobre colores y maneras de realizarse estos "trabajos" por fuera de los salones del rubro. Los peluqueros y peluqueras en más de una oportunidad terminan siendo los "salvadores" de algún que otro desastre, producido a causa del desconocimiento o del apuro de la usuaria.