Recordar, conmemorar, rememorar. Todos estos verbos remiten a lo mismo: poner en acto la memoria. Son palabras que permiten unir en un solo lazo el pasado, el presente y el futuro. Es activar el calor del que estamos hechos.
Recordar, conmemorar, rememorar. Todos estos verbos remiten a lo mismo: poner en acto la memoria. Son palabras que permiten unir en un solo lazo el pasado, el presente y el futuro. Es activar el calor del que estamos hechos.
Hitler les dijo a sus oficiales: “¿Quién habla hoy en día del exterminio de los armenios?”, para justificar la invasión a Polonia. En ese sentido, el lema bajo el que este año la Colectividad Armenia de Rosario se convoca es “Genocidio negado, genocidio repetido”. El lunes 24 a las 18 horas en el memorial ubicado en Dorrego y el Río, la comunidad armenia seguirá pidiendo justicia y reconocimiento de esta causa que el Estado turco aún niega.
Aunque actos como el del próximo lunes se repiten año a año, no todas las conmemoraciones son iguales. La historia no se repite dos veces. Por el contrario, siempre es diferente, aunque a veces haya semejanzas.
El 24 de abril de 2015 había sido especial. Se cumplían 100 años de la atrocidad cometida por el Estado turco persiguiendo, torturando, expulsando de sus casas y asesinando a la población armenia de sus tierras históricas. Desde la diáspora pensamos, quizás ingenuamente, que era un momento oportuno para que Turquía y parte de la comunidad internacional se redima y acepte las responsabilidades del caso. Lamentablemente eso no se cumplió. Más bien, se agravó.
En 2019 muchos jóvenes de la colectividad de Rosario tuvimos la gran oportunidad de viajar a Armenia, en el marco de los séptimos Juegos Panarmenios, una competencia que reunió a más de 5.000 deportistas de origen armenio de todo el mundo. No sólo pudimos conocer Erevan, la capital del país, sino también conocer y recorrer todo su territorio. Pudimos incluso jugar, bailar y conversar con jóvenes de todo el mundo en un territorio en disputa: Nagorno Karabaj o Artsaj. Caminamos libremente por tierras donde se respira armenidad: sus instituciones, sus costumbres, su lengua y su comida recuerdan a aquellas historias que nos contaban nuestros familiares sobre sus antepasados.
Aquel viaje, lamentablemente, es imposible en la actualidad. Artsaj es un territorio que previo a la Unión Soviética pertenecía a Armenia y que con la implosión de aquel bloque, se independizó como un Estado independiente de facto con reconocimiento limitado. El 95 por ciento de su población se reconoce armenia. Durante el 2019 Azerbaiyán comenzó con apoyo de Turquía un plan para exterminar y expulsar de aquel territorio a todos los armenios, reclamando aquella tierra como propia.
Los armenios son un pueblo de paz que ya ni siquiera vive en su territorio histórico, saqueado por Turquía y ahora por Azerbaiyán. Por eso, ante un nuevo 24 de abril, el pedido no es sólo reconocer el primer genocidio del siglo XX, sino también frenar otra guerra causada por una escalada de invasión y odio. Esta vez, no podemos poner la muletilla “sin precedentes”. La frase cobra una veracidad más alta que nunca: genocidio negado, genocidio repetido.
El próximo lunes, desde las 18, la Colectividad Armenia de Rosario se convocará nuevamente en el Memorial a las Víctimas del Genocidio Armenio (Dorrego y el Río). "Estamos convencidos de la importancia de seguir reclamando el reconocimiento de este hecho histórico, porque la impunidad del negacionismo turco sólo lleva a repetir horrores como el que atravesaron más de un millón y medio de personas", dijo el presidente de la entidad, Juan Danielian.
En Rosario viven hoy más de 800 descendientes de armenios. Se trata de aquellos que acostumbran a deletrear sus apellidos, terminados en ‘ian’, que significa ‘hijo de’. Los armenios llegaron a la ciudad huyendo del primer genocidio del siglo XX que hasta hoy sigue siendo ignorado por el Estado Turco.
Argentina tiene una de las diásporas armenias más grandes del mundo. Varios descendientes son referentes en nuestro país en distintas áreas, como David Nalbandian, Martín Karadagian, Eduardo Eurnekian, León Arslanian, Daniel Stamboulian y en el mundo, como Charles Aznavour (Aznavourian), Kasparov (Kasparian), la cantante Cher (Cherilyn Sarkisian), etcétera. Muchos acortaron sus apellidos por miedo a la persecución.