Dicho posicionamiento ayuda a la comprensión de esta historia. Es el diario La Capital asumiendo su rol de tribuna política, como lo eran la mayoría de los periódicos de la época, y contextualizando a su entender la situación general. Por lo tanto es un relato exclusivo, es su voz la que se imprime y se difunde, y es obvio, no se podría haber reconstruido sin su archivo histórico.
Hay otro punto de interés. Los estudios sobre las pestes en Rosario se abocaron a dar cuenta de sus causas y estragos, y el cólera y la polio fueron abordados con rigor científico y postulados de divulgación. Pero es mucho más difícil, laborioso y original contar lo que no fue. La Capital agradece la disposición e impulso de la licenciada Agustina Prieto, historiadora y docente de la Universidad Nacional de Rosario, autora del guión museístico de la muestra “La peste” que se vio en el Museo de la Ciudad en 2005. Fue ella quien alertó sobre la necesidad de abordar una página de la historia de la ciudad que no está en los libros. De allí el carácter inédito de esta investigación.
Tiempo y espacio: el Rosario de 1871
El Rosario de los Arroyos es una población que ocupa un lugar estratégico. El primer rasgo es geográfico. Está al lado del río Paraná y es punto de encuentro de caminos que van y vienen por vía terrestre y fluvial. Se comunica así con el noroeste argentino, Córdoba, Cuyo y todo el Litoral desde Asunción, pasando por Corrientes y Entre Ríos, hasta Buenos Aires y Montevideo, y con Brasil y Europa a través de conexiones ultramarinas.
Según los Censos Nacionales, el Rosario sostiene un aumento en su población que va de 20.000 mil habitantes en 1868 a 23 mil en 1869. La Capital la dimensiona para 1871 en 25 mil. Aún no aconteció la explosión poblacional y cultural de la inmigración masiva proveniente de Europa. Vive del comercio de productos de la campaña y de toda especie. Hace un año se inauguró el tren a Córdoba y las vías empiezan a dejar su cicatriz en la ciudad. Es una ciudad aireada ya que está sobre la barranca. No hay zonas residenciales establecidas, no hay industrias y aún no tiene aguas corrientes ni cloacas. No hay tampoco energía eléctrica ni teléfonos, tampoco tranways o servicio de transporte de pasajeros.
Un editorial del Diario La Capital del sábado 11 de marzo de 1871 puede ayudar a una mirada menos romántica de la ciudad en tiempos de la epidemia: “Es cierto que el centro de la ciudad del Rosario, donde hay calles empedradas, está aseado, que se barren las calles, y que los carros municipales de limpieza levantan las basuras diariamente. No así los alrededores. Visítese el matadero público, los corrales, los estaqueadores de los alrededores de la plaza General López, y se hallarán inmundos focos de infección. Los chanchos de Constantino y las majadas que ocupan el espacio de los suburbios de la ciudad y las quintas”, son “un receptáculo de animales muertos de que viven los cuervos y las gaviotas. A ciertas horas del día, y cuando el viento es del Este, no se puede aspirar el aire en las quintas de Galli, Amelong, Lezona, etcétera. Son las emanaciones pútridas del pésimo matadero que poseemos, y de las barracas, graserías y estaqueadores que se extienden desde la bajada Santa Cruz hasta el saladero del Saladillo”.
El diario propone que el saladero 11 de Noviembre sea expropiado “para que no ensucie las aguas que bebemos”. Y cree que “panaderías (que usan huesos como combustible y producen cenizas negras con sus hornos), velerías y jabonerías, curtiembres, tintorerías, caballerizas y cocherías” deben establecerse, tras la fijación por parte de la Municipalidad de un plazo justo, a diez cuadras de la plaza principal, no permitiendo a nuevos establecimientos establecerse en ese radio. “La conveniencia, la salud del pueblo así lo exige”, se argumenta.
Pero el lugar estratégico de la ciudad tiene un rasgo político. El Rosario es parte de un proyecto de grandes dimensiones, el de la Confederación, y la quiere como capital de la República, mientras la riña entre federales y unitarios sigue por las armas y por las páginas de los periódicos. El nombre del diario de Ovidio Lagos es una alusión a ese deseo de Justo José de Urquiza de sacar la capital de Buenos Aires.
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Lagos y Urquiza en un detalle del vitreaux que preside la Secretaría de Redacción / Archivo Diario la Capital.
De allí que la verba del redactor es netamente federalista y para él las epidemias son una responsabilidad de la política bélica del ex presidente general Bartolomé Mitre y una irresponsabilidad del actual, Domingo F. Sarmiento, quien termina huyendo de su asiento por ley. Impulsan a Lagos no solamente convicciones políticas cuando su propia familia en Buenos Aires es alcanzada por la fiebre amarilla.
Además de La Capital, en un dinámico campo del periodismo con muchos impresos de corta vida que en su mayoría son órganos difusores de alguna facción política, también se editan El Comercio, El Día, La Época, La Opinión Nacional y desde abril el folletín satírico La Cabrionera.
Cómo está organizado
Además de esta introducción, la investigación “La epidemia que no fue” está organizada en seis textos que se publicarán uno por día hasta completar la semana.
2.- Primeras noticias. Contradicciones informativas. Restricciones a la vista. La cercanía de la muerte.
3.- Mitre, el responsable. Cordón, cuarentena y desinfección. Aglomeraciones: ranchos, escuelas y misas. Incomunicados y desabastecidos. La peste va cercando el Rosario.
4.- La tragedia no para. La víctima preferida: el comercio. Un meeting a favor y otro en contra. La cuestión Capital, y van…
5.- Quién era el doctor Francisco Riva. Correspondencia y muerte de Riva. Exequias y homenajes. Un héroe local.
6.- La cruzada por Corrientes. El foco en las víctimas porteñas. Más ayuda de acá y de allá. Buenos Aires contagia lágrimas.
7.- Últimas imágenes de la tragedia. Las enseñanzas de la epidemia para el Rosario. El futuro es pestilente.
Cómo se hizo y tips de lectura
Apuntada la temática, la investigación archivística se realizó página por página sobre la colección histórica del Diario La Capital en su tomo de entre enero y junio de 1871. El diario tenía dos pliegos, es decir ocho páginas que se imprimían en el local de calle del Puerto (hoy San Martín) número 173, entre Córdoba y Rioja. Salía a la calle de martes a domingo y el número suelto valía dos pesos. Se vendía también por suscripción.
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Aviso destacado con los servicios ofrecidos por la imprenta de La Capital / Archivo Histórico Diario la Capital.
Se relevaron todos los textos que refiriesen directa o indirectamente a la temática, ya sean editoriales, noticias de diferentes tamaños, notas de opinión, solicitadas, correspondencia oficial, avisos comerciales, entre ellos también los destacados, así como piezas litográficas. De esa lectura se obtuvieron unas 1.100 fotos que se sometieron a su transcripción guiada por un proceso periodístico de selección y valoración de las informaciones de la época.
Como corolario de aquel proceso, el de escritura intentó ser respetuoso de los criterios, formatos y estilos periodísticos utilizados por La Capital hace 150 años. Son marcas sintácticas, semánticas y ortográficas que aportan a la fantasía de la construcción histórica pero disruptivas a los usos contemporáneos. Lo mismo se observará con las ilustraciones, ya que los registros fotográficos eran casi inexistentes.
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Obsérvense las marcas de época en la escritura, diseño e impresión del diario / Archivo Histórico Diario la Capital.
Además, seguramente el lector avezado de La Capital encuentre en esta crónica un detalle que la haga más interesante: es el propio Ovidio Lagos el que escribe, es la pluma de su fundador, director y redactor la que blande los ideales de una Argentina federal y un Rosario como motor de progreso y riquezas.
Asimismo es necesario prevenir. Son textos que deben obviar compulsivos digitales y otros afectados por la aceleración del tiempo. Se propone un viaje, parados en el mismo lugar, pero 150 años hacia atrás, y el trabajo tiene la pretensión de recrear los climas sanitarios, políticos y culturales de la epidemia, pero sobre todo las angustias, pequeñas alegrías y reacciones colectivas del Rosario de 1871 ante la fiebre amarilla. Y eso se consigue con espacio de desarrollo y tiempo de lectura.
La Capital espera contribuir así a la construcción de la identidad de los rosarinos, a la celebración de sus epopeyas, al reconocimiento de los héroes locales y a la difusión de su historia en pro de relatos menos generales y más regionales. Y como consecuencia, espera también aportar una mirada más amplia sobre la historia de todos los argentinos, donde sean siempre múltiples las voces que nos recuerden los consensos y las diferencias del país federal.
Rosario, junio de 2021. A 150 años de la epidemia que no fue
La serie completa
Capítulo 1: Cómo zafó el Rosario de la fiebre amarilla en 1871
Capítulo 2: Noticias contradictorias crean un clima angustiante
Capítulo 3: Restricciones y efectos de la peste en el Rosario
Capítulo 4: Crisis económica y alcance de la política sanitaria
Capítulo 5: Quién era el Dr. Francisco Riva, un héroe local
Capítulo 6: Una ciudad solidaria con Corrientes y Buenos Aires
Capítulo 7: Una hazaña rosarina que se destacó cuando vino lo peor