"Que sepa tejer, que sepa bordar, que sepa abrir la puerta para ir a jugar", rezaba una vieja canción infantil que tenía como eje a un estereotipo de mujer maternal y ama de casa. Sin embargo, cada época responde a una moral diferente y esa ideología patriarcal comienza a experimentar disrupciones como el caso de los hombres tejedores. Varones que se atreven a mostrarle al mundo que, así como la pelota de fútbol puede estar muy bien tratada bajo la suela de un botín de mujer, los ovillos de hilo y lana también pueden ser muy bien administrados y transformados por hombres. Esa es la idea que surgió en 2016, cuando un grupo de hombres chilenos salieron en traje a las calles para demostrarle al mundo que los hombres también saben tejer. En el caso de Rosario, la primera reunión que dio el nombre al movimiento "Hombres Tejedores Rosario" nació en febrero de 2019, en la costa central, y desde allí no se detuvo jamás.
Uno de los impulsores del movimiento colectivo en la ciudad es Horario Pron (42 años), hijo de periodistas destacados de la ciudad, quien le cuenta a La Capital que su pasión por los hilos y el telar azteca comenzó cuando tenía 6 años. A partir de una publicación en una revista, desde aquel El Trébol natal su abuelo letrista y artista plástico comenzó a entablar las primeras maderas para darle rienda suelta a la creatividad pura e infantil para comenzar a unir punto por punto y desovillar el hilo sobre el elemento que lo acompañría por el resto de sus días.
"Cuando iniciamos el movimiento Hombres Tejedores Rosario éramos 20 hombres y armamos un encuentro en la Isla de los Inventos. La idea era hacerlo al aire libre, sentados en el pasto, pero ese día de febrero de 2019 llovía y tuvimos que hacerlo dentro del espacio municipal. Luego se empezaron a acercar mujeres con sus hijos, a veces venía un hombre y tejía, y otros mayores que venían y se acercaban para revelar que se dedicaban a eso desde chicos y en la más íntima privacidad (en alusión a los tabúes morales)", comenta Horacio, quien viene de una familia que siempre supo trabajar con las manos, de alguna manera, ya que sus padres fueron periodistas y su hermano, Patricio Pron, aún lo es y se dedica a la literatura.
En ese sentido, rememora: "Tejo desde los seis años; lo hago porque me enseñó mi abuela y tejo en un telar azteca que me fabricó en El Trébol mi abuelo, que era letrista y artista plástico. Mi abuela tejía en dos agujas y a partir de una revista decidí copiar y empezar". Y añade: "Hasta ahora lo sigo conservando (al telar) y lo fui modificando para que sea más práctico para mi, ya que yo tejo en velocidad para terminar un trabajo mucho más rápido".
A diferencia de los que tejen en crochet y la confección de una bufanda les puede demandar hora y media de trabajo, Horacio asegura que puede terminar la en el lapso de media o tres cuartos de hora, aunque aclara: "No se trata de cometir sino de precisar cuál es el tipo de trabajo que hace cada tejedor", puesto que también están quienes trabajan en dos o tres agujas y fabrican amigurumis, que son una especie de animalitos o tiernas alimañas para adornar o que los niños y niñas utilizan para jugar como muñeco.
Horacio dice que el tejido en su vida lo hace como un hobbie, puesto que se dedicaba a la mecánica dental y ahora busca nuevos horizontes para ganarse el pan de cada día. "Me han llamado en ferias, probablemente vuelva a presentarme en alguna para presentar mis trabajos, es una de las tareas que tenemos los artesanos: tejo casi todo, desde bufandas, chales, medias, gorros y hasta frazadas", describe.
Y revela: "Muchos se me acercan y me dicen que lo hacían cuando eran chicos, ya que no solo se trata de agarrar una lana o hilo, es muy terapéutico y también tiene mucho de lógica porque se deben calcular puntos, formas y moldes, es por eso que también se utilizan los dos hemisferios cerebrales porque estimula la creatividad".
A diferencia de la costumbre habitual de aquel familiar que comienza a tejer para hacerle frente al invierno, Horacio asegura que el tejido es cosa de todos los días y todo el año. "En invierno se tejen cosas de lana y en verano, de hilo; se puede tejer todo el año", afirma.
La idea del grupo en el cual participa Horacio es volver a darle rienda suelta a la creatividad al aire libre, puesto que él comenta que empezó hace muchos años frente al Monumento a la Bandera cuando este movimiento que se viralizó desde Chile no estaba en los planes de nadie. Por supuesto que las redes y los medios colaboraron en la masificación de esta práctica milenaria, pero lo cierto es que la idea de Hombres Tejedores Rosario es "derribar los estereotipos y roles de género".
Lo cierto es que los hombres tejedores proliferan a lo largo y a lo ancho de todo el planeta. "Hemos encontrado gente en Ecuador, Chile, Alemania, España y en otras partes del mundo", acota Pron. De la pelota de trapo al telar y del telas y las agujas al campo de juego, de eso se trata el deseo, que siempre se ubica por encima del cuerpo biológico y las morales de época.