Historias de superación, esfuerzo, de cancelar deudas propias, de cerrar etapas. Y de apostar al futuro, con más herramientas en un mundo exigente y competitivo. De esta forma se resumen las vivencias de tres de los 180 graduados del plan Vuelvo a Estudiar Virtual del Ministerio de Educación de Santa Fe, que el viernes recibieron su diploma en Rosario. Un reconocimiento para quienes apostaron por terminar el secundario muchos años después de lo previsto en el calendario biológico, ahora con menos tiempo, más obligaciones laborales y familiares.
El acto del viernes estuvo cargado de emoción. De los propios graduados, de sus familias, de los tutores y los profesores que siguieron de cerca el proceso de tres años a distancia y dosis de presencialidad para culminar los estudios secundarios.
En diálogo con La Capital, tres de los graduados, un camionero, un metalúrgico y una empleada de comercio contaron con orgullo sus historias.
Desde cómo se enteraron del plan, pasando por la experiencia de estudiar de noche, a la madrugada tras una larga jornada laboral y el cuidado de hijos, hasta la sensación al momento de recibirse. Y pensar en continuar los estudios en un terciario o en la Universidad.
Zaira Bruno tiene 31 años y vive en barrio Acindar. Debía todo el secundario y a través de su hermana se enteró de la existencia del plan. "En aquel momento yo tenía una hija de un año y trabajaba en una pollería y decidí arrancar", recordó.
"No fue fácil, para nada pero pude saldar una deuda que me debía a mi misma. Me demostré y le dejo de enseñanza a mis hijos que con esfuerzo todo se puede", agregó.
Aludió a sus hijos porque mientras cursaba el Vuelvo a Estudiar quedó embarazada y tuvo su segundo hijo. "Cuesta por las obligaciones que uno tiene ahora con la casa, los chicos pero es muy recomendable", sumó.
Para Zaira la experiencia fue "impresionante. Me enganché de entrada y ahora ya pienso en seguir estudiando en un terciario". El año próximo se anotará para hacer el profesorado de lenguaje de señas.
Horacio López es camionero. Tiene 45 años y vive en Salto Grande, a unos 50 kilómetros de Rosario. Es empleado de Agricultores Federados Argentinos (AFA) y viaja con frecuencia a Entre Ríos, el norte del país y los puertos del Gran Rosario.
Sus días arrancan muy temprano, cerca de las 4 y terminan entrada la noche. "Debía gran parte del secundario, me enteré por internet y me anoté. No fue sencillo sentarse a estudiar a la madrugada pero realmente valió la pena", indicó.
López tiene dos hijos ya cursando carreras de educación superior en Rosario. Uno estudia ingeniería civil y la otra nutrición. "Fue todo un desafío por ellos, para mi y para toda la familia. Poder superarme y cerrar una etapa que sinceramente nunca pensé que iba a terminar, más con el paso de los años, del trabajo y las responsabilidades", contó.
Y fue allí que confesó: "La verdad es que varias veces pensé en dejar los estudios por todo lo que implicaba descansar poco, manejar tantas horas como hago desde años y no tener casi tiempo para nada. Pero ahora siento un gran alivio".
Horacio cree que por ahora no seguirá estudiando. "Es todo muy reciente, me acabo de recibir, pero ahora ya puedo poner en el currículum que tengo el secundario completo y eso no me lo quita nadie", se alegra.
Martín Blanco es metalúrgico. Tiene 37 años y vive en barrio Las Delicias con su mujer y su hijo de tres años. "Dejé el secundario en primer año tras el fallecimiento de mi padre cuando las cosas se complicaron en la familia", recuerda.
Su mujer se enteró del plan y lo anotó. Todo lo que pasó después fue "increíble" en palabras de Martín. "Me encantó estudiar, aprender, sea armó un grupo bárbaro con los compañeros porque además de lo virtual había instancias presenciales y hasta nos vimos varias veces con la ministra de Educación (Claudia Balagué)", apuntó.
"Entre los compañeros había gente de 75 años, fue una gran emoción compartir los estudios con ellos. Todos logramos cerrar una etapa en nuestras vidas", aseveró.
El año próximo se anotará para cursar Medicina en la UNR.