Con pecheras naranjas, los agentes de tránsito; de uniforme azul, la policía; y de bordó, la
Guardia Urbana Municipal (GUM). Caminando por la vereda, en las esquinas y cerca de los guardavidas
de la Rambla Catalunya II (avenida Costanera entre Gallo y Pedriel). Así, a simple vista, se
palpaba ayer el operativo de seguridad que lanzaron la Unidad Regional II de la policía y el
municipio en este balneario gratuito y concesionado. No obstante, La Capital pudo observar
que el público sigue empecinado en hacer oídos sordos a las normas que rigen en la playa: se baña
en zonas no permitidas, traspasa el boyado, toma alcohol y “muchos se van a las manos en la
primera de cambio”, aseguró un bañero, quien sin embargo rescató al operativo como
“positivo”.
El objetivo del plan es controlar la conflictiva zona visitada por unas
20 mil personas cada fin de semana y donde el 1º de enero pasado murió ahogado el joven de 27 años,
Gonzalo Boljover. A minutos de la desaparición de Boljover, un centenar de bañistas agredió a los
guardavidas. Por eso, el equipo de 14 bañeros del lugar esta semana volanteó la playa, realizó
guardias mínimas y hasta amenazó con un paro en reclamo de mayor presencia policial.
A la altura de la calle Gallo, donde se ubica el camión del destacamento
de la seccional 10ª, el subcomisario Silvio Marciani explicó que se habían desplegado unos 40
agentes en el balneario. “Hasta ahora (a las 17) está todo tranquilo. Hemos disipado algunas
trifulcas y nos hemos acercado a algunas personas que estaban bebiendo mucho, pero no más”,
subrayó Marciani. Y de hecho, en la arena se ven casi en la misma proporción las rondas de mates
como el pase mano a mano de las botellas de plástico cortadas por la mitad y llenas de vino.
Bajadas náuticas. En lo que coincidieron policías y guardavidas es que la gente se baña donde
está prohibido. Se refieren a las bajadas náuticas (sendas donde los navegantes bajan desde la
vereda sus embarcaciones al río). Allí no hay boyado y encima un cartel prohibe bañarse. “Fui
ya cuatro veces a pedirle a la gente que no se meta allí; pero no me hacen caso”, se lamentó
uno de los dos guardavidas apostado en el mangrullo frente al bar Caracolas.
El joven prefirió no dar su nombre. Adujo temer por las represalias que
pudieran tomar con él y sus compañeros los familiares del joven ahogado (ver aparte).
“Estamos muy dolidos con lo que pasó, lamentamos que acá el Estado tome medidas tras una
tragedia”, dijo el guardavidas.