Al lado del camino
Hoy, a sus 57 años recién cumplidos, reflexiona desde su Casilda natal y al costado del camino —como la canción de Fito Páez— para acompañar a su papá, quien bordea los 90 años, y disfrutar de un aprendizaje constante. También asegura que esa pausa que le aplicó a su carrera profesional le sirvió para reflexionar sobre muchos aspectos, aprender a decir que no cuando un proyecto no es conveniente y detenerse a extrañar y ver crecer a sus dos hijos, uno en Buenos Aires y otro en Rosario.
—¿Volviste para tus pagos?
—Estoy acompañando a mi papá. Vine a darle una mano al viejo y a aprender un montón de cosas... hay que saber envejecer y morir en esta vida, eh. Cuando falleció mi mamá se me escaparon un montón de cosas: las recetas, las comidas, el afecto cercano... entonces decidí aprovechar al viejo para que no se me escape. En Casilda está todo por hacer también como en muchos pueblos, y si salen cosas voy y las hago con la satisfacción que ya no me daba mi trabajo. Tengo una huerta y me llevo muy bien con todo eso. Me encanta saber que los ravioles riquísimos que hacen acá cerca en una confitería tenían la espinaca de mi megahuerta. ¿Vos te das cuenta que estoy un poco loco? (risas). Me divierto con la naturaleza y me llevo muy bien con eso.
"Mi viejo tuvo huerta toda la vida en su patio; él me pasa su conocimiento y yo pongo el cuerpo, y ahí metí todo lo que se te ocurra: verduras, frutas, de todo", cuenta orgulloso en esta nueva vida contemplativa que atraviesa.
—¿Mate, café o las dos cosas?
—Mate. Soy muy matero, pero mi viejo se me puso cafetero. Y no vas a creer, pero yo digo que los nietos y los abuelos se parecen un montón y yo me veo muy parecido a ellos. Entonces, de repente, mi viejo me tira un tip y me dice: «¿Vos sabés que me hacés acordar a mis viejos?». Me lo decía porque mis abuelos tenían una mega pava llena de café, porque en esa época no tenían yerba. Y ahora tengo todo el día una pava llena de café, pero yo soy matero.
—¿Qué recordás de aquellos años en Casilda?
—Somos dos hermanos varones, él es mayor y de chico me pasaba música. Tenía los discos y yo tenía un embole bárbaro, y la verdad que la música me hizo muy bien anímicamente porque la pasaba bien. Después me di cuenta que él se ganaba la vida de eso yo decidí seguir ese camino hasta que un día me dijo que se iba a casar, que se yó, y que me dejaba las cosas. Entonces me di cuenta que él se metía en problemas y yo ganaba en felicidad (risas). Ahí empecé a poner música y me fue muy bien. Puse música en boliches acá en Casilda, cumpleaños, fiestas... de todo.
Monchi afirma ese pasatiempo que se ve reflejado en su perfil de Instagram con una imagen que lo define a simple vista. "La música es lo que más me gusta, y te podría decir que la radio sigue siendo un gran amor", subraya. Y acota: "Me puedo pasar días y días y poner parlantes y hacer cosas muy hermosas a través de la música. Estás conectado con la felicidad. Después no sé que pasó, pero escuchar y compartir música con amigos, escuchar con un vino y compartir: poner música para un cumpleaños, casamientos, compartir música con amigos, me parece que es la que va y si es lo que mejor sabés hacer, mucho mejor".
—¿Imaginabas una carrera así como la que tuviste en radio y televisión?
—La verdad que no lo buscaba, todo lo contrario (sonríe aún sorprendido). Todavía estoy tratando de encontrar una explicación. Resulta que no llegaba nada de música en los 70 y tuve la suerte que en casa había tocadiscos, pero me quería matar porque siempre escuchábamos lo mismo. No había internet ni radios FM. Un embole. A veces llegaba radio Del Plata por las noches y después Claudio Corvalán con Sensaciones, que hoy sería un streamer que convocaría a millones porque fue pionero en la región en radio AM.
Era apenas un adolescente cuando comenzaron a cranear junto a su amigo Ricky una radio legal, con todas las letras, hasta que después llegó una carrera profesional de décadas en Rosario, Buenos Aires y América Latina.
"Con un amigo pusimos una FM, con papeles y todo legal. Él tenía contactos y yo, los equipos y discos. Lo que pasa es que a mí me gustaba poner música y después pasó todo lo que pasó. Por eso me preguntó cómo pasó todo lo que pasó en mi vida. Es como que la música llegó a la radio y la radio llegó a la tele. Sucede que cuando vos tenés popularidad en la radio, la tele busca cualquier cosa que haga ruido", recuerda de aquellas viejas épocas en su Casilda natal.
Radio California
Un día, fiel a su estilo nómade y emprendedor en el mundo de los medios, sobre todo en la radio, a Monchi se le ocurrió la idea de viajar a Estados Unidos para probar suerte. Entonces vendió la radio de Casilda, le pidió los pasajes a préstamo a su tío y emprendió viaje hacia el primer mundo en busca de nuevas experiencias.
"Ricky tenía unos tíos viviendo allá y para mí como que en esa época no llegaba nada al país o llegaba todo tarde. Para que tengas una idea no estaba ni la autopista a Buenos Aires. En Estados Unidos tenían todo y quería ir a ver, entonces largué la radio acá y estuve un par de años allá yendo y viniendo. Estaba en una radio latina y la verdad que estaba bueno hacer carrera. Norteamérica me voló la cabeza, ir del pueblo al primer mundo fue impresionante, un súper desafío. Mi tío me bancó el pasaje y después se lo devolví. Ahora que lo pienso, arrancaba la guerra del Golfo y no caía en ese momento, y viven permanentemente así", rememora.
—¿Qué recordás de Rosario?
—Fueron los mejores. El último programa que tuve (En Acción) hicimos una idea muy genial, que fue la previa del streaming porque salíamos por radio en LT3 y en televisión al mismo tiempo, en dúplex. Además porque pasaron cosas desde que llegué. Imaginate que el programa salió al aire el 1º de agosto y el 6 ocurrió la tragedia de calle Salta. Sin dudas anticipó todo lo que pasaría después. Después me fui a Buenos Aires, estuve hasta la pandemia y ni bien terminó me vine por lo de mi vieja.
También recuerda con cariño y alegría cuando pisó por primera vez los estudios de FM Vida y Del Siglo. "En Fm Vida hicimos un quilombo bárbaro porque justo cambiaba la época, como ahora. Todo era muy disruptivo, él era todo lo formal y yo todo lo contrario, les incomodaba un poco mi estilo, pero evidentemente les daba réditos y por eso me bancaban", apunta.
Y rememora: "En la Del Siglo y en La Vida eran muy valiosos tres lugares clave: el productor general, que en aquella época estaba el Colo Mascali, un tipo muy abierto, porque hoy escucho las cosas que hacía en la tarde de La Vida y no lo puedo creer cómo se aguantaban todo eso, propio de la edad que él tenía. Después estaba el musicalizador, que sacaba los temas sin internet. Y el más más compinche de todos, que era el que estaba en la consola. Yo era muy compinche con el Cabezón Marcelo Martín, yo contaba con él siempre, era como charlar entre amigos. Se le ocurría una idea y la hacíamos ahí y nos cagábamos de risa".
Rosario vs Buenos Aires
"No tenés excusa para no verte con amigos y familia porque está todo relativamente cerca, Buenos Aires no, es un quilombo", comenta con gracia a la hora de trazar una comparación entre ambas ciudades donde vivió la mayor parte de su vida.
Inmediatamente se zambulle de lleno en el ambiente donde recaló años después del éxito en la radio y TV rosarinas. "Buenos Aires tiene un problema: está fallando en los códigos, de hecho por eso decidí alejarme. Cuando hicimos Cien Argentinos Dicen eran otras las formas. Hacíamos 14 puntos y Nico Repetto nos pidió que le hagamos el aguante. Nos iba recontra bien y nos bajaron el programa del mejor momento después de 400 programas", cuestiona.
En ese sentido, revela que con el programa Quinceañeras también ocurrió lo mismo. "Lo sacaban del aire cuando tenía un rating de puta madre. Y cuando vas a plantear que te están dejando sin laburo desde hace años es como si te tomaran el pelo. Me di cuenta que La Gran Ciudad se estaba equivocando con la ética; es lo mismo que pasa con la política", evalúa.
Un circo romano
Mientras toma unos mates con la bandeja y los vinilos a mano, Monchi reflexiona un poco y admite que salir de ese raid televisivo fue una buena decisión. "Un poco salir de la película porque todo lo que me ofrecían no me gustaba hacer. Mañanas de noticieros y radio, coyuntura política y la verdad que no me agrada demasiado porque ahí no está la solución", sostiene.
Valora, en tanto, los programas con el formato y la ética como estaban encarados desde otro lugar como cuando comenzó a hacer Cien Argentinos Dicen. "Estaba pensado desde la alegría y la buena onda; con Quinceañeras sucedía lo mismo: les regalábamos fiestas completas a las pibas, el envío tenía un propósito súper noble, Latin American Idol lo mismo", recuerda.
"Hoy está como más circo romano", opina y es por eso que desliza que su carrera "se terminó no hubo más nada". No obstante, destaca las puertas que se le abrieron durante todos estos años en Latinoamérica a partir de Latin American Idol, donde hizo muchos contactos y hasta tiene posibilidades laborales en algunos lugares de Centroamérica, para citar por caso.
"Pasaron más de 20 años y es súper interesante hacer una mirada de eso de la vida. Ir seis veces al año a México para hacer notas... Hoy sólo se puede encontrar un equipo de producción en México, Miami o Colombia porque después, acá en el país, te das cuenta que vienen a buscar formatos porque hay mano de obra barata", considera en tono reflexivo.
Aprender a decir que no
Monchi asegura que en 2005, cuando hacía el envío Latin American Idol había entendido cómo funcionaba todo en el rubro de la televisión de entretenimiento. "Por aquel entonces necesitabas un equipo completo, como una banda de rock. Y cuando apareció Youtube, pensé que la cosa iba por ahí y que todo surgía desde un teléfono", apunta.
"La gente está como en la comodidad de la virtualidad y el programa de Gerardo Rozin era ir casa por casa a buscar los tesoros de ese núcleo familiar. No desestimo la virtualidad porque es importante, pero el contacto humano es lo más humano que hay", evalúa. Por eso asegura que siguió adelante unos cuantos años más y luego decidió volver para sus pagos, porque "primero está la familia".
En eso revela que Marcelo Tinelli le ofreció conducir juntos y le dijo que no, dado que ambos iban a ocupar el mismo rol delante de las cámaras, aunque después aceptó reemplazarlo cuando el conductor y empresario dejó Radio Show porque íbamos a hacer lo mismo y después me puse a hacer los reemplazos en Radio Show.
"Aprendí a decir que no. Es muy difícil hacer lo que a uno le gusta porque necesitás el trabajo, pero sucede que en televisión quedás escrachado si lo que hacés no te gusta y después no te la perdonan", refuerza.
Es por eso que hoy disfruta de sus días en su Casilda natal junto a su padre y sus hijos, aunque a la distancia. "Extraño las ciudades un montón, pero comprendí que extrañar es saludable. Tuve un hijo en cada ciudad porque te terminás enamorando de las ciudades, aunque las ciudades son de ellos. Augusto vive en Rosario y Valentino en Capital, por eso también mi decisión es que puedan tener libertad y que se encuentren. Los hijos varones nos extrañamos un montón y me gusta que la vivan", razona.
Y concluye con una frase que lo define como esa persona que es hoy en día: "Nada es eterno, ni lo bueno ni lo malo, y esta etapa está acá. Después será otra, tengo hijos jóvenes, y veremos qué sucede. La vida puede cambiar y ya no seré el mismo, seguramente".