Allá por 1940, cuando llegó al puerto de Rosario escapando del campo de concentración de Dachau, Lothar Hermann seguramente no tenía idea de lo que el azar le tenía preparado. Ya establecido en Argentina, en el norte del área metropolitana de la ciudad de Buenos Aires, Hermann fue una pieza clave para la captura del Adolf Eichmann, uno de los principales organizadores del Holocausto. Pero, durante muchos años, nadie habló del tema.
Fue su sobrina nieta, Liliana Hermann, la encargada de seguir con cautela, y casi con obsesión, los pasos de Lothar. Los resultados de ese trabajo se publicaron en un libro "El Héroe Olvidado" (Penguin) que se presentará en Rosario el jueves próximo a la mañana en la facultad de Ciencia Política de la Universidad Nacional de Rosario y, a las 19, en auditorio Jaime Abut de la escuela J.N.Bialik (Paraguay 1122), con entrada libre y gratuita.
“Comencé esta investigación hace 20 años, por la inquietud de saber la historia de mi familia”, dice Hermann en una entrevista con La Capital. En un comienzo, recuerda, fue un intento por reconstruir qué había sucedido con su abuelo, Hugo, quien estaba ausente desde que su papá era un bebé de 9 meses.
Desde chica, cuenta, en la sobremesa sólo estaban presentes su papá y su abuela. “Faltaba el resto de la familia _apunta_. Recién de adolescente mi papá nos contó que su padre era alemán, que se había casado con mi abuela cuando llegó a Argentina, en el 35, y que dos años después cuando nació mi papá los había abandonado”.
Con ese relato, en el 2000, el mayor de los hermanos de Liliana empezó a tramitar la ciudadanía alemana. Así se contactó con un hijo de Hugo y solicitó a Alemania la partida de nacimiento de su papá. “No sé por qué, pero cuando le llegan los documentos también mandaron una fotocopia de la partida de nacimiento de Lothar. Y cuando mi hermano fue a la embajada, comentó que también tenía la documentación de un hermano de su papá. Entonces la empleada de la embajada le acercó un expediente confidencial que llevaba el nombre de Lothar”.
El escrito estaba en alemán y por ese momento les resultada inaccesible, pero alcanzó para preguntarse qué había atrás de ese tío abuelo que no habían llegado a conocer.
La historia y el libro
La respuesta a esta pregunta se encuentra en "El Héroe Olvidado" y fue construido a dos manos por Liliana y el escritor Alejandro Parisi. Editado por Penguin Random House, bien puede ser leído como una novela histórica que recrea cómo Lothar y su esposa lograron escapar del horror del Holocausto y se refugiaron en el norte de la provincia de Buenos Aires, buscando reconstruir su vida en paz.
Sin embargo, según se lee en la contratapa del libro, al poco tiempo descubrió que uno de los vecinos de su nuevo barrio era Adolf Eichmann, el principal responsable de implementar la máquina mortal de los campos de concentración donde habían asesinado a sus propios familiares. El hallazgo cambió todo y lo empujó a iniciar una cruzada para denunciar al criminal de guerra ante diferentes organismos internacionales. A pesar de ser "ignorado, acosado y finalmente relegado al olvido, la tenacidad de Herman resultó fundamental para capturar y enjuiciar a uno de los genocidas más despiadados del siglo XX".
Pero el texto no sólo reconstruye fragmentos de la vida de Hermann sino el empeño de su sobrina nieta por volver a juntarlos. Y expone documentación clasificada de Alemania, Israel y Argentina que daban cuenta de la vida de quien, accidentalmente, descubrió a Eichman viviendo en Argentina.
Un tal Klaus
Sobreviviente del campo de concentración de Dachau, Lothar había llegado en 1938 a Montevideo (Uruguay) junto a su esposa, Martha, con quien se casó en Holanda, al pie del barco al que se subieron para iniciar una nueva vida. Dos años después, la pareja se mudó a Rosario, a una casa de Urquiza al 2300, donde empezó a ayudar a refugiados alemanes a obtener su documentación.
Lothar era miembro de una familia judío-alemana de once hermanos, la mayoría de la familia, falleció en campos de exterminio, como otros seis millones de personas. El y Hugo, lograron huir. Ciego, producto de las torturas vividas en Dachau, “nunca dejó de buscar justicia”, asegura Liliana.
Lothar vivió dos años en Rosario, donde nació su única hija Sylvia. Después se mudó a Coronel Suárez donde, en 1945, descubrió que Eichman era su vecino. Todo fue por una casualidad: la adolescente, por entonces de 14 años, conoció en el Cine York a un grupo de jóvenes alemanes. En la sala se proyectaba un ciclo de películas germanas y entre los asistentes estaba Klaus, el hijo mayor de Eichmann, entonces de 18 años.
Sylvia no reparó en el apellido hasta que una mañana mientras le leía a su padre el diario se encontró con una noticia donde se informaba sobre el pedido de captura internacional de Adolf Eichmann. En ese momento, inocentemente, le contó Lothar sobre su encuentro en el cine, quien empezó a sospechar.
Lo que siguió, tal como pudo reconstruir Liliana, fue una larga saga de cartas con autoridades alemanas, israelíes y de Argentina, donde Lothar advertía sobre la identidad de su vecino. Eichmann fue atrapado en Argentina recién en 1960 y llevado a Jerusalén para enjuiciarlo en una corte israelí. Tras haber cubierto el proceso, la filósofa Hannah Arendt andamió su concepto sobre la “banalidad del mal”. Pero esta es otra historia que ya cuenta la película de 2012 que lleva el nombre de la intelectual, también, judío alemana.
El descubrimiento
A comienzos de los 2000, cuando su hermano empezó a tramitar la ciudadanía del abuelo Hugo, Liliana tenía un locutorio. Y, en su tiempo libre, empezó a buscar en internet pistas sobre Lothar.
“Lo primero que encontré fue un expediente del archivo general de la Nación sobre Josef Mengele (médico de las SS) y ahí aparecía el nombre de mi tío abuelo. Eso me llevó a investigar más, quería saber de qué bando estaba”, recuerda.
Después encontró una nota de la BBC sobre tumbas de personajes históricos que estaban abandonadas. El artículo contaba que Lothar estaba enterrado como NN en el cementerio de Coronel Suárez, la localidad donde vivió los últimos 20 años de su vida y donde todas las tardes salía a tocar el bandoneón.
Desde entonces, Liliana lleva más de 20 años, luchando contra el manto de olvido que cubrió a Lothar. “Fue una forma de saber qué pasó con mi familia sino también reunir documentación sobre los homenajes que recibió a nivel mundial”, resalta y cuenta que en 1972 la primera ministra de Israel, Golda Meir, lo reconoció como una “pieza fundamental para llegar a Eichman”. Dos años después, Lothar falleció.
Reconstruir la memoria de su familia, señala Liliana, no fue una tarea sencilla. “Por momentos, sentí mucha tristeza, porque recibí de Alemania la partida de defunción de mis bisabuelos que contaba cómo habían sido llevados a la cámara de gas, en qué trenes los habían trasladado. Pero encontré también que mi tío abuelo fue un héroe y empecé a luchar para que sea reconocido”.
El año pasado, Liliana se puso al frente de la fundación Lothar Hermann, con un trabajo enfocado en programas educativos que vinculen a los jóvenes con sus raíces. Y escribió el libro que se presentará el jueves, en Rosario, la ciudad argentina donde Lothar comenzó a escribir su historia.