La Universidad Nacional de Rosario (UNR) cuenta con un centro de salud propio, el 7 de Abril, donde el año pasado se atendieron unas 10 mil consultas de estudiantes y hubo 700 nuevos inscriptos. Sólo en lo que va de este 2018, ya se anotaron a sus servicios otros 30 alumnos, 17 de ellos extranjeros. Las especialidades con mayor demanda en sus tres espacios de atención (la sede de Urquiza 2906 y dos anexos en Casilda y Zavalla) fueron clínica, ginecología y psicología.
Según detalló el director del centro, Guillermo Scarinci, el 72 por ciento de los pacientes son mujeres, nada tan extraño si se recuerda que seis de cada diez estudiantes de la UNR también lo son y que en el dispensario pueden retirar anticonceptivos y realizarse el Papanicolau.
Dentro de la llamada área médica otro servicio muy concurrido es el de clínica.
Y también hay una alta demanda de atención psicológica, un fenómeno que el profesional relacionó con padecimientos puntuales, como el desarraigo que enfrentan los estudiantes llegados de afuera y el estrés previo a los exámenes.
El año pasado las consultas al psicólogo sumaron 1.400, pero siempre con un formato de terapias breves, de no más de tres meses.
Dentro de la oferta de atención primaria de que dispone el centro, los estudiantes también recurren a los consultorios de odontología, nutrición, bioquímica, dermatología, kinesiología, pediatría (para hijos de alumnos de hasta 10 años), cardiología y enfermería.
Si el problema es de mayor complejidad, existen dos posibilidades. "Se los deriva al segundo o tercer nivel del Cemar (Centro de Especialidades Médicas Ambulatorias) o, si no son de Rosario, se llevan su historia clínica para atenderse en sus localidades de origen", explicó el secretario de Asuntos Estudiantiles, José Ignacio Mangiameli.
En rigor, la UNR enfrenta un déficit de información muy sensible: cuántos de sus estudiantes carecen efectivamente de cobertura médica. El funcionario explicó que se ha intentado sin éxito que ese dato se incluya en los formularios de inscripción a la Universidad, el famoso SUR 1, pero el actual sistema informático de gestión de alumnos, Guaraní, que depende del Estado nacional, no lo consigna.
Aun así, Scarinci recordó que hasta los 21 años (y si se demuestra regularidad en los estudios hasta los 25) los hijos de padres con obras sociales o seguros de salud pueden tener cobertura de esos prestadores.
También puede darse que alumnos procedentes de otras localidades tengan seguro médico en sus lugares de origen, pero esa cobertura no se extienda a Rosario y requieran atención primaria o urgente en la ciudad.
Y el tercer dato a tener en cuenta es que el 36 por ciento del estudiantado trabaja: quienes lo hacen en el mercado formal seguramente tienen obra social.
Un universo aparte lo constituyen los estudiantes llegados del exterior, que representan el 3,25 por ciento del alumnado, pero en su mayoría no cuentan con seguro de salud y por ende recurren a la sanidad pública, en primer lugar a la UNR
Prueba de eso es que en lo que va del año, enero y parte de febrero, plenas vacaciones, de los 30 nuevos inscriptos al centro de salud 7 de Abril, el 57 por ciento es extranjero.
"Tenemos muchos pacientes de Brasil (la mayoría de ellos alumnos del área de Ciencias Médicas y en especial de Enfermería), Haití, Colombia y algunos de Chile", contó el director. "Hay que recordar que para la UNR ellos son como cualquier otro estudiante y gozan de iguales beneficios en cuanto a salud, comedor o gimnasio", dijo.
Aparte, para promover la salud universitaria el centro trabaja en "forma articulada" con otras direcciones que dependen de Asuntos Estudiantiles: los comedores (gracias al apoyo de nutricionistas), el gimnasio (kinesiólogos) y orientación vocacional (psicólogos).
También desarrolla actividades de extensión abiertas a la comunidad: hace testeos de VIH y cuenta con un vacunatorio.