A probarse. El sastre se ocupa de que el pantalón y el saco calcen bien.
Vestir de traje y corbata como indumentaria habitual es en la postal urbana rosarina una rareza. En este contexto, alquilar un ambo para una graduación, casamiento o un evento social se consolidó como una tendencia cada vez más marcada, en contraposición a la compra de una combinación que quedará en el ropero esperando una nueva ocasión y cuesta por encima del millón de pesos. Alquilar para vestirse en una noche de gala o un encuentro irrepetible requiere de unos 190 mil pesos, que se pueden financiar con tarjeta de crédito e incluyen servicio de tintorería y sastrería para quedar con la ropa a medida. ¿Vas a pagar por algo que usarás nueve horas de tu vida?, es la pregunta que muchos responden al rentar accesorios y atuendos.
Comenzó la "temporada alta" de graduaciones, eventos, casamientos, fiestas empresariales y los negocios de alquiler de trajes están muy demandados. En este rubro también se detectó una conducta a la hora de administrar el bolsillo ante la recesión económica y las prioridades en el hogar. Los alquileres se concretan "sobre la hora" y hay menos clientes que cuatro meses antes hacen sus pruebas de vestuario y reservan con anticipación.
"Hay una merma a diferencia del año pasado y sí, la gente hizo su pedido con mayor antelación", comentó a La Capital Alejandro González, tercera generación del negocio de telas y alta costura, junto a la venta y diseño de ropa de etiqueta a lo largo de más de dos décadas.
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Mientras que la sucursal de la capital provincial trabaja con menos clientela pero "de nicho", Rosario y su zona de influencia acercan público clase media. "La gente que compra trajes está en extinción y el rubro alquiler es tendencia; ofrecemos variedad de colores, modelos y talles del 42 al 70", marcó el empresario textil. González es una marca que se encarga de diseñar prendas para casamientos diurnos y nocturnos, graduaciones y reuniones para todos los eventos.
Dos semanas
El negocio requiere de 15 días de preparación de las medidas que se toman sobre el cliente: mangas y ruedos de pantalón, entre otras cosas. Todo va al taller donde los sastres hacen sus ajustes. "Pero cada vez más la gente decide al filo. Viene muy sobre la fecha del acontecimiento, lo dejan para lo último. Mucho tiene que ver el poder adquisitivo, pero no todo. Esto complica un poco la planificación porque no se saben los pedidos de una semana para la otra", marcó González para agregar: "Es así, en la Argentina no se puede programar mucho nada, todo es complicado".
A la hora de hacer cuentas, muchos de los clientes razonan: comprar un traje sale un millón de pesos. Una suma que equivale a entre 4 a 5 alquileres de traje de fiesta. "Es una cuestión de variar, no sólo económica, muchos no quieren un traje comprado en el ropero. Hay clientes que tienen tres eventos en un mes y quieren pilcha distinta en cada uno y prefiere alquilar", indicó el comerciante para aclarar que hay diversidad de calidad en cada oferta, desde algo básico a tope de gama de un diseño que puede venderse a 4 millones de pesos.
La propuesta más elegida para las graduaciones es un ambo, camisa, corbatín o moño a 180 mil pesos sin incluir el calzado; "pero en general los pibes se ponen zapatillas", se indicó. Un precio buscado que se puede pagar con billetera virtual, débito o crédito con recargo del 10 por ciento en tres pagos. y con servicio de lavandería y sastrería.
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"No va más la venta de trajes y las fábricas de corbatas cerraron casi todas. El look urbano y de trabajo es casual y hoy la actividad es prácticamente el alquiler. El fuerte del negocio, además de las graduaciones, son los casamientos y los cumpleaños de 15. "Un padre de quinceañera está muy bien vestido con un alquiler por 370 mil pesos, o la línea esmoquin para un novio por una suma de unos 500 mil pesos", ahondó González para resumir: "Estamos con una actividad un poco inferior al año pasado, pero con el dato de que las reservas se hacen muy sobre la fecha".
"Acá hay algo"
Otto Sumisura, es la firma de la tradicional tienda de ropa de alta gama que incursionó en el alquiler de trajes hace tres años. "Viene superándose año tras año, es otro negocio totalmente distinto a la venta. Las tendencias de consumo han cambiado mucho, más de lo pensado. Es raro que la gente hoy compre algo para la fiesta de 15 de su hija, y lo fuerte son los casamientos, graduaciones, padres de graduados, y todo lo que son novios y padrinos", relató a este diario Sofía Hernando para marcar: "Desde la pandemia hubo un antes y un después. Entendimos que ahí había algo", señaló en relación al alquiler.
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A partir de unos 190 mil pesos se puede rentar un ambo, con servicio de lavandería y camisa. También hay opciones para alquilar zapatos, cinturones y corbatas. "Hay mix, es decir algunos clientes alquilan el traje, pero te compran la camisa y otros accesorios", marcó Hernando para subrayar que la firma cuenta con talleres internos, lo que da una ventaja comparativa. "Al que viene con un pedido urgente, lo podemos zafar con una día de anticipación. Sin embargo, la mayoría de las madres que acompañan a sus hijos para la prueba del traje para la graduación lo hacen con bastante antelación", remarcó antes de indicar que también indica que hay otros tiempos entre la clientela de localidades más pequeñas que el rosarino promedio. "Traen otros tiempos, y vienen con otra tranquilidad", dijo.
En el caso de los enlaces, un esmoquin se puede alquilar en el orden de los 350 mil pesos, o bien un saco con chaleco y pantalón para los padrinos por montos similares. "Si bien el alquiler de trajes está cada vez más en boga, se complementa con el otro negocio que sigue siendo la venta, son dos públicos distintos", cerró.
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