La ley de promoción de la alimentación saludable, más conocida como de etiquetado frontal, se sancionó el 26 de octubre de 2021, y el 23 de marzo del año pasado se reglamentó. La norma, que exige, entre otros aspectos, que las empresas que producen alimentos envasados coloquen en los envoltorios de cada producto información clara y visible sobre la calidad nutricional, se caracteriza por las advertencias que deben aparecer expresadas en octógonos negros, de un tamaño considerable, que indican si esa comida tiene exceso de grasas saturadas, exceso de calorías, exceso de sodio, exceso de azúcares y edulcorantes no recomendados en niños.
Las grandes compañías del rubro ya agotaron todas las prórrogas y el próximo 23 de mayo sí o sí tienen que tener todos sus productos etiquetados como lo exige la ley. De hecho, si una persona va a un quiosco o supermercado son cada vez más los paquetes y botellas que tienen los sellos negros en su embalaje, aunque todavía faltan muchos que deben sumarse.
Sin embargo, hay cientos de empresas más pequeñas y con menos recursos para afrontar estos cambios que solicitaron una postergación para poder adecuarse a la normativa. El plazo, en este caso, se extendió hasta el 20 de noviembre.
En ese grupo hay unas 400 empresas del sector alimentario de Rosario. Hasta ahora un pequeño porcentaje de las firmas empezó el proceso de adecuación. Algunas ya colocaron los sellos en sus paquetes. El resto, que no es un grupo menor, está en proceso de cumplir con la exigencia nacional.
Es el Instituto del Alimento _que conduce la ingeniera química Susana Dueñas_ el encargado a nivel municipal de acompañar a las empresas en este proceso y luego, de supervisar que se cumplan las condiciones.
Dueñas, en diálogo con La Capital, señaló que a las directivas las decide la Anmat, y a su vez, el instituto rosarino acciona bajo los lineamientos del Instituto Nacional de Alimentos (Inal) para homologar los registros para que cada empresa se adapte a las nuevas reglas.
Desde el Colegio de Graduados en Nutrición de Rosario indicaron: "Exigimos que las empresas se adecuen a la nueva ley, si bien entendemos la necesidad de las prórrogas y que la transición es necesaria, sobre todo para las empresas más chicas”.
Este colegio profesional fue uno de los que más “empujó” la ley desde que era un proyecto incipiente y batalló contra la resistencia que la norma generó en un primer momento en el rubro de los alimentos de todo el país.
“Sabemos que en Santa Fe se está trabajando fuerte y confiamos en que este año todos los productos tendrán su rotulado”, dijo Marilina Borrás, presidenta del Colegio de Graduados en Nutrición.
“Esta ley no busca prohibir ningún alimento sino que quede claro para el consumidor qué está comprando, qué está llevando a su mesa y a la de su familia con el objetivo de mejorar la calidad de nuestra alimentación. Es un tema central ya que en el país los índices de obesidad trepan de manera alarmante y con ellos un montón de otras enfermedades como hipertensión, diabetes, problemas cardiovasculares, incluso en personas jóvenes”, señalaron desde la entidad que nuclea a los nutricionistas.
En la misma línea se expresó Dueñas desde el Instituto del Alimento: “Cada persona tiene derecho a saber qué está consumiendo. Nosotros estamos completamente a favor de esta ley. Es un buen sistema de advertencia, teniendo en cuenta la cantidad enorme de problemas de salud vinculados a la mala calidad de la alimentación y los excesos”.
Nuevos plazos
“Los establecimientos se están inscribiendo y se tienen que ir adecuando. Al principio hubo cierta resistencia en poner esos sellos a los ultraprocesados y por eso casi todas las industrias pidieron prórrogas. Ahora se fijó el 23 de mayo como plazo máximo para las grandes empresas y el 20 de noviembre para las otras”, dijo Dueñas.
A su vez, la ley se puso más “dura” y algunos requisitos se hicieron más estrictos por lo que ciertas compañías tuvieron que volver a cambiar los envases. Por ejemplo, había productos que tenían dos sellos, pero como luego se bajaron aún más algunos límites (aumentó la exigencia en cuanto a lo niveles de sodio, azúcar, grasas que debe tener el producto para llevar o no el sello negro), ahora, tienen que poner al mismo producto tres o cuatro sellos.
Desde el Colegio de Graduados en Nutrición insisten en que esta herramienta, importante para el consumidor, debe ser acompañada de campañas de promoción de la salud para que la población conozca más sobre los verdaderos objetivos de esta ley, “que buscan cuidar la salud de los argentinos”.
“No significa que los productos con octógonos negros no deban consumirse, ni queremos demonizar a las empresas, sino que el consumidor sea consciente de lo que está llevando a su mesa o comiendo a modo de snack, y que pueda elegir cuántas veces comerlo, por ejemplo”, señalaron las profesionales.