El Barco Ciudad de Rosario, la emblemática nave turística que operó como atractivo durante 50 años, se encuentra amarrado desde la pandemia en el canal La Lechiguana detrás del Paraná Viejo, frente al Monumento a la Bandera, esperando una señal para su vuelta a la actividad. La embarcación sufrió un doble efecto que la dejó inactiva: primero el aislamiento por Covid de 2020 y luego la bajante histórica del río que la dejaron a la deriva. Ahora necesita pasar por una costosa revisión y la familia que tradicionalmente está a cargo de sus paseos por las islas no puede afrontar los gastos de la puesta en marcha. "Me da mucha angustia y dolor, pero no me queda otra opción que venderla si no se plasma una recuperación por otras vías. Es patrimonio de Rosario y me encantaría que quedara acá, pero lamentablemente no la puedo sostener", dijo angustiada a La Capital su propietaria, Haydée Oficialdegui.
Emblema de Rosario, la embarcación zarpó por primera vez en febrero de 1971. Una década antes, su mentor y pionero, Raúl Oficialdegui, la había comprado como barco de bandera brasileña en desuso con la idea de desarmarla y reconstruirla de cero.
En 1971
Por eso, antes de su primer viaje, estuvo entre 1964 y el 71 construyéndose a nuevo en el astillero Riguetti, frente al Gigante de Arroyito, y se consagró como la primera embarcación hecha a nuevo en la ciudad. Sin embargo, en la actualidad, a más de 50 años de sus primeros recorridos, su destino la llevó a estar anclada frente al centro rosarino, en la isla El Charigüé aguardando alguna respuesta para reactivarse.
Con dos motores, usina eléctrica propia, salones, bar, pista de baile y capacidad para 300 pasajeros el barco fue el pionero del turismo fluvial. Posee 31 metros de eslora y 6,45 de manga, con dos motores y una usina eléctrica propia, con salones, bar americano, pista de baile alfombrada y aire acondicionado. En 2020 la pandemia y la bajante histórica del río lo dejó encallado en el barro en el canal La Lechiguana. Y hoy permanece varado, aunque todavía conserva a su capitán: Guillermo Alcaraz.
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En primer persona
Raúl fue el mentor de la embarcación que se constituyó como un ícono en el paseo a las islas entrerrianas. "Veníamos trabajando muy bien hasta que llegó la pandemia en 2020 y las restricciones frenaron su actividad. Trascartón, la bajante histórica que se pronunció hasta 2022 le dieron el toque de gracia", dijo la hija del referente. El buque quedó en un pozo de agua en la isla El Charigüé, en el canal Lechiguanas.
Todo se complicó más aún con el cumplimiento del certificado de navegación que requiere de una revisión (se hace cada 4 años en tierra) que, pese a las prórrogas, los dueños no pudieron obtener de Prefectura Naval. Además su costo ronda los 45 mil dólares. "Cuando vino el Covid-19 me dediqué a pagar sueldos a los 12 empleados que teníamos, luego no pudimos trabajar por la bajante y encima nos habían autorizado un cupo del 40 por ciento de los 335 pasajeros. No salvábamos ni los costos. Me quedé con una mano adelante y otra atrás", comentó Haydée.
Hoy el futuro es incierto. "Estoy angustiada, y triste porque no sé a quién recurrir. Tengo 70 años, mis hijos se tuvieron que dedicar a sus profesiones y es imposible mantenerlo. Lo puse en venta, una pena. A este barco lo hizo mi papá, el primero construido en Rosario, fue usado por el municipio para eventos, paseos de escuelas. Un tristeza por el esfuerzo de 54 años, pero no me da más el cuerpo", confesó la propietaria al repasar: "Hemos luchado para mantenerlo".
Existe un interesado en comprarlo y llevárselo a Corrientes y otro rumbo a Paraguay. "El barco es de acá, y debería quedarse acá, pero yo no puedo sola. No me queda otra, con todo el dolor del alma. Siempre intenté hablar con las autoridades, pero nunca pasó nada", recuerda al abrigar su sueño de que el Ciudad de Rosario quede como patrimonio.
Su fondeo en las islas frente al Monumento plantean un desafío en un contexto en el que la provincia puso en marcha la licitación para la rehabilitación de todo el frente costero en la Terminal Fluvial que dejará las condiciones para el amarre de cruceros tanto nacionales como internacionales.
Señales del parate
"No es un barco más: es parte de nuestra identidad, un emblema cultural y turístico que nació en los astilleros locales y que durante décadas llevó a miles de rosarinos, alumnos y turistas a conocer nuestro maravilloso río Paraná, sus islas, su fauna y su flora. Hoy se está muriendo por la falta de visión estratégica de la política”, señaló el concejal justicialista Lisandro Cavatorta, quien presentó un proyecto con distintas alternativas para rescatarlo y reinsertarlo en la agenda turística local. La propuesta incluye paseos ecológicos, educativos y culturales, con el objetivo de generar empleo y recursos para la ciudad. Y este martes contó con el aval de la comisión de Deportes del cuerpo deliberativo.
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Microturismo
“No podemos permitir que Rosario pierda este patrimonio ni que termine en otra provincia haciendo lo que acá dejamos de hacer. Es hora de que el municipio aparezca y dé respuestas”, reclamó el edil al considerar que su reactivación volvería a generar trabajo y más recursos económicos fomentando la industria del microturismo. Rosario necesita volver a mirar al río, el más lindo del mundo, y convertirlo en motor de desarrollo. No dejemos que el Barco Ciudad de Rosario se hunda en el olvido: podemos salvarlo y hacerlo símbolo de una ciudad que genera empleo, cultura y turismo”, destacó el Concejal.
“No puede haber fin de semana largo o vacaciones en el país, sin que Rosario tenga miles de argentinos gastando plata en las ferias, bares, boliches, parques y negocios rosarinos. ¿Sabés el laburo que eso genera…? Miles y miles de puestos de trabajo. ¿¡Cuando se van a dar cuenta los que gobernaron, gobiernan y quieren gobernar la ciudad!?”, se explayó el vicepresidente del Concejo.
Qué dicen los proyectos
El Régimen de la Navegación Marítima, Fluvial y Lacustre establece la revisión de buques en tierra cada cuatro años, con un costo muy elevado para los propietarios, el cual ronda los 45.000 dólares. Los propietarios están en tiempo de realizar esa revisión, según lo establece la reglamentación, pero sin ingresos se les hace imposible hacerle frente a ésta revisión. Y ahora pidieron una prórroga y auxilio a las autoridades.
"La experiencia de destinos consolidados como el Delta del Tigre, en nuestro país, evidencia la viabilidad económica y social de proyectos similares, donde el turismo fluvial ha demostrado ser un motor de desarrollo regional", fundamenta Cavatorta quien pide al Ejecutivo local arbitre medidas para la refuncionalización y puesta en valor del barco.
En su iniciativa establece varias alternativas de puesta en marcha: un convenio público-privado con los propietarios; entrega de subsidios destinados al mejoramiento y puesta en valor de la embarcación; articulación público-privada, involucrando a actores locales, para la planificación, financiamiento, operación y promoción del circuito turístico.
También la implementación de programas de viajes educativos, orientados a la formación de los ciudadanos sobre la importancia de la preservación de los ecosistemas fluviales, la historia local, y el fomento de prácticas sostenibles. Y la celebración de convenios con la Municipalidad de Victoria (Entre Ríos), y con los concesionarios, locatarios y propietarios de los paradores isleños, para el fomento del turismo y la gastronomía en la zona ribereña regional.
El segundo proyecto es un reconocimiento histórico y cultural al servicio prestado durante más de cincuenta años, siendo un símbolo de nuestra ciudad, que también avanzó en el Palacio Vasallo.