Con un pedido directo a Mauricio Macri, la escritora Claudia Piñeiro protagonizó uno de los momentos más destacados del segundo día del debate en comisión sobre la legalización del aborto. Luego, la nota la dio la ausencia de espectadores para el resto de las exposiciones.
Tras agradecer al presidente Macri por haber promovido la discusión legislativa, la escritora le dijo: "No vuelva a decir que se opone (a la legalización) porque está ‘por la vida'. Porque yo también estoy ‘por la vida' y defiendo la ley de interrupción voluntaria del embarazo. Les pido por favor no nos ofendan más. No nos discriminen más. Ustedes opinan que la ley no es lo mejor, nosotros opinamos que sí. Pero por la vida estamos todos".
La exposición fue interrumpida por los aplausos de diputados y diputadas que promueven la reforma, como Victoria Donda, que la fue a saludar al atril cuando culminó. La escritora había introducido esa parte de su discurso con una denuncia: "Nos están queriendo robar una palabra".
Piñeiro explicó que, según términos del autor estadounidense Timothy Snyder, en democracia se dan determinadas operaciones que conducen a "situaciones cercanas a la tiranía", y puntualizó que una de esas situaciones se da "cuando un sector de la sociedad se apropia de un símbolo o palabra del que excluye al resto de la sociedad".
"Eso está pasando hoy en la Argentina con la palabra vida", dijo, y señaló: "Cada vez que alguien dice que está en contra de la legalización porque está con la vida, nos excluye a todos los que no estamos de acuerdo con eso". Destacó después que todos los países europeos tienen leyes de aborto legal y se preguntó: "¿Los europeos son asesinos? No, nos están queriendo robar una palabra".
Sostuvo entonces que podía haber usos ingenuos de ese argumento, pero que en otros casos eran operaciones conscientes. "No puedo permitir que ustedes, señores diputados, que los ministros o que el señor presidente pequen de ingenuos —afirmó—. Cuando dicen que no están de acuerdo con una ley de interrupción voluntaria del embarazo, y dicen 'porque estoy de acuerdo con la vida', están haciendo una operación de lenguaje para separar a la sociedad y dejarnos a nosotros afuera. Eso no lo acepto".
Faltazos
El debate histórico que arrancó el martes con encendidos discursos ayer mostró otra postal. Algo falló: la mayoría de los diputadores que tenían que escuchar las discursos pegó el faltazo. Las sillas de la sala del anexo C de la Cámara de Diputados pasaron gran parte del día vacías.
La escena sorprendió a los periodistas que llegaron a hacer la cobertura por la mañana. Apenas la exposición de Piñeiro consiguió levantar algunos aplausos. El resto de los oradores habló ante una audiencia llamativamente escasa.
El debate de los proyectos para la legalización del aborto —en total hay 10 presentados— fue asignado a un plenario de cuatro comisiones. ¿Cuántos diputados forman parte de ellas? En total suman 128: son 31 por cada comisión en Familia, Penal y Legislación General; más los 35 que están en Salud.
Durante la mañana, menos de la mitad estuvieron presentes; sólo 56 asistieron a escuchar las exposiciones, es decir, una asistencia del 44 por ciento.
Pero a la tarde la sala estuvo aún más raleada.
La conformación de esa sala tampoco fue muy propicia al debate constructivo: la mayoría de los diputados que asistieron están dentro de los que ya expresaron posturas a favor o en contra del aborto. Los indecisos —tal como había pasado el martes— volvieron a estar ausentes.
Ante este escenario desértico, la primera respuesta que ensayaron algunas fuentes fue simple: "Porque no vinieron".
Otras detallaron un problema de superposición de tareas: "Cada diputado participa en cinco o seis comisiones, por lo que es imposible que todos participen en todas las reuniones". Lo que harían de aquí en adelante, detallaron, es turnarse para poder escuchar los argumentos a favor y en contra de los proyectos, antes de votar un potencial dictamen.
Una tercera hipótesis, comentada por lo bajo y que apunta a le menor asistencia de la tarde, es logística: afirman que los diputados que viven lejos suelen volver a sus provincias en los vuelos de los jueves y por eso la asistencia suele ser menor.
desértica. La sala raleada de la Cámara de Diputados le restó fuerza a los expositores de la tarde.