Un recorrido por Ku, en el momento previo a la explosión —"temprano",
antes de las tres de la mañana— , cuando todavía la multitud no convirtió al local en una
tribuna del Gigante o el Coloso una tarde de partido clásico, requiere de un esfuerzo deportivo.
Similar a una rutina aeróbica. Espacios que se conectan por pequeñas escaleras, entre pisos, patios
abiertos en desniveles y cuarto Vip en la altura máxima del local.
Pista principal: suena electro dance y en los bafles ya se
advierte su doble uso. Unas chicas atrevidas, e incansables, los usarán como plataforma, podio para
bailarinas en altura. Sí, el baile de las chicas aguerridas sobre los bafles sigue siendo uso y
costumbre en Ku, la disco de Pinamar que mete hasta 6.500 chicos de entre 18 y apenas más de 20
años, en cada noche de verano.
Segundo espacio: suena electro pop, de los ochenta y
también de los noventa. El local: mucho hormigón a la vista, paredes peladas, despintadas, todo
básico, poca madera, poquísimo mobiliario, nada de revestimiento sofisticado.
Sin embargo cumple bien con una ley primera del boliche: en
cada espacio suena neta, impecable, la música propia y nada parece mezclarse demasiado, más que los
pibes, que circulan buscando cómo sorprenderse y emocionarse un poco más.
Política de masas. Ku, líder en Pinamar y con fuerte imagen en los pibes
de las ciudades pampeanas y portuarias de la Argentina, trabaja con éxito para mantener, desde
principio de los noventa, su política de masas. Así lo piensan y lo ejecutan desde un bunker algo
desvencijado, pequeño, bajo el laberinto del templo donde rugen las pasiones de nocturnidad de
miles de chicos de clases medias urbanas, verano tras verano.
"La temporada está bien, trabajamos fuerte, con un programa
con discjókeys muy importantes que tocarán en Ku", explicó Gustavo Palmer, uno de los socios
propietarios de la mega disco, mientras ya se ponía en marcha para asegurar la normalidad de una
nueva faena: la noche del último viernes.
Tercer espacio: no hay ambientación diferente a la vista.
Todo tal cual como el resto del complejo Ku, pero con otra música. Otros géneros: allí pueden sonar
hip hop, bossa nova, regatón o cumbia.
Es para todos los gustos, aunque la barrera más dura para
sortear por los fans es el precio de la entrada: 40 pesos para todo el mundo. "Nosotros apuntamos a
los chicos de 18 años para arriba, a todos. No hacemos ninguna selección por belleza física",
explicó Luciano del Valle, responsable de las Relaciones Públicas de K.
"Nuestra estrategia consiste en poder meter multitudes
durante la temporada de verano", aseguró.
El boliche tiene además una política de fidelización de
contactos, uno a uno. "Aprovechamos a sembrar durante todo el año, armando contactos con chicos de
la zona norte de Capital y del Gran Buenos Aires, que luego serán nuestros clientes en los eventos
que realizamos en la provincia", amplió Del Valle.
En las noches de "gloria", la caja de Ku llega a recibir
hasta unos 250 mil pesos de recaudación.
Lo cibercontactos. Pero las alforjas del verano se irán cargadas, además,
de nuevos amigos contactados, nombre, mail, teléfonos, que a su vez integrarán listas para ingresar
en otros boliches, guiados por la misma pasión por la música y la eterna sensualidad que brinda la
noche.
La rueda mágica seguirá rodando. Y la fiesta de los chicos, al parecer,
continúa garantizada. l