Paul McCartney eligió abrir su segundo y último show en Buenos Aires con “Magical Mystery
Tour”, aquel tema de los Beatles que desde sus primeras líneas arengaba: “Roll up, roll
up for the mystery tour”, algo así como “Enrólate para un viaje misterioso”. Y
los 45.000 fanáticos que colmaron el estadio River Plate en la noche del jueves se sumaron a ese
viaje sin dudarlo.
“¡Hola Buenos Aires, buenas noches, argentinos, estamos muy contentos de estar
acá!”, disparó un McCartney sonriente que volvió a tocar después de 17 años en Buenos Aires.
Gracias a una serie de “ayudamemorias” que iba leyendo, habló en español durante
gran parte del show y hasta se animó a un muy porteño “Muchas gracias, che”. Tampoco
faltó la exhibición de rigor de una camiseta de la selección argentina de fútbol con el número 10
sobre el escenario, que lo llevó a exclamar: “¡Soy Diego!” (por Maradona).
El último show del ex Beatle en la capital argentina antes de cerrar su gira “Up and
Coming Tour”, el 21 y 22 de noviembre en el estadio Morumbi de San Pablo, fue casi un calco
del show del miércoles en la noche, del que se diferenció apenas por la apertura con “Magical
Mystery Tour” en vez de “Venus and Mars” y la inclusión de temas como “I've
just seen her face”, “And I Love Her” y “Bluebird”.
Por lo demás, la exitosa fórmula de la gira, que arrancó a fines de marzo en Estados
Unidos y ya pasó por Puerto Rico, Ciudad de México y Porto Alegre, volvió a repetirse: un par de
temas de la época de Wings, como la primera banda que formó tras la separación de los Fab Four en
1971 (“Letting Go”, “Let'Em In”, “Mr Vanderbilt”); alguna que
otra rareza, como dos canciones de su proyecto Fireman (“Highway” y “Sing the
Changes”), algunos temas de su carrera solista y un repaso más que amplio por la discografía
de los Beatles que dejó conformes a los más añosos nostálgicos y también a aquellos jóvenes que se
acercaron a escuchar a un mito viviente.
Si bien hay rumores acerca de un posible regreso del ex Beatle a la región entre marzo o abril
para tocar en aquellos países latinoamericanos que quedaron fuera de la gira -como Chile, Perú y
Colombia-, lo cierto es que por ahora no hay nada confirmado y es por eso que a los shows de Buenos
Aires también asistieron personas de otros países. Según el diario “La Tercera” de
Chile, por ejemplo, unos 500 chilenos viajaron a Argentina para ver el espectáculo.
El estadio vibró con el primer tema de los Beatles de la noche, “All my loving”, al
que le siguieron otros de los legendarios Fab Four como “Eleanor Rigby”,
“Obladi-Oblada”, “Paperback Writer”, “Hey Jude”, “Let it
Be”, “Blackbird”, “Yesterday” y “Get Back”.
Especialmente emotivos fueron los homenajes a todos aquellos que formaron parte de la vida de
McCartney y ya no están: su esposa Linda McCartney, que murió de cáncer en 1993 y a la que a la que
dedicó la balada “My love”, que escribió para ella en 1973, y sus ex compañeros de ruta
John Lennon y George Harrison.
Cuando McCartney comenzó a cantar “Here Today”, la canción que compuso para Lennon
poco después de que este fuera asesinado frente al edificio Dakota de Nueva York, el silencio en el
estadio fue casi reverencial. Casi conjurando tanta emoción, McCartney tocó inmediatamente después
“Dance tonight”, aquel alegre corte de difusión de su disco “Memory almost
full” de 2007 en cuyo videoclip se veía a McCartney tocando rodeado de un montón de alegres
fantasmas. El homenaje a Harrison, en cambio, fue con una de las canciones más recordadas compuesta
por el más hippie de los Beatles, “Something”.
Sin embargo, el impresionante despliegue de energía de Sir Paul McCartney -que no hizo siquiera
una pausa de cinco minutos durante todo el concierto-, su buen humor y su espíritu juguetón y hasta
aniñado, que lo llevaron a hacer corear al público todo tipo de consignas y a bailotear sobre el
escenario, predominaron durante todo el show. Incluso recitó sonriente unos breves versos
(“Tres conejos en un árbol/tocando el tambor/que sí, que no, que lo he visto yo”), con
los que recordó haber aprendido algo de español en Liverpool a los 11 años.
Cuando sonó “Live and Let Die”, aquel tema de Wings reversionado con éxito por los
Guns n' Roses en los 90, el público estalló: mientras McCartney le sacaba chispas al teclado, el
escenario escupía llamaradas y un impresionante juego de fuegos artificiales cubrió el estadio.
Faltaba apenas un tema más, “Hey Jude”, para los bises. McCartney hizo dos, todos ellos
con temas de los Beatles. El público, extasiado, no se quería ir. Sólo pareció convencerse cuando
Sir Paul los espetó: “Nos tenemos que ir todos a dormir”. (DPA)