El Pulpo Paul se hizo famoso por sus predicciones de los resultados de la Eurocopa 2008 y la Copa del Mundo 2010.
El Pulpo Paul logró el reconocimiento a nivel mundial por las predicciones que realizó tanto para la selección alemana de fútbol en la Eurocopa 2008 como en la Copa del Mundo 2010, incluyendo la final de la que no participó el mencionado equipo. La popularidad -pero sobre todo el acierto de los resultados- hizo que el "oráculo animal" diera la vuelta a todo el planeta y que todos esperaran atentamente sus veredictos.
Nacido el 26 de enero del 2008, Paul pasó sus días en el acuerdo Sea Life Centre de la ciudad alemana de Oberhousen. Esta especie de moluscos tiene una expectativa de vida de entre dos y tres años, y un día como hoy pero el 2010, año en el que se disputó el Mundial de Fútbol de Sudáfrica, murió y fue ese el año en que dio sus últimos veredictos.
En el acuario que supo ser su hogar hicieron un monumento en su honor, con regalos enviados por los aficionados y los elementos que utilizaba para realizar las predicciones. La UEFA lo recordó en su página web, tiene una calle en Italia y se ganó un doodle de Google años después. Sin dudas, un hito del que el público no se olvidará jamás.
Desde que comenzó a elegir un ganador entre los enfrentamientos que se llevaban a cabo en distintas competiciones de fútbol, el pulpo Paul fue furor. Se lo conoció también como “The Psychic Octopus” -el pulpo psíquico-, sorprendió a todos con los aciertos y despertó la duda de cómo era capaz un animal marino de saber el futuro de un equipo. No obstante, en el deporte, y mucho menos en el fútbol, no existe una lógica firme, por lo que los fanáticos eligieron creer.
Con su nombre tomado del cuento alemán “Der Tintenfisch Paul Oktopus”, en español “El calamar Paul, el pulpo”, este ser logró adivinar cuatro de los seis partidos de los que Alemania disputó en la Eurocopa del año 2008, desde la fase de grupos hasta la final. Así, acertó la victoria de su país ante Polonia, Austria, Portugal y Turquía, no así contra Croacia en la fase inicial, ni con España en la final, donde finalmente el equipo germano se consagró campeón.
La próxima gran apuesta de los alemanes fue el Mundial de Sudáfrica, por lo que otra vez Paul volvería al ruedo. Al finalizar este, sus cuidadores anunciaron que ya no haría más predicciones ya que, lamentablemente, se acercaban sus últimos meses de vida. En este torneo, ninguna de sus elecciones fue erróneas, y atinó a los 8 resultados que lo pusieron a prueba. Fueron 7 para su país natal, uno de ellos ante Argentina, y 1 en la final, donde dio por ganador a España ante los Países Bajos.
Cada vez que se acercaba un encuentro de la selección de Alemania, sus cuidadores acudían a la pecera donde vivía y se ubicaban dos cubículos con la bandera perteneciente a los países que se disputarían el partido. En ellos había comida para que Paul finalmente pueda deslizarse y elegir por uno u otro.
En un principio, una de las teorías era que el octópodo sentía cierta atracción por los colores de la bandera negra, roja y amarilla. Sin embargo, expertos explican que la especie común a la cual pertenecía el pulpo no tiene la capacidad de ver colores, sino que sólo puede diferenciar algunos tonos. Muchas hipótesis salieron a la luz gracias a este fenómeno y hasta profesores universitarios de Inglaterra y Francia dieron su punto de vista.
Estos últimos siempre han creído firmemente que las decisiones de Paul eran puramente cuestión de azar. Otros pensaron que estaba influenciado por sus cuidadores o que había sido entrenado para que se oriente hacia la bandera del país que lo había elegido para estos experimentos. Sin embargo, ninguna de estas teorías ha sido confirmada y la capacidad de predicción del pulpo continúa siendo un enigma.
Pero si de algo no quedan dudas, es a todo lo que se puede aferrar el ser humano con tal de creer que su equipo de fútbol será capaz de ganar un partido, debido a que eran muchos los simpatizantes de la selección alemana de fútbol e hinchas del deporte en general los que esperaban con respeto y mucha fe las elecciones del animal.
Por Hernán Cabrera
Por Facundo Borrego