Luego de una denuncia que provocó varias renuncias en el seno del gobierno nacional, funcionarios de la subsecretaría de Pesca y Prefectura decomisaron la carga de un buque señalado por la pesca ilegal de merluza negra y se encontraron con una muestra más de la depredación pesquera en el Atlántico Sur y el mar Argentino.
En las recámaras frigoríficas del Tai An, un buque de bandera argentina pero cuyo dueño es un ciudadano chino, los inspectores estatales descubrieron un verdadero “desastre ecológico”. La abundancia de ejemplares juveniles de merluza negra era tan notoria como alarmante: tenían 22 centímetros promedio, según las mediciones que quedaron en registro.
El lunes pasado, el director de Control y Fiscalización Pesquera, Julián Suárez, renunció a su cargo luego de denunciar que en la Cancillería lo “apretaron” para que ignorara la práctica ilegal del Tai An.
Tras ello, en Cancillería dejó su puesto el funcionario Pablo Ferrara Raisberg, persona señalada como la responsable de interceder a favor del empresario Liu Zhijiang.
El Tai An es un buque de origen chino, pero embanderado argentino, de la empresa Prodesur que pertenece al empresario Zhijiang, ciudadano chino aunque naturalizado argentino con su empresa radicada en Ushuaia.
El barco fue inspeccionado precisamente en Ushuaia donde permanecía hasta anoche amarrado.
Merluza negra
La merluza negra es una especie frágil. Prácticamente no se puede pescar. Su sabor y la escasez la vuelven muy codiciada como producto de consumo suntuario global. Lo que se permite pescar es mínimo y debe reunir características muy específicas, un tronco no menor de 32 centímetros.
“El caso del buque Tai An, que pescó toneladas de merluza negra juvenil de forma ilegal, sin tener permiso para hacerlo, refleja no solo la impunidad de algunos actores de la pesca en nuestro país sino también la falta de conciencia ambiental y por ende del impacto negativo que tiene sobre nuestro ecosistema marino un hecho como este”, explicó desde la organización ambiental Sin Azul no Hay Verde, la activista Lucía Castro.
“La pesca indiscriminada de 163 toneladas de merluza negra, de las cuales gran parte son juveniles, significa una depredación a la vida marina y un ataque al frágil equilibrio del ecosistema”, agregó la activista.
La merluza negra está protegida en Argentina por un sistema de cuotas que fija el Consejo Federal Pesquero.
Además, es una de las cuatro especies que se preserva a nivel global. Los barcos, además de los permisos de pesca nacional correspondientes, tienen que tener una cuota asignada para poder hacer las capturas. El Tai An no tenía cuota autorizada.
Los barcos que no tienen una cuota asignada, solo pueden hacer capturas by catch, es decir, por captura accesoria, incidental o accidental, con límite por marea.
La merluza negra tiene un historial de casos de barcos que fueron perseguidos o llegaron a ser hundidos por autoridades marítrimas al ser detectados cometiendo este tipo de prácticas sin permiso.
El Tai An llevaba una carga que puede valer cuatro millones de dólares. El filette de merluza negra en mercado, pelado y listo para consumir, cuesta 25 dólares promedio. El Tai An es un buque factoría de arrastre (una agresiva arte de pesca que levanta todo a su paso en el lecho marino) que produce surimi a bordo. Tiene permitido pescar de todo menos merluza austral, langostino y las especies cuotificadas, como la merluza negra. En la Argentina los pesqueros no autorizados pueden levantar con sus redes hasta 5 toneladas de pesca incidental.